RELAX CAMPERO

MATIAS DUTTO
Típica vista de un atardecer desde la galería de un campo: placer.

 

RELAX CAMPERO. POR MARTÍN FLORES.

Un horizonte verde, sólo interrumpido por algún molino o algún bosquecito de Eucaliptus. Un cielo inmenso y anaranjado, al atardecer. Una brisa tibia que se pone más fresca a medida que cae el sol, pero que con un abrigo tranqui, es súper agradable. Tres sonidos: el de las copas de los árboles que mueve el viento, las voces de nuestra compañía, el mugido de los animales, y el chill out que puso un amigo. El lugar, la galería del casco de un campo (no se imaginen estrictamente algo inmenso y señorial, también puede ser una casita clavada en la pampa). La escena: un día de relax bucólico. De esos que te ponen en una sintonía tan anti-urbana que a la media hora no querés volver más a la ciudad. En una reposera o en una sillón viejo pero cómodo (de esas que siempre hay en las estancias). Ahora bien ¿Cómo disfrutar al máximo ese momento (con una vuelta de tuerca epicureana)? Maleva consultó a la chef Juliana López May, al polista Facundo Pieres y a la sommelier María de Mendizábal, para que nos dieran sus consejos.

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María Mendizábal, Juliana López May, y Facundo Pieres

«Juliana López May le sugiere a Maleva algo simple: pan con manteca. “Me refiero un buen pan de campo casero y una buena manteca – explica Juliana – ¡no hay nada más rico! Además en una situación así no te vas a andar cuidando. No hay que exigirle de más a los lugares”.»

Para picar (obvio que no falta el quesito brie): claramente, campo sin picada es como estar en Buzios y no tomar Caipirinha o como ir a París y no comerte un pain au chocolat. Juliana López May sugiere algo simple: pan con manteca. “Me refiero un buen pan de campo casero y una buena manteca – explica Juliana – ¡no hay nada más rico! Además en una situación así no te vas a andar cuidando. No hay que exigirle de más a los lugares”. Aunque también aconseja una opción un poquito más sofisticada: “higos, dátiles, almendras, pistachos, y claro, un quesito brie”. María de Mendizabal también anota un quesito para el campo, pero uno camembert “y si es posible francés porque su envase de madera nos sirve para tirarlo cerca de las brasas (nota de la revista: y sí, campo da a entender que en algún momento las brasas se prenden, ya sea quebracho en la tierra o parrilla) y después lo único que necesitás es un pan – de nueces si es posible – y una cucharita para untarlo”. Facundo Pieres, polista de Ellerstina, le cuenta a Maleva que cuando inicia la temporada de polo en el país siempre se junta con sus hermanos Nicolás y Gonzalo (que juegan con él) y su papá, quien también se llama Gonzalo, en el campo, y mientras juegan al pool y a las cartas, nunca falta una picada con mate: “¡y vemos partidos de polo analizando cada chucker!”.

chez loulou
El quesito brie no puede faltar en un día de relax campero y sibarita

«De Mendizábal empezaría con un Chardonnay y después pasaría a un rosado Cabernet Sauvignon. Y sí, el rosado – perfecto para maridar picadas y atardeceres – es también la opción que seduce a Juliana López May: “medio dulzón es ideal para el campo, en esa situación”

Para tomar (y aquí hablamos de vinos): si hay picada, algún descorche es obligado. ¿Pero qué vinos son perfectos para una tarde relajada de campo? De Mendizábal empezaría con un Chardonnay y después pasaría a un rosado Cabernet Sauvignon. Y sí, el rosado – perfecto para maridar picadas y atardeceres – es también la opción que seduce a Juliana López May: “medio dulzón es ideal para el campo, en esa situación”. De Mendizábal se imagina las copas en el césped verde y los vinos en baldes con hielo. Juliana – posicionada como referente de la comida orgánica y sana – también propone algo simple y perfecto como con el pan con manteca: mate amargo.
Para comer algo más elaborado: para acompañar esos vinos, María de Mendizabal propone, para el Chardonnay, bruschettas de mollejas marinadas con limón, miel y nueces. Y el vino rosado para brochettes de romero, morcilla y manzanas: “una vez que llegan a la boca se funden dando una agradable sensación bitter-sweet”. Y cierra con un membrillo casero “y así nos vamos a descansar con un recuerdo dulce”.