"LA PINTURA ES UN GRITO VISCERAL": LAUTARO KEUDELL CUTTICA / ENTREVISTA / POR CANDELA INI

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Lautaro vive en Nueva York desde 1996
«LA PINTURA ES UN GRITO VISCERAL»: LAUTARO KEUDELL CUTTICA / ENTREVISTA / POR CANDELA INI. 

 
En su estudio de Bushwick, en Brooklyn, suena Bob Dylan a un volumen tan alto que inunda el ambiente. Lautaro (29) ubica diez bastidores de 2,20 metros por 1,80, se calza los guantes y usa las manos para esparcir pintura de colores vibrantes sobre las telas. Primero forma el fondo, y después empiezan a aparecer las figuras de mujeres, una de las principales singularidades de su obra. Para él, este proceso significa una expresión corporal y una descarga muy fuerte que le provoca adrenalina, como si estuviera en un ring de box. Lautaro se inspira en la figura femenina, en la arquitectura y en Charles Bukowski, de quien leyó toda su obra. Nació en 1987 en Buenos Aires y vive en Nueva York desde los nueve años. Se formó en Cooper Union en arte y en arquitectura.  Dejó su huella en Icon Bay, el edificio residencial desarrollado por Related group en Miami, donde fue convocado para pintar los murales que visten las paredes del edificio. Hoy, su obra se encuentra en galerías como Praxis, en Nueva York, en Espacio Enso, y también está en consideración para formar parte de la colección del Perez Art Museum, en Miami.
¿Cómo definís tu estilo?
Soy un expresionista, considero que mis cuadros son artefactos de una energía inmediata del presente. Y mi objetivo es dejar un registro físico de mi relación como artista con la tela. Yo veo el arte como algo muy fundamental y está muy ligado con nuestra identidad como raza humana. Creo que la raza humana se destaca de la naturaleza porque logramos separarnos del círculo ecológico. Y estamos en un estado de observación y eso lo logramos gracias a la arquitectura, a poder levantar una pared. La pared nos trae la libertad de tener que preocuparnos por nuestras vidas, libertad a través de la seguridad. Y de ahí nació el arte, gracias a esa pared. Los primeros cuadros fueron hechos sobre cuevas, entonces para mí el arte, si la arquitectura es como una trascendencia de la naturaleza, es una trascendencia de la arquitectura. