"NUNCA HUBIERA PODIDO SER UN OFICINISTA FELIZ": LEONARDO SBARAGLIA

 

Leonardo Sbaraglia vive en los sets, tiene en su haber más de 50 películas

«Nunca hubiera podido ser un oficinista feliz»: Leonardo Sbaraglia. Por Mar Zuchhi.

Fue Borges. El año próximo será Gardel. Tiene más películas que años. Más premios que estantes. De chico veía a Robert De Niro en el cine. De grande filmó con él. Era el apellido juvenil más nombrado en los ’80. Decidió hacer a un lado la fama y rumbear hacia el prestigio. Tiene a España rendida a sus pies. Decidió clavar los pies otra vez en la Argentina. Antes de viajar al verano mexicano para grabar en la televisión azteca, Leonardo Sbaraglia sabe ponerle calidez al invierno porteño. Olvida los 50 filmes que cuerpeó. Sus distinciones en Francia y los Estados Unidos. Su nominación al próximo Martín Fierro.Prefiere hablar con Maleva de la vida de afuera de la pantalla que dejó desde que dejó el barrio de Sáenz Peña. 
¿Se volvió una necesidad de vida no cerrarse a vivir sólo en un país?
Es algo que ocurre naturalmente sin que me lo proponga. Me fui a España en el 2000, volví en el 2007. Allá empecé de cero y se me abrió un campo laboral increíble. Cuando vivís un tiempo en un país que no es el tuyo, la gente alrededor te aporta una mirada nueva de las cosas. Te ayuda a desarrollar lugares diferentes de tu ser. De todos modos hoy estoy más asentado, ya eligiendo la Argentina para vivir. La situación de España desafortunadamente se complicó. No extraño porque dos veces al año viajo para hacer algo actoral allá. De hecho mi representante es español. Aquí en la Argentina no tengo representante.
¿Qué cuestiones de la idiosincrasia argentina fueron determinantes a la hora armar las valijas para venir a criar a tu hija en la Argentina?
En el sentir que en definitiva uno entiende mejor la cultura de acá. En la cultura propia uno puede expresarse mejor. Muchas veces estuve a punto de trabajar en Italia y Francia y finalmente no se dio. No me vuelve loco esa cuestión del prestigio internacional. Cuando aparecen las oportunidades me rompo el alma. Después, cuando no aparecen no me desvelo. Siento que el azar siempre está jugándome a favor. Que me va acercando los riesgos que voy necesitando.

Aclamado en España y Argentina, Sbaraglia asegura que la actuación le salvó la vida

 
Nombrás insistentemente el riesgo. Hay un regodeo en la incertidumbre. ¿Hubieras podido ser un oficinista feliz?
Definitivamente no hubiera podido ser un oficinista feliz. Uno a veces piensa y en situaciones se pregunta, ¿Qué hago acá, por qué no trabajo en una oficina con horarios y listo? Pero sé que no hubiera podido tener un trabajo más estable.
 

«No me vuelve loco esa cuestión del prestigio internacional. Cuando aparecen las oportunidades me rompo el alma. Después, cuando no aparecen no me desvelo. Siento que el azar siempre está jugándome a favor. Que me va acercando los riesgos que voy necesitando.»

 
Desde chico tuviste que hacer terapia por esa necesidad incesante de emoción extrema.¿Cómo fueron aquellos años en el que no eras comprendido?
Desde los seis o siete años hago terapia. En principio porque tenía que operarme de adenoides. Esa era la excusa. Pero en el fondo había un comportamiento raro en mí. Incendiaba a las hormigas. Corté un cable enchufado. Me trepaba por la baranda de un balcón. En definitiva digo que esta profesión me dio desde muy chico la posibilidad de canalizar esa necesidad de hacer algo distinto. Siempre digo que con la actuación la vida se me ubicó. Quizá sea un lugar común decir esto, pero realmente encontré un lugar en el mundo desde donde ver las cosas. La posibilidad de contarme. Porque uno se cuenta a uno metafóricamente. A través de otros te estás contando a vos.

