Vinitos que son vinazos: el fenómeno de Pielihueso «siempre nos jugamos a hacer cosas raras, somos contra intuitivos…»

Un proyecto familiar que superó todas las expectativas/Una jubilación, un sueño y una primera reacción: flasheaste papá/De 900 botellas a exportar y producir decenas de miles/Pioneros en el Naranjo y amor por el Malbec/Charla con Celina Bartolomé, hija fundadora y a cargo de la estrategia comercial y de comunicación de la bodega/Además: el sueño de abrir un restaurante en la finca.

Celina (y Dibu), ahora a cargo de la estrategia comercial y de comunicación de una bodega que logró ser conocida (y un boom boca en boca) en tiempo récord. 

Vinitos que son vinazos, el fenómeno de Pielihueso: «siempre nos jugamos a hacer cosas raras, somos contra intuitivos…» Por Agustina Canaparo. Fotos: Marina González Mazza.

Son las tres de la tarde de un cálido miércoles otoñal. El sol se cuela por el ventanal y se refleja en las antiguas copas de cristal (de distintos tamaños) prolijamente dispuestas en los estantes del pintoresco Argot Café en Villa Santa Rita. El salón, con pisos antiguos que marcan el paso del tiempo, está concurrido. Aunque las mesas más codiciadas se encuentran en la vereda, bajo los tupidos árboles y custodiadas por la atenta mirada de “Gata”, la perrita galga de la casa. Celina Bartolomé, de 31 años, con su buzo verde manzana y pantalón azul eléctrico, se ubicó en una de ellas, cerquita de la entrada. Está acompañada de “Dibu”, su pequeño cachorrito (el nombre es en honor a Emiliano Martínez, el arquero de la selección argentina) y tres botellas: un Naranjo; otro Malbec y un Clarete de la bodega Pielihueso, su emprendimiento familiar de vinos orgánicos y de baja intervención.

«Apenas se jubiló, mi papá empezó a investigar y a empaparse en el mundo del vino. Quería averiguar cómo podía meterse en el rubro. Siempre me acuerdo que cuando nos contó la propuesta en casa, con mis hermanos, le dijimos “flasheaste”. Es que nos parecía una locura y no podíamos creer que a los 65 años quisiera arrancar un proyecto de cero y de algo totalmente desconocido para él…»

Tras beber un espresso, le cuenta MALEVA los inicios del proyecto que comenzó en el 2017 con una gran novedad en Argentina: el vino Naranjo. Con el tiempo lograron posicionarlo en el mercado y también encontró su lugarcito en restaurantes, winebars y vinotecas. Al tiempo, el naranjo se convirtió en una categoría. Como el tinto, el blanco o el rosado.

El crecimiento de Pielihueso fue rápido y firme. ¿En cifras? Su primera producción fue de unas 900 botellas y hoy llegan a aproximadamente 40 mil al año. Además, sus productos traspasaron fronteras: exportan a diferentes países, entre ellos, España, Estados Unidos y México. Pronto, sueñan con abrir un restaurante en su finca en Los Sauces, Tunuyán, Mendoza.

¿Cómo surgió el emprendimiento familiar?

La idea fue de mi papá, Alejandro Bartolomé. Básicamente Pielihueso es su proyecto de jubilación (risas). Él es ingeniero agrónomo y toda su vida trabajó con la cosecha de soja, trigo y maíz. Siempre había querido hacer algo pequeño y propio alrededor del vino porque es muy fan (tanto desde el lado del consumidor como de la parte productiva de la bebida).

Apenas se jubiló empezó a investigar y a empaparse en el mundo del vino. Quería averiguar cómo podía meterse en el rubro. Siempre me acuerdo que cuando nos contó la propuesta en casa, con mis hermanos, le dijimos “flasheaste”. Es que nos parecía una locura y no podíamos creer que a los 65 años quisiera arrancar un proyecto de cero y de algo totalmente desconocido para él.

Al tiempo, llegó la finca de 13 hectáreas en “Los Sauces” (con Malbec y Cabernet Sauvignon de un parral de 80 años) y dos hectáreas y media en “Los Chacayes”, Mendoza, con Malbec y Petit Verdot. El proyecto comenzaba a tomar forma.

¿Cómo fue que se involucraron vos y tus hermanos en el proyecto?

Soy licenciada en Comunicación y en ese momento yo tenía mi trabajo en una agencia de publicidad y también como periodista de gastronomía en Filo News. La verdad que al principio no estaba muy involucrada, pero lo ayudaba con mi área: el branding y comunicación.

Le preguntaba, ¿Qué tipo de vino vas a hacer?, ¿Por qué lo querés hacer así? ¿Cómo lo vendemos?, etc. Mis hermanos Carmela y Ale, se dedicaron más en la parte artística de la marca y las etiquetas. Mi hermana es diseñadora gráfica y ella hace todo el branding, el diseño y la página web. Mi hermano de las ilustraciones.

