No se puede jugar a las Barbies y en ese fracaso está el poder de su perduración y la desgracia; el problema no es su apariencia, el famoso estereotipo estilizado, no es sólo eso lo que vino a enseñarnos, sino la postura de quedarse quieta mientras le barren el mundo, la impotencia y la incapacidad de necesitar, de descansar y encontrar consuelo en unos brazos humanos. Alguna herencia velada hay, un mensaje que interpretamos. Las noches que vamos en taxi a divertirnos con amigas. En el círculo de nuestra risa de a poco nos vamos creyendo las mejores del mundo. Tenemos miedos como edipos y carteras con cadenas.