En Terapia por Canal 7, a la que considera uno de los mejores proyectos televisivos que vivió

 
¿Qué fue lo mejor que hiciste en la vida lejos de la actuación?
Ser padre de Julia, claro. Después supongo que asumir riesgos. Y cosas puntuales de las que uno puede sentirse orgulloso por hacerlas a tiempo. Como un viaje por Italia un tiempito después que terminé Caballos Salvajes. Mi abuelo Luigi se había quedado viudo. Yo tenía 25 años y no conocía Europa. Con lo que cobré lo invité a volver a su pueblo, en Italia. Los dos solos. Terminó siendo una despedida. Al poco tiempo él se murió. Me lo acuerdo con esa sonrisa y me emociono. A la larga es eso lo que te queda.
 

«Desde los seis o siete años hago terapia. En el fondo había un comportamiento raro en mí. Incendiaba a las hormigas. Corté un cable enchufado. Me trepaba por la baranda de un balcón.»

 
Maleva es curiosa por la linda vida. ¿Qué te conecta con ese concepto, con el disfrute?
La buena comida, los vinos. Tengo una pequeña cava. Pero no soy un sibarita. El andar en bicicleta, ahora más que me operé de los meniscos. El cantar. Muchos no lo saben, pero sigo estudiando canto para un proyecto de comedia musical para 2014 en la que voy a interpretar a un Carlos Gardel vampiro. También disfruto de la cosa urbana, del barrio. No se me dio eso de ir a vivir a un country. Nunca me llamó esa alternativa. No creo que sea un modo de vida que pueda seducirme.
 

Trailer de Cornelia Frente al Espejo que se exhibe en el MALBA:


 
De adolescente River Plate estaba entre tus pasiones. ¿El descenso a la B llegó a generarte dolor?
Viviendo en España perdí el fanatismo en muchos sentidos. El fútbol quedó como un recuerdo de esas épocas en que jugaba en Ameghino de Sáenz Peña. Una vez que descubrí el teatro el fervor pasó a estar todo de ese lado. Era inevitable el encuentro con la actuación dada la historia de mi madre (es la actriz Roxana Randon).
 

«Me gustan la buena comida y los vinos. Tengo una pequeña cava. Pero no soy un sibarita. También me gusta andar en bicicleta. Y cantar. Muchos no lo saben, pero sigo estudiando canto para un proyecto de comedia musical para 2014 en la que voy a interpretar a un Carlos Gardel vampiro. También disfruto de la cosa urbana, del barrio. No se me dio eso de ir a vivir a un country.»

 
¿Qué te depara en breve ese “azar” que, en palabras tuyas, “siempre juega a favor”?
Estoy viajando a México a grabar una serie para Fox. Me voy a quedar tres meses. Mientras, en la Argentina se emite En terapia 2, por Canal 7, uno de los proyectos televisivos más hermosos que viví. En el MALBA, nueve meses después del estreno, siguen exhibiendo la película Cornelia frente al espejo, de Daniel Rosenfeld. Cuando vuelva tengo el rodaje de Aire puro, un film de Anahí Berneri. Y en breve se estrenará la película que protagonicé de Alberto Lecchi, Sola contigo, con Ariadna Gil. Para el año que viene esperaré el estreno de la película argentina que filmé Relatos salvajes, de Damián Szifrón, que produjo Pedro Almodóvar. También espero ansioso un proyecto para trabajar con Ricardo Darín en el cine. Y voy a encarnar a un Gardel Drácula en una comedia musical teatral. Después, el azar dirá. Me gusta pensar que la actuación me salvó la vida.
¿La sigue salvando?
Todos los días.
 
Fotos: gentileza Leonardo Sbaraglia
(Sobre Mar Zucchi: es periodista y Lic.en Comunicación, desde hace 12 años que trabaja en Clarín. Realizó coberturas periodísticas en Marruecos, España, Francia, Italia, Guatemala, México, EE. UU y otros países. Se especializa en entrevistas a figuras del espectáculo tanto nacionales como extranjeras de la talla de Tom Cruise, entre otras. Trabajó en Radio Rivadavia, La Red y Radio Mitre. Se encuentra preparando su primer libro de entrevistas.)