WOOD + FOOD: LOS BARES Y RESTÓS PORTEÑOS CON BOISERIES MÁS IMPACTANTES / POR DELFINA KRÜSEMANN
Calidez, elegancia, historia. Y el encanto del aroma a madera. Los restaurantes y bares con buenas boiseries te sumergen en una atmósfera incomparable y en MALEVA salimos en busca de los mejores. “No es necesario tener mucho conocimiento de historia o diseño para disfrutar de una buena boiserie, pero sí les aconsejo mirar, observar, detenerse en ellas – explica Pablo Chiesa, licenciado en Museología y autor del blog Mirada Atenta -, estos paneles que visten las paredes aportan calidez y calidad a los ambientes, pero hablan también de un trabajo de artesano, como así también hacen referencia a una época histórica de nuestro país, son en definitiva, lugares que nos cuentan una historia.»
Podría ser una elección muy cliché, si no fuese porque el mejor trabajo de boiserie en el hotel es todo un hallazgo. Lejos del estilo híper recargado de otros espacios, el lobby-estar del Alvear resulta uno mucho más aireado y fresco gracias a sus paneles de madera de petiribí, nativa de Sudamérica. Veinte años atrás, esta boiserie tenía un decapé, pero por suerte se decidió sacarlo y dejar la madera al natural, con apenas una laca semi mate para su conservación. Y ahí nomás, en una puerta hacia la esquina de Ayacucho, se encuentra el Champagne Bar, nuevo “niño mimado” del hotel que cuenta con noches de sushi los miércoles y jueves. Inaugurado en noviembre del año pasado, es un salón en estilo art decó que enseguida te transporta a la época del Gran Gatsby: trendy y cool, es una muy bienvenida y diferente propuesta en el hotel más emblemático de Buenos Aires. El trago elegido para seguir con la onda fresca: Tokio Sling, que lleva Chandon Extra Brut, sake, jugo de pepino, shiso y menta ($170), creación de Inés de los Santos. El Champagne Bar abre todos los días, de 18 a 2:00 hs. Tel: 4808-2100.
El restaurante, que abrió en 2007, lo hizo en un espacio con mucha historia: uno que había sido una tienda inglesa para hombres desde 1908 y hasta 1977, y que luego albergó al mítico Clark’s hasta 2002. Pero en casi diez años ya logró hacerse su propia fama, gracias a un salón de boiserie de cedro inglés impecablemente mantenida, un piano que suena todos los mediodías y desde las 18 hasta las 23, y una carta que debe ser de las más extensas del Microcentro. Es difícil elegir, pero la recomendación del Lomo Brighton (envuelto en masa hojaldrada, con champiñones, panceta, paté y papas rellenas, $370), nunca puede fallar.
Abre de lunes a sábados, de 7 hs. al cierre. Tel: 4322-1515.
Esta casona de principios de siglo que fue remodelada por el estudio Kallos Turin y abrió sus puertas a principios de 2015 ya no es un secreto: con un combo infalible de libros, flores, perfumes, pâtisserie y gastronomía, el centro cultural ya forma parte del circuito más exclusivo de Buenos Aires. Y así como propone un mix en sus propuestas, también es un ejemplo de boiserie mixta, hecha de madera y yeso. ¿La ocasión ideal para recorrerla? Las noches de Cocktail, un ciclo de música, tragos y tentempiés que vienen a reivindicar la hora del aperitivo con expertos como Inés de los Santos y Pablo Massey a cargo.
El ciclo Cocktail se realiza los miércoles de 19 a 22 hs., hasta fines de septiembre.
Parece que, en 1880, al arquitecto noruego Alejandro Christophersen le pidieron que el diseño del local tuviese un toque parisino, y él no tuvo mejor idea que vestir las paredes de madera de roble “para que dure mucho tiempo”. Y así, gracias esa elección premonitoria, Christophersen se aseguró de que hoy, 157 años después, la boiserie original se mantenga intacta en el café más tradicional de la ciudad. “Estas paredes irradian una magia especial y dan lugar a la inspiración”, me asegura Néstor Pichelli, encargado del salón, al tiempo que me recomienda probar los churros con chocolate ($76). Y tiene razón en todo: solo con recordar que acá se reunían, discutían y disfrutaban personajes como Federico García Lorca, Benito Quinquela Martín, Alfonsina Storni, Carlos Gardel y Jorge Luis Borges, no puedo evitar preguntarme, ¿y si las paredes hablaran? Los churros, además, son una perdición.
Abre todos los días, de 8 a 1:00 hs., excepto el 25 de diciembre y el 1° de enero. Tel: 4342-4328.
La boiserie del Oak Bar tiene una de esas historias increíbles que pinta a la perfección las extravagancias de la Belle Époque en su máximo esplendor: se trata de paneles con diseños medievales y más de 300 años de antigüedad, que la familia Duhau hizo traer para su residencia desde ¡un castillo en Normandía! Es casi surrealista imaginar el proceso de desmontar, embalar, mandar por barco y volver a montar semejante obra de arte. Pero más surrealistas son sus figuras talladas. Nada mejor entonces que pedirse un buen trago (todo lo que es con whisky es delicioso, enterate más en esta nota) y abocarse a la misión de descubrir cada uno de sus exquisitos detalles – y cuando veas el dragón que toca las flautas a dos manos, no te preocupes, no es una ilusión del alcohol.
El Oak Bar abre todos los días, de 18 a 2:00 hs. Tel: 4808-2100.
Su mostrador y repisas de roble, abarrotados de frascos prolijamente etiquetados, son ya una institución de la calle Corrientes. Es más: me arriesgo a decir que sus especias son las auténticas vedettes de la mítica avenida. Atravesar su puerta es sumergirse de lleno en un mundo de aromas dulces, picantes y cautivantes, que nos transportan sin escalas a Colombia, México, España, China o India. El mix de fragancias que se genera entre la boiserie y las especias es sencillamente delicioso, uno de esos maridajes perfectos que nos hacen pensar en lugares remotos y exóticos. Para disfrutar a pleno del viaje olfativo, muy recomendable quedarse para el five o’ clock tea de los lunes, que incluye té a elección, masas dulces, sándwich de miga y jugo de naranja ($74, de 16 a 20 hs.).
Abre de lunes a sábados, de 9 a medianoche, y los domingos, de 15 a 23 hs. Tel: 4374-1730.
El antiguo comedor de la familia Duhau (sí, este clan tuvo muchas residencias notables…) es hoy el salón Diego de Alvear, espacio gastronómico más exclusivo del Club del Progreso. Y aunque la mayoría de los oficinistas que acá almuerzan prefieren la frescura y luminosidad del patio colonial y el jardín, comer en el Diego de Alvear es una experiencia inigualable. Tiene que ver, por supuesto, con su magnífica y cuidadísima boiserie de roble estilo Luis XIV, sus pisos de parquet crujiente, sus puertas espejadas inspiradas en el Versailles, su chimenea de mármol, su impactante araña y su delicado tapiz. Pero se trata, sobre todo, de algo menos visible pero igual de palpable: hay algo particular en el aire, como si flotara en él un velo espeso. Quizás haya que creer en las energías, porque acá se sentaron y, entre cenas y copas, decidieron el futuro del país nada menos que 17 presidentes argentinos, entre ellos Sarmiento, Pellegrini, Roca y Figueroa Alcorta. En este salón-burbuja que parece anclado en el pasado, degustando el mítico cochinillo Del Progreso ($1.500) y al son de la música clásica, por momentos es imposible no imaginar que en cualquier momento van a atravesar la puerta estos hombres poderosos y aguerridos.
Abre de lunes sábados, de 8 hs. a medianoche. Tel: 4372-3380.
Cuando ingreso al edificio de 150 años emplazado en una de las esquinas más legendarias de San Telmo, lo primero que noto es el reloj inerte: frenado en el tiempo, a las ocho y tres minutos, quién sabe desde cuándo… Quizás no haya mejor imagen para resumir la atmósfera de este bar notable, conocido por muchas cosas pero por sobre todo debido a su impresionante barra de roble de ocho metros de largo, ornamentada con vitraux y diseños tallados en estilo art nouveau. Lo que muchos ignoran es que la barra era en realidad el mostrador de una panadería, y se tuvo que excavar el piso de El Federal para poder empotrarla y ponerla a la altura adecuada. Y lo que nadie sabe (ni siquiera los expertos) es de cuándo data exactamente esta obra de arte hecha en madera, aunque se calcula que, como “tarde”, tuvo que terminarse en 1910. Para revivir los tiempos de fonda y pulpería, qué mejor que pedirse una buena picada (de las más deliciosas variedades, de $138 a $210) y acompañarla con cerveza de la casa artesanal (rubia, negra y colorada, desde $33 el chopp).
Abre todos los días, de 8 hs. a medianoche. Tel: 4372-3380.
Si para esta altura de la nota ya te copaste con el tema de descubrir boiseries, entonces no te podés perder las que se encuentran en un pequeño salón del Círculo Italiano, que tienen una reproducción de la Constitución Nacional en letras de oro sobre las paredes. Y desde ahí podés pasar derechito al jardín del restaurante Circolo Massimo, donde de lunes a viernes, entre las 17 y las 19.30 hs., se sirve el té palaciego ($135 por persona, incluye servicio de té, scon, muffin, cuadradito dulce, torta de manzana y focaccia con jamón y queso).