¿Quiénes son los emprendedores detrás de «Acámica», la academia más futurista de Argentina?

¿Cómo nació esta academia que prepara estudiantes para los empleos del futuro (o presente)? Los cuatro fundadores -Tomás Escobar, Nacho Puig Moreno, Juanchi Badino y Gonzalo Orsi- revelan anécdotas y detalles sobre cómo se convirtieron en referentes de capacitación para las empresas más importantes de Argentina.

Tomás Escobar, Gonzalo Orsi, Nacho Puig Moreno y Juanchi Badino: los padres de Acámica

 

¿Quiénes son los emprendedores detrás de «Acámica», la academia más futurista de Argentina? Por Camila Barreiro: fotos Paula Salischiker.

La experiencia Acámica comienza desde que te acercás al edificio y, para registrarte, te entregan un Ipad en el que rellenar tus datos. La oficina tiene la capacidad de trasladarte (¿conectarte?) a otra parte del mundo. El ventanal enorme, el jardín vertical y las escalinatas de madera con funkos (donde no faltan personajes de “Game of Thrones” y “El señor de los anillos”) refuerzan el mensaje de que estamos a un clic de una educación globalizada y que puede competir en cualquier parte.

«La experiencia Acámica comienza desde que te acercás al edificio y, para registrarte, te entregan un Ipad en el que rellenar tus datos. La oficina tiene la capacidad de trasladarte (¿conectarte?) a otra parte del mundo. El ventanal enorme, el jardín vertical y las escalinatas de madera con funkos (donde no faltan personajes de “Game of Thrones” y “El señor de los anillos…»

Acámica surge de la conjunción de “academia” y “dinámica”. Y el propio grupo nace de manera dinámica, con piezas que van encastrando movidas por el deseo de emprender y modernizarse. “Conocí a Gon en Starp Up Weekend. Él pasaba con una remera de Duck Duck Go y le dije ‘qué buena remera’. Así nos pusimos a hablar. Nacimos de esa idea, que en tecnología es re común, de comunidad”, recuerda Nacho Puig Moreno, mientras ceba unos mates con sus compañeros de equipo.

Gonzalo Orsi venía del marketing digital, Juanchi Badino de la publicidad, Nacho de la consultoría en negocios y, así armados, fueron a “venderle la idea” a Tomás Escobar, que había desarrollado el éxito de Cuevana. Los unió esa extraña pulsión que no permite dejar pasar oportunidades.

Tom había creado Cuevana y yo trabajaba en marketing digital comprando espacio en sitios. Cuando me contó sus proyectos me pareció alucinante, me saqué un pasaje a Córdoba diciéndole que tenía un evento allá. No tenía nada -se ríe- y fui para reunirnos. El proyecto que pensamos no prosperó pero nos hicimos amigos. Cuando empezamos Acámica con Nacho necesitábamos a una persona con una pata fuerte en tecnología y Tomi era la persona ideal. Cuando le contamos, le encantó”, confiesa Gon.

«Gonzalo Orsi venía del marketing digital, Juanchi Badino de la publicidad, Nacho de la consultoría en negocios y, así armados, fueron a “venderle la idea” a Tomás Escobar, que había desarrollado el éxito de Cuevana. Los unió esa extraña pulsión que no permite dejar pasar oportunidades…»

Al comienzo, Starbucks y Chungo fueron a su oficina y los jueves su día en el calendario. “Lo que nos unió y llevó a fundar Acámica, fue esa pasión por la educación y la tecnología. Veíamos que, a través de la tecnología, le podíamos dar una vuelta a lo que se venía haciendo en educación. La pasión la sostenemos. Nos compromete entender cómo podemos inspirar y empoderar personas”, explica Tom.

Con Big Data, Machine Learning y automatización (entre otras), la innovación le está marcando el paso a las industrias. Hay unos 450 mil puestos vacantes en tecnología y muchas personas buscando trabajo, ser el puente entre la industria y el talento, es el desafío de este equipo. “Queremos poner esas oportunidades en manos de personas y empoderar a las compañías para que sean parte. Mantenernos relevantes y ayudar en un mundo que cambia rápido”, cuenta Tomás.

«Al comienzo, Starbucks y Chungo fueron a su oficina y los jueves su día en el calendario. “Lo que nos unió y llevó a fundar Acámica, fue esa pasión por la educación y la tecnología. Veíamos que, a través de la tecnología, le podíamos dar una vuelta a lo que se venía haciendo en educación. La pasión la sostenemos…»

La experiencia Acámica, como la llaman, tiene dos opciones: una semi presencial y otra online. A pesar de que más del 50% de los estudiantes cursan por internet, aquellos que asisten, pueden interactuar con empresas como Mercado Libre, Globant e IBM, entre otras. Las semi presenciales tienen base, por ahora, en Córdoba y Buenos Aires, pero este año se ampliarán a México y Colombia. “El terreno transmite confianza y tracciona al online. La gente viene acá buscando un cambio y una transformación en sus vidas, tener una empresa que nos de feedback es importantísimo”, agrega Nacho.

