¿Y si le prestamos más atención al recorrido?

DANIEL DAURIA
Los recorridos antes de llegar a un objetivo pueden ser largos y estar llenos de curvas

 
Solemos enfocar la mirada en dos puntos de cualquier logro: el inicio, lleno de energía, y la conclusión, una posibilidad de meta cumplida. Entre estos dos hitos está el tiempo que dedicamos a lo que nos propusimos, más las demoras y altibajos de cualquier recorrido. ¿Qué pasa si ponemos la lupa sobre algún punto intermedio?
El inicio y el final son sólo una parte de un todo, que se completa con días (o meses, o años) de dedicación y entusiasmo. Te propongo prestar más atención al recorrido.
Cuando pensamos en un objetivo, cualquier cosa que nos hayamos propuesto concretar, podemos compararlo con la travesía de un barco de gran porte, en la que un mínimo cambio de curso puede llevarnos a un lugar completamente diferente. Observar lo que está pasando sin entregarnos a la inercia es como tener todo el tiempo una mano en el timón para asegurarnos la dirección correcta.
Y bienvenidos sean los cambios de rumbo, siempre y cuando respondan a una conciencia plena de la decisión que estamos tomando. Lo que en principio parece menos bueno es la inercia; esa cosa de dejarse simplemente llevar, sin pensar demasiado. A corto plazo es fácil, pero existe la posibilidad de terminar en un puerto que no elegimos.

«Cuando pensamos en un objetivo, cualquier cosa que nos hayamos propuesto concretar, podemos compararlo con la travesía de un barco de gran porte, en la que un mínimo cambio de curso puede llevarnos a un lugar completamente diferente. Observar lo que está pasando sin entregarnos a la inercia es como tener todo el tiempo una mano en el timón para asegurarnos la dirección correcta.»

Un buen lugar para poner la mirada es la capacidad de elegir, que está siempre presente —lo notemos o no—. Siempre hay algo que puede modificarse a voluntad y, tal vez, ese pequeño cambio signifique una mejora notable.
Me gusta pensar en los desafíos como si fuesen un túnel, con una entrada bien clara y un final, en principio, visible. Pero algunos túneles tienen curvas. ¿Y qué pasa si dejamos de ver la luz que indica la salida? La lógica indica seguir caminando, aunque la emoción muchas veces no soporte no saber hacia dónde vamos. Cómo seguir es una decisión intensamente personal que no siempre depende de la razón.
Entonces, hagamos un ejercicio de revisión. Embarcados en cientos de proyectos al mismo tiempo, seguro hay alguno que merezca más atención para descubrir si es allí donde queremos invertir más (o menos) recursos. Apostemos a nuestra capacidad de elegir, teniendo en cuenta que no todo cambio es necesariamente una mejora y que cada construcción requiere tiempo, confianza y una dosis de cariño.
Foto: FlickR – CC – Daniel Dauria