"EL ESPECTADOR TERMINA DE CERRAR MI OBRA": LUCIANA RONDOLINI

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Luciana Rondolini está creando una pequeña revolución en el mundo del arte

 

«el espectador termina de cerrar mi obra»: entrevista a luciana rondolini. POR MELISA BORATYN. fotos: luján agusti.

Luciana Rondolini (38) es coqueta, pensativa, muy amable y sus obras tienen la curiosa cualidad de ser bellas, profundas e inquietantes al mismo tiempo. Una tarde de domingo nos encontramos en la cafetería de la Fundación PROA, frente a la Vuelta de Rocha, en la Boca, donde actualmente se presenta la muestra “Final del juego” curada por Laeticia Mello, de la cual forma parte junto a Alexandra Kehayoglou y Guillermo Rodríguez. El objetivo: conocer a esta artista que en poco tiempo logró crear una pequeña revolución en el campo del arte.
Luciana acaba de volver de la feria ABC (Arte Berlin Contemporary) donde se presentó junto a la galería Miau Miau. Me cuenta que está enfocada en proyectos y artistas jóvenes, que cada stand fue diseñado por un arquitecto y que el público estaba fascinado con sus frutas abrillantadas. Sin embargo lo que más le impactó de Berlín es cómo la naturaleza se fusiona con la ciudad.
¿Cómo eras de chica, siempre quisiste ser artista?Pintaba al óleo y dibujaba, y un poco me veía como artista, pero la imagen idealizada que tenía difería mucho de la realidad. En mi familia las que hacían arte eran mi abuela y mi tía abuela.
¿Cómo fue tu formación?
Estudié diseño gráfico en la UBA, algo que me ayudó mucho en mi formación como artista porque era una carrera muy experimental. Después intenté hacer la carrera de Bellas Artes en el IUNA pero no me gustó, es demasiado clásica y no te enseñan mucho sobre arte contemporáneo, pero si me gustaron las clínicas.

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También su tía y su abuela eran artistas

 

«La estrella pop representa el concepto que intento comunicar. Si bien es lo actual y lo que se está vendiendo ahora, yo no entendía por qué eran tan populares, fue un ejercicio que me planteé para descifrarlo. Con ellas genero algo similar a lo que sucede con los íconos de Andy Warhol (Jackie Kennedy o Marilyn Monroe) donde uno no termina de comprender si los está adorando o criticando.»

 
¿Le dedicás mucho tiempo al estudio de materiales?
Sí, pero es muy intuitivo, se me ocurren cosas y a partir de eso me pongo a investigar, hago pruebas y estudio qué material es el más compatible porque no me gusta quedarme con una sola manera de trabajar. Ahora por ejemplo tengo ganas de hacer escultura.
¿Cómo le explicás tu obra a alguien que no sabe nada sobre ella?
Suelo trabajar con las vanitas, naturalezas muertas por medio de la cuales hablo sobre la finitud, porque me interesa estudiar la escala de valores que tenemos con respecto a las cosas, cómo eso está dado por el mercado y cómo nos imponen determinados ideales y utopías.
En algunas de tus obras todo parece estar a punto de degradarse o desaparecer (por ejemplo el helado que presentaste en ArteBA 2011), ¿cuál es el mensaje detrás de ellas?
Me gusta utilizar una imagen que llame la atención, que utilice el mismo lenguaje que el de la publicidad cuando quiere venderte algo y que sea agradable a la vista. Sin embargo esconden una segunda interpretación que entendés cuando te das cuenta que el objeto es efímero. Esa segunda lectura tiene que ver con aquello que se degrada. En arteBA era un helado que se derretía cada día y con eso me refería al mercado, mientras que en 2013 hice una muestra en la galería Ruby que giraba alrededor de Justin Bieber y donde hablaba específicamente sobre la figura del ícono pop como producto.
¿Por qué incorporás en tus trabajos a la figura de la estrella pop?
Porque representa el concepto que intento comunicar. Si bien es lo actual y lo que se está vendiendo ahora, yo no entendía por qué eran tan populares, fue un ejercicio que me planteé para descifrarlo. Con ellas genero algo similar a lo que sucede con los íconos de Andy Warhol (Jackie Kennedy o Marilyn Monroe) donde uno no termina de comprender si los está adorando o criticando, ya que él se apropia de ellos y hace un llamado de atención, que el otro lo tome como quiera o pueda. 