Más de mil personas se anotaron a las cuatro carreras que lanzaron el año pasado (Desarrollo Web Full Stack, Diseño UX/UI, Data Science y React). En 2019 tuvieron 2500 nuevos estudiantes y estiman 10 mil para el 2020.

Hoy, Acámica es lo que es gracias a más de 200 personas. Dos mentores (no los llaman profesores) y un tutor pedagógico son asignados por cada grupo de 25 a 30 estudiantes para acompañarlos y guiarlos en el aprendizaje de acuerdo a sus necesidades. “Vemos el valor de cada estudiante, lo que hace que podamos ayudar a cada uno de manera muy especializada y ver el potencial infinito que tiene de cambiar su vida”, resalta Gonzalo.

Como “fieles convencidos de que la tecnología no va a reemplazar al humano sino que le va a dar oportunidades” los cuatro creadores dejaron sus trabajos y se lanzaron a emprender. Gon asegura que su Ipad con Itunes University le abrió la cabeza: “estaba en mi casa tomando un curso de Harvard que era alucinante. Es muy curioso cómo la tecnología puede ayudar a las personas a cambiar sus vidas, a mí me la cambió”. Juanchi venía de la publicidad, había trabajado muchos años como director de arte en diferentes agencias, y vivía buscando tendencias. “Me cansé de pensar ideas para grandes marcas que terminaban en un presupuesto. Me cansé de desperdiciar ese talento. Le dije a Nacho ‘¿nos interesa la tecnología? ¿la educación? hagamos eso’”, cuenta.

«Más de mil personas se anotaron a las cuatro carreras que lanzaron el año pasado (Desarrollo Web Full Stack, Diseño UX/UI, Data Science y React). En 2019 tuvieron 2500 nuevos estudiantes y estiman 10 mil para el 2020…»

Nacho estaba haciendo todo “como tenía que hacerlo”, hasta que un día, trabajando en la compañía del padre en 2012, vivió una situación de estrés que le trajo problemas de salud. “No podía dejar que el contexto impacte en cómo me siento. Mi viejo siempre nos empujó a hacer cosas y por eso empecé a hablar con Juanchi para hacer algo”, menciona el ingeniero industrial que se sintió “en Disney” cuando pudo estudiar en Estados Unidos. Por su parte, Tomás empezó de muy chico en el mundo de internet, y siempre lo motivó el darse cuenta de que podía crear “cosas que impacten en el mundo”. “Cuevana fue mi proyecto más conocido y me dio la dimensión de qué tan lejos podemos llegar sólo con una PC y conexión a Internet. Cuando fui a la universidad, me topé con una experiencia de aprendizaje que no iba en sintonía con mis últimos 10 años, no me terminaba de motivar. Ví que había otras personas que también se sentían identificadas con buscar nuevas maneras de aprender, eso me influenció a comenzar con Acámica”, se explaya.

Sobre su experiencia como emprendedores, destacan la importancia de perseverar. “Es mucho esfuerzo. Llegar temprano e irse de noche, arremangarse y hacer. Equivocarse y volver a iterar. Creo que eso nunca va a parar, aunque sí tendremos estrategias más interesantes. Es difícil que todo el mundo tenga claro a dónde va, la clave es surfear la incertidumbre y mantenerse innovando”, reflexiona Juanchi. “El default es que va a haber problemas, el tema es tener una red de contención sólida para poder sortearlos. Los problemas están afuera pero también dentro de uno, y en ese intercambio de decisiones, hemos tomado grandes elecciones o una feliz combinación de errores”, bromea Gonzalo.

Cuando empezaron con Acámica -en 2013- se aceleraron en Wayra, donde compartían el espacio con 10 compañías y todos mencionaban que parecían peleados y que no iban a durar. “Nos gritábamos y discutíamos todo el tiempo. Pero esas peleas tenían que ver con a dónde ir. Esa pasión nos mantuvo unidos y nos hizo llegar a donde estamos”, cuenta Tomás. Además, el programa duraba un año y se quedaron seis meses más. “No nos vamos”, se plantaron para seguir construyendo el sueño que hoy, recibe como respuesta, mensajes del tipo: “Gracias, me cambiaron la vida ¡y me explota el Linkedin!”.

Las fotos de los alumnos y clases son gentileza de Acámica

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