Además de ser una de las modelos más lindas del país y con una de las carreras con mayor proyección, Natacha Eguía, oriunda de la ciudad de La Plata, tiene un costado muy malevense. Fan de los buenos vinos, llegó a hacer un curso de cata para captar mejor sus características. También disfruta muchísimo del arte, algo que le viene desde la cuna porque su mamá Andrea Ruzzi es artista plástica (y su papá Carlos Martín Eguía, escritor). Con 1, 79 de altura, un estilo elegante y una belleza – pelo largo castaño, ojos marrones, piernas de vértigo – imponente y muy argentina, está protagonizando por tercer año consecutivo la campaña de Cardón y más de una vez llegó a la tapa de una revista de renombre. Ahora tiene un pie acá y otro en París, donde vive su novio, el puma Juan Imhoff, y pretende desarrollar también su carrera. Habló con Maleva de su faceta más epicureana y linda vida.
Empecemos por el lado sibarita, Natacha. Si tuvieras que elegir ¿Preferís un buen vino con una bandeja de quesos o un súper brunch?
¡Toda la vida un buen vino con quesos! Me encanta el vino. Al punto tal que hice un curso de cata de medio año para entender mejor el vino y aprender a reconocer sus particularidades. Y soy más de tintos que de blancos. Siempre tiene que haber un tinto acompañando una comida. Al blanco lo tomo más en salidas. Mi cepa preferida es Malbec y de afuera me gustan mucho los vinos franceses de Bordeaux.
¿Qué cosas disfrutás hacer en tus momentos de soledad?
Por las características de mi profesión paso mucho tiempo sola, la verdad. Por ejemplo en los viajes. Me gusta leer, sobre todo novelas, ficción. ¡Y también me gusta ver series! Mi preferida es Game of Thrones.
«Me encanta el vino. Al punto que hice un curso de cata de medio año para entender mejor al vino y aprender a reconocer sus particularidades. Y soy más de tintos que de blancos. Siempre tiene que haber un tinto acompañando una comida. Al blanco lo tomo más en salidas. Mi cepa preferida es Malbec»
¿Cuáles son tus rincones favoritos de París?
Mirá, la verdad que me cuesta responder porque la ciudad entera es hermosa, está llena de lugares increíbles.
¿Y algún ritual en París?
Eso sí. Un ritual que disfruto mucho es después de trabajar, a la tarde, ir con alguna amiga o colega a tomarnos un vinito, a algún bistró, y ver como cada persona alrededor está en su mundo. Esa me parece una situación perfecta.
¿Y placeres culinarios de París? ¿Qué plato parisino te puede?
De nuevo, puede haber un montón. Además los locales de comida, los restaurantes, las ferias de París tienen todo impecable. Hay puestos en los que ves las verduras y están tan bien presentadas, cuidadas, que parecen de mentira. Son un arcoíris de colores. Ahora se me viene a la cabeza que los crepes son increíbles y también los quesos, pero siempre, siempre los quesos allá después de cenar, tipo postre. Y claro, los vinos, y de Bordeaux. Que me gustan particularmente porque tienen un gusto suave.
«Un ritual que disfruto mucho en París es después de trabajar, a la tarde, ir con alguna amiga o colega a tomarnos un vinito a algún bistró, y ver como cada persona alrededor está en su mundo. Me parece una situación perfecta esa.»
París, el modelaje, la moda ¿Qué es para vos la elegancia?
Y, no estar mostrando todo. Pienso que la elegancia tiene que ver con el concepto de no llamar mucho la atención.
¿Ir al teatro o a una exposición de arte?
¡Arte, ni hablar! Mi mamá, Andrea Ruzzi, es artista plástica. Imagínense que debo haber visto doscientas mil obras y diez mil muestras. Cada vez que íbamos a Buenos Aires, recorríamos algún museo. Y cuando empecé a viajar, también conocí un montón de museos. Por ejemplo, me impactó bastante la casa de Frida Kahlo en México. Mi papá no es artista pero sí es escritor, se llama Carlos Martín Eguía (acaba de publicar el libro Impresiones de un Año Ingrávido). Ojo, el teatro también me gusta, voy sobre todo a obras del circuito under.
¿Cuáles son tus tres cocktails preferidos?
¡Debo confesarles que tomo whisky! Voy a un lugar y pido whisky, me gusta. Después, el Cointreau con Sprite, y tercero: caipirinha de Maracuyá.
¿Lugar perfecto en un bar?
¡El que sea más tranquilo, en el que haya menos gente, que pueda escuchar música y que nadie me empuje!
¿Qué te irrita?
El malhumor de la gente, el tránsito, los que descargan en vos sus rollos. Y la falta de respeto.
«¡Me interesa mucho el arte, ni hablar! Mi mamá, Andrea Ruzzi, es artista plástica. Imagínense que debo haber visto doscientas mil obras y diez mil muestras. Cada vez que íbamos a Buenos Aires íbamos a algún museo. Y cuando empecé a viajar, también recorrí un montón de museos. Por ejemplo, me impactó bastante la casa de Frida Kahlo en México.»
¿Qué lujos te gusta darte?
No es que lo haga siempre, pero me encanta cada tanto meterme en un spa. ¡Es como entrar en boxes! Podría decir el vino, pero creo que ya dejó de ser un lujo para mí (risas).
¿Qué proyectos tenés de ahora en más?
Mi plan es correrme un poco del show y dedicarme más al trabajo vinculado a la moda: hacer campañas, desfiles, etc.
¿Qué se siente que te digan que sos la mujer más linda de la Argentina (Natacha saltó a la fama después de ganar el reality La Argentina Más Linda en 2012)?
¡Mucha vergüenza (risas)!
Fotos: gentileza Natacha Eguía