No hay con qué darle: basta poner un pie en un hotel para sentir que estás de vacaciones. Incluso en la propia ciudad, el aura mágica de la hotelería permite que sean lugares sin tiempo ni coordenadas, donde la privacidad es aún más íntima y el trajín porteño desaparece tras la primera puerta. Pero si a esa característica se le suma el ingreso a un spa, el efecto se multiplica. En bata, bajo manos expertas y entre toallas suaves y mullidas y música instrumental, es todavía más fácil evadirse del mundo. Y contrariamente a lo que se piensa, disfrutar de este servicio no requiere ser millonario ni implica un gasto estrafalario, sino que es un lujo posible de experimentar cada tanto. A continuación, cinco opciones (que seguramente sean un camino de ida).
La belleza del Palacio Duhau Park Hyatt Buenos Aires (Av. Alvear 1661) no tiene competencia en la ciudad. Y en la placidez de Ahín Wellness & Spa, es también uno de sus grandes diferenciales. Es que no hay otro hotel que pueda ofrecer una vista a exuberantes jardines internos y fuentes de principios del siglo XX, en el contexto de un palacio de la Belle Époque. Y así sucede exactamente en sus cinco suites especiales para spa (algunas dobles), donde es posible probar una combinación de tratamientos basados en los conocimientos ancestrales mapuches (de allí deviene el nombre). Según esta tradición, el cuerpo atraviesa tres ciclos durante los diferentes períodos del día, y así se organizaron entonces los servicios que se brindan. Entre ellos, masajes con piedras calientes, de drenaje linfático o aromaterapéuticos, y tratamientos que pueden contemplar desde exfoliaciones integrales a sesiones purificantes y limpiezas faciales, además de servicios de belleza clásicos. Asimismo, Ahín ofrece “rituales” que combinan dos o más tratamientos específicos. Pero no sólo es posible disfrutar de este spa reservando algún servicio especial. Su ingreso también incluye el acceso a un gimnasio, sauna y jacuzzi, y a una pileta cubierta semi olímpica. En estos espacios es posible tomar clases de natación, yoga y tai chi chuan y un entrenamiento personalizado.
Para acceder a este mundo, digno de otra época de Buenos Aires, existen dos opciones. La primera es reservar algún tratamiento específico, con precios que van de los $900 (clases de yoga, natación o entrenamiento personalizado) a los $4100 (un ritual de tratamientos varios para una pareja). En el segundo caso, la propuesta es un día de spa, que permite utilizar la pileta, el gimnasio, el jacuzzi y el sauna a $1010. Como bonus track y para los que ya estén convencidos, existen suscripciones mensuales o anuales que se personalizan acorde las necesidades del cliente.
El nombre lo dice todo. En el Four Seasons (Posadas 1086), un día de spa equivale a una jornada en el Paraíso. Formó parte de su renovación general (que costó US$49 millones y efectivamente se notan) y es hoy el único de Recoleta que tiene una pileta al aire libre. Sus instalaciones están junto a los jardines, precisamente al lado del bellísimo palacio Álzaga Unzué, la mansión ícono del hotel. Por dentro, todo es blanco y prístino (tal cual muchos nos imaginamos el Cielo), con pisos de mármol palisandro, una recepción con impactante vidrio turquesa y una pared principal con un artístico metal torneado.
Su propuesta incluye cuatro salas individuales en las que recibir los distintos tratamientos. Estos se dividen en masajes, tratamientos faciales, corporales, de belleza, peluquería y unos exclusivos creados por terapeutas a pedido del cliente/huésped. Para dar una idea de la sofisticación de su servicio, bastan dos ejemplos: el tratamiento de perla, inspirado en la serenidad mágica de la luna, hidrata, nutre y exfolia la piel a partir de la perla negra; y el festival de dulzura combina un masaje que imita el vaivén de la olas, un facial hidratante basado en chocolate y una exfoliación manual de azúcar negra. Además, el área de spa posee sauna seco, baño de vapor y duchas, todo ubicado junto a un gimnasio de última tecnología.
Los precios, tal cual su presupuesto de remodelación, están expresados en dólares. Pero a no asustarse, que no se acercan a ese número: un masaje puede rondar los US$150 y un tratamiento los US$160. Los servicios más clásicos de manicuría y pedicuría, en tanto, promedian los $200.
Fiel al estilo místico de su creador, Alan Faena, el spa del Faena Hotel Buenos Aires (Martha Salotti 445) propone “rituales ancestrales de sanación y excepcionales terapias”. Y bajo esa premisa, se presenta como un sereno oasis, en el que la mente se eleva pero el cuerpo queda en impactantes salones con iluminación escenográfica y suntuosos muebles. El espacio se compone de distintos sectores. El primero, el Fitness Center, dista de ser el clásico gimnasio gracias a su estructura de vidrio, tipo caja de cristal, que lo enmarca y destaca. Luego, el Relax Room se presta al descanso en un ambiente de ladrillos a la vista y cómodos camastros, todo rodeado de fanales. El sauna, llamado Hammam, impacta con sus luces de espectro celeste. Finalmente, The Beauty Lounge es el espacio blanco e impoluto donde sucede la magia de los tratamientos.
Allí, el hotel ofrece servicios “para el alma” y “para el cuerpo”. Entre los primeros, realizados en pos de la “sanación pránica” (prana es la energía vital que mantiene el cuerpo saludable) pueden encontrarse opciones como la armonización con cristales, gemas y masaje, que utiliza estos elementos y procesos en las zonas reflejas de cabeza, manos y pies, al tiempo que usa el péndulo para la medición de los chakras. Para el cuerpo, en tanto, se presenta una selección de masajes (desde descontracturante a ayurvédico) y una variedad de spas privados, ideales para compartir en planes como “lover’s bath”, un baño afrodisíaco en el jacuzzi rodeado de velas y pétalos, con un posterior masaje sincronizado. Además, en asociación con la firma francesa Biologique Recherche, se ofrecen tratamientos faciales y corporales. Entre ellos, uno con yerba mate que remodela y reafirma la piel. Y en el gimnasio, finalmente, se ofrecen clases de yoga, tango, pilates y tai-chi.
Por Puerto Madero, los precios también se presentan en dólares. Las terapias para el alma promedian los US$185, los masajes los US$180, los spa privados pueden llegar a los US$500 y los tratamientos de Biologique Recherche los US$250.
Clásico de clásicos, el Alvear Palace Hotel (Av. Alvear 1891) pone sus años de trayectoria también al servicio de su área de spa, creando un espacio sumamente relajado y atemporal. Así, su Wellness Area está emplazada en un lugar alejado del tránsito y equipada con baños de vapor, saunas, duchas de presión para masajes, piscina lúdica, hidromasajes y sala de relax. También cuenta con el “Camino de sensaciones”, un circuito de alfombra de rocas con distintas temperaturas y presiones de agua. Su sector de spa está dividido en tres: Belleza, Relax y Tratamientos Especiales. En la sección de Belleza la dedicación es completa a los tratamientos faciales, revitalizantes y desintoxicantes, con programas de distinta duración como Regeneración e Hidratación Facial, Aroma Luxe Facial y Corporal y Programa de oro Alvear. El sector de Relax, en tanto, cuenta con masajes descontracturantes, aromaterapia y shiatsu, entre otros. Y los tratamientos especiales incluyen el circuito de bienestar general ya nombrado, y además suman planes especiales con nombres como Antistress, Medio día de Spa o Experiencia Alvear.
En paralelo, la experiencia se completa con el acceso a la pileta climatizada, en el segundo piso, y a la zona de Fitness, donde la acción se divide entre entrenamiento cardiovascular y de musculación, todo guiado por personal especializado y aparatos de última generación. Y como la trayectoria solo sirve si además se aggiorna e incorpora la vanguardia, el hotel sumó Kinesis, un nuevo enfoque de entrenamiento que “pone al hombre en el centro del espacio, en contacto directo con su mente y cuerpo”. En ese contexto, se generan movimientos de desplazamiento libre y agradable a partir de cables que permiten trasladarse en los tres planos del espacio.
Para entrenar y relajarse en uno de los hoteles con más historia de la ciudad, la propuesta contempla dos tarifas. De lunes a domingo, un Day Spa incluye una hora de masaje, almuerzo y acceso a las instalaciones por $800. De lunes a jueves son 45 minutos de masaje, servicio de té y acceso a las instalaciones por $680.
El último elegido no es uno de los gigantes cinco estrellas, pero bien merece tal categoría en su versión boutique -de hecho es parte de la cadena Relais & Chateaux-. Y es que en Algodón Mansión (Montevideo 1647), el acceso al spa tiene idéntica sofisticación que en sus hermanos mayores.
En el quinto piso del hotel, Le Spa fue concebido en sociedad con Carlos Lizardi, creador del Instituto CL45. Totalmente vidriado, sus 140 metros cubiertos plenos de luz natural se completan con otros 100 de terraza y pileta con una zona de relax y barra de bebidas. Por dentro, ofrece tres amplias cabinas de masajes y tratamientos con camillas traídas de Suiza, una sala de vapor con venecitas italianas, un sauna seco con piedras volcánicas y una ducha escocesa de 16 jets ajustables. Sus tratamientos, faciales y corporales, se preparan en el momento según cada cliente, pero hacen énfasis en los procedimientos vegetales naturales y orgánicos. Por caso, el Herbal Treatment, nutritivo e hidratante, es a base de elementos vegetales y extracto de hierbas frescas como manzanilla, caléndula, tilo y extracto de hibiscus. Y el Blueberry Peel, para mejorar la calidad de la piel, se realiza con extracto de arándanos orgánicos.
Los procedimientos pueden durar entre 30 minutos y una hora, y promedian los $650. Y para quienes quieran disfrutar de un día completo en este oasis en pleno Recoleta pero a kilómetros luz de la rutina, el Day Spa cuesta $400.