El vino me apasionaba. Me entusiasmaba. Y lo que fue al principio un hobbie se transformó en un trabajo. Empecé a aprender de toda la parte enológica y a interiorizarme en toda la operación. Desde 2019, aproximadamente, estoy detrás de la estrategia comercial y de comunicación de la marca.

«Una tarde entré a un bar de vinos naturales en Brooklyn. Me acuerdo que estaba sola y la sommelier me ofreció vino por copa. “Tenemos un orange wine de República Checa que está buenísimo”, me dijo. No tenía idea que era y me surgió curiosidad. Ella muy amablemente me explicó sus orígenes en Georgia y su método de elaboración milenario…Su historia me fascinó…Cuando volví a Argentina le dije a papá: “Che, si hacemos naranjo…»

¿A quién se le ocurrió el nombre tan particular Pielihueso? ¿Cuál es su significado?

Se le ocurrió a mi papá y es en honor al primer vino que hicimos en 2017: un naranjo. En ese momento, parece que estoy hablando como si fuera hace cien años, pero fue hace seis, en Argentina no existía la categoría de vino naranjo. Nadie llamaba a los vinos, “vino naranjo”. Entonces en nuestro afán de explicarlo un poco, dijimos llamémoslo “Pielihueso”, que es como un juego de palabras. Porque el vino naranjo está hecho con la piel y la semilla de la uva. En la jerga agro a la semilla se le dice “hueso”. También el nombre representa un poco el espíritu e impronta del proyecto familiar: le ponemos todas las ganas, energía: “la piel y el hueso” a cada botella.

Se presentan como: “Vinos sin cosas raras” ¿Qué significa?

Desde el principio el proyecto nace con la intención de crear algo bueno para nosotros y para el Medio Ambiente. El vino es vid, que es tierra, naturaleza y hay que cuidarlo lo mejor posible.

Por eso, trabajamos el viñedo de forma orgánica. Cuidamos la uva y no le agregamos agroquímicos. Después, tienen poca intervención en bodega: sacándole y agregándole los menos posible para que el vino sea jugo de uva fermentado. Es decir, no le agregamos levaduras seleccionadas artificiales al mosto de la uva. Su fermentación es espontánea y no corregimos su acidez. Además, no lo filtramos. No contienen sulfitos ni antioxidantes. Nuestra filosofía es que el vino sea lo más natural posible.

«Ahora también los podés encontrar en Naranjo bar, Lardito, Argot, Enófilo Vinoteca, entre otros. También empezamos a exportar a España, Estados Unidos y México. Más allá del crecimiento, seguimos haciendo la distribución directa nosotros de nuestros vinos. Es que nos parece crucial el hecho de poder explicarlos, contarlos y generar un vínculo entre las personas…»

Su carta de presentación fue el vino naranjo. ¿Cómo surgió esa idea?

Cuando empezamos el proyecto estábamos tratando de entender con qué vino íbamos a empezar. Justo estaba de viaje con mis hermanos y mi mamá, Cecilia, en Nueva York y aproveché para visitar wine bars y observar las tendencias. Quería saber qué estaba sucediendo.

Una tarde entré a un bar de vinos naturales en Brooklyn. Me acuerdo que estaba sola y la sommelier me ofreció vino por copa. “Tenemos un orange wine de República Checa que está buenísimo”, me dijo. No tenía idea que era y me surgió curiosidad. Ella muy amablemente me explicó sus orígenes en Georgia y su método de elaboración milenario: hecho con uvas blancas con maceración con pieles. Es decir, se trata de un vino hecho con uva blanca, pero vinificado como un tinto.

Su historia me fascinó y en ese viaje, en cada bar que entraba, me pedía un naranjo. Cuando volví a Argentina le dije a papá: “Che, si hacemos naranjo”. Él se copó y nuestro enólogo también.

Su primera producción fue limitada: unas 900 botellas. Ahora, de naranjo realizan aproximadamente unas 9500 anuales. ¿Les salió bien enseguida?

No, si hoy tomo una de las primeras botellas hay cosas que le corregiría. Por ejemplo, lo cosechamos muy tarde entonces tiene mucho alcohol. Es solo torrontés, en lugar de un blend como hacemos ahora. Todos los años hasta el día de hoy seguimos aprendiendo. Nos obsesionamos con el naranjo (risas). La cuarta añada es un corte de Torrontés (50%) con Sauvignon Blanc y Chardonnay cofermentados. Está en contacto con pieles durante cuatro meses.

¿Crees que el vino naranjo se transformó en una tendencia?

No significa que sea algo nuevo, es algo que existía hace miles de años y que se volvió a poner de moda. Incluso ahora muchas bodegas grandes se mandaron a hacerlo. La categoría naranjo ganó su espacio en la carta de bares, restaurantes y vinotecas. No se va a ir de un día para el otro: es una tendencia que llegó para quedarse. En Argentina y en todo el mundo.

«El Malbec también nos representa un montón. Le damos mucha importancia y lo queremos mucho. Es como cuando vas a una pizzería y medís su calidad por la margarita o en una heladería por el dulce de leche. El Malbec es historia vinícola argentina. La forma en la que lo hacemos habla mucho de nuestra bodega. Para mí hacer un Malbec de Los Chacayes, que es una zona increíble para la uva, y hacerlo natural es un orgullo…»

Otro de sus emblemas es el Malbec. ¿Qué tiene de particular?