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«Fuera de Juego», la exposición que armó en PROA junto a Alexandra Kehayoglou y Guillermo Rodríguez, es un homenaje por los 100 años de Julio Cortázar

 

«Que tu sueño sea comprarte un auto último modelo es muy pop y se relaciona con mi interés por entender hasta qué punto uno se da cuenta de que los deseos muchas veces son impuestos por otro.»

¿Qué te atrae del mundo consumista al cual te referís?
La ambigüedad que generan esas cosas que te venden. Quizás si no estuviéramos influenciados, nuestros  ideales serían diferentes y no tendrían tanta relación con lo material. Que tu sueño sea comprarte un auto último modelo es muy pop y se relaciona con mi interés por entender hasta qué punto uno se da cuenta de que los deseos muchas veces son impuestos por otro.
¿Qué dice la gente de tu obra? 
Al principio calculaba mucho el impacto y buscaba imágenes que fueran atractivas, hasta que me di cuenta de que no tiene sentido alguno. Hoy es más importante tratar de transmitir un mensaje y no preocuparme tanto por lo que vaya a generar. Con respecto a la interpretación, pienso que está bueno democratizar al arte, que tenga diferentes niveles de comprensión. 
¿Qué te interesa del arte efímero?
Encontrar un lenguaje propio, permitir que la obra vaya mutando y entender que tiene una vida útil.
¿Encontrás al comprador que se suma a tu juego?
Sí, eso me interesa mucho y responde al mensaje de mi obra. Hacer algo que se pudre (por ejemplo mis frutas) y que igual te lo compran es una declaración, algunos aceptarán que desaparezca, otros se esforzarán para que la obra se mantenga, cada uno adopta una actitud diferente. Tratar de preservar algo que naturalmente no va a durar es parte del juego.

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Las frutas podridas recubiertas en joyas son obras de Luciana que provocaron mucho impacto en el exterior

 
¿Pensás que corres los límites del mercado?Quizás por momentos. Me pasó que vendí una cáscara de banana a una coleccionista brasileña, que estaba horrorizada por el valor de la obra cuando al fin y al cabo era “solo una cascara de banana”. Además no sabía si la iban a dejar pasar por la aduana, y se había puesto de mal humor por la situación. Ese comportamiento del espectador termina de cerrar la obra.
 

Sobre la muestra “Final del juego” en PROA

 
En conversación con la curadora Laeticia Mello, MALEVA dialogó sobre la muestra que busca celebrar los 100 años del nacimiento de Julio Cortázar, razón por la cual trabajaron en base a un cuento llamado “Final del juego” permitiendo que cada artista desarrollara una obra en base a su propia interpretación.
Laeticia nos cuenta que para la selección estudió de cerca la producción de varios artistas que respondían a un formato site-specific. Decidió trabajar finalmente con Alexandra, Luciana y Guillermo por el complemento que cada una de sus poéticas brindaban entre sí y por el modo en que se apropian del espacio desde sus lenguajes. Al partir de un texto literario, tenía como premisa pensar en artistas que pudieran adaptarse a ese tipo de propuestas y que desestructuraran el modo de percibirlo.
Con respecto al espacio explica que el desafío no fue el de exponer en una cafetería, algo poco tradicional, sino coordinar todas las etapas que supone la exposición. Solo contaba con una muestra curada en Museo (MNBA Neuquén) quizás comparable a la magnitud de este proyecto, mientras que sus otras curadurías habían sido en galerías o espacios independientes. “Puedo decir que curar un proyecto en una institución como Fundación Proa es un gran desafío pues supone el máximo de profesionalismo y exigencia”.
 

 

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