Nos representa un montón. Le damos mucha importancia y lo queremos mucho. Es como cuando vas a una pizzería y medís su calidad por la margarita o en una heladería por el dulce de leche. El Malbec es historia vinícola argentina.

La forma en la que lo hacemos habla mucho de nuestra bodega. Para mí hacer un Malbec de Los Chacayes, que es una zona increíble para la uva, y hacerlo natural (con fermentación espontánea, sin filtrar, sin adición de sulfitos) para mí es un orgullo.

Me encanta poder aportar al mercado argentino de Malbec, que es gigante, uno de nuestro estilo. Es una manera de demostrar que para hacer vino natural no tenés que hacer algo muy raro.

Hasta el momento, ¿Cuál fue el vino que más les costó producir?

El Rosado, que está hecho con 90% de Petit Verdot, 5% de Pinot Noir y 5% de Malbec de Los Chacayes. Seguimos aprendiendo a hacer vino rosado con Petit Verdot, que la verdad no fue hecha para este tipo de vino (es la uva menos ideal), pero quisimos probar y arriesgarnos. Re cuesta, todos los años cuesta. Es un vino muy difícil de hacer.

Este vino también habla bastante de nosotros: muestra cómo nos arriesgamos y los desafíos que tomamos. Marca la personalidad del proyecto. De jugarnos a hacer cosas raras y después lidiar con las consecuencias. Pielihueso un proyecto contraintuitivo. En todo sentido. Pero nos divierten los desafíos de las uvas nuevas.

¿Crees que cada vez va haber más vinos orgánicos?

Sí, 100%. No tengo duda de que el futuro del vino es orgánico. Cada vez va a haber más ofertas y bodegas grandes que se están convirtiendo en orgánicas. También veo que hay un acercamiento en los jóvenes en querer consumir productos que estén más cercanos a la naturaleza y a lo artesanal.

«Nos encantaría poder abrir un restaurante en nuestra finca. Que la gente pueda conocer los viñedos, beber buen vino, comer algo rico y disfrutar del momento. Vivir una experiencia, ese es un sueño que tenemos pendiente…»

¿Fue difícil posicionarse en el mercado?

Al principio sí, íbamos tocando puertas y presentando nuestros productos. El primer restaurante que nos recibió con las manos abiertas fue Anafe. La primera añada se vendió ahí. Desde ese año hasta hoy los proyectos crecieron a la par un montón, siempre vamos a tener un vínculo especial. Ahora también los podés encontrar en Naranjo bar, Lardito, Argot, Enófilo Vinoteca, entre otros. También empezamos a exportar a España, Estados Unidos y México. Más allá del crecimiento, seguimos haciendo la distribución directa nosotros de nuestros vinos. Es que nos parece crucial el hecho de poder explicarlos, contarlos y generar un vínculo entre las personas.

En la ciudad abrieron muchos wine bars y vinotecas. ¿Crees que el público está más abierto a probar etiquetas nuevas?

Sí, a la gente le interesa cada vez más probar vinos nuevos todo el tiempo. Antes era el vino que conozco y me gusta e iban a comprar siempre el mismo. Ahora están ávidos de probar cosas nuevas. La existencia de tantos lugares de vinos la muestra y confían en las recomendaciones de los sommeliers. Me parece increíble. Para nosotros como productores está buenísimo, te da cintura y flexibilidad para probar y crear.

¿Algún vino que te haya emocionado?

Sí, en uno de mis viajes probé un auténtico vino ámbar (o naranja) de vides de Ribolla Gialla elaborado por el maestro Josko Gravner. Es uno de los pocos vinos que me hicieron emocionar a nivel lágrimas. Es que estaba probando historia. El vino es increíble, tiene un nivel de capas, de complejidad. Me marcó y me emocionó mucho tomarlo.

Llegó el turno de los maridajes. Celina afirma que los de ella “son más emocionales que gastronómicos”.

El mejor maridaje es tomarlo con la gente que querés y en el momento que quieras”, asegura.

El Naranjo está muy bueno para comer con comida grasosa, como las mollejas, o algo picante. El Malbec con un bife de chorizo. Cuando como asado necesito tomar un Malbec. 

¿Y el Clarete?

Buena pregunta. Hay que tomarlo frío porque tiene una composición de naranjo y rosado. Creo que es para tomarlo solo, pero acompañado de amigos. Es un vino fácil, divertido y rico.

¿Algún sueño pendiente con Pielihueso?

Nos encantaría poder abrir un restaurante en nuestra finca. Que la gente pueda conocer los viñedos, beber buen vino, comer algo rico y disfrutar del momento. Vivir una experiencia.

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En MALEVA hacemos fotos y videos para nuestras coberturas y notas con los equipos de MOTOROLA Edge 30, Moto g200 5G, Moto g52 y moto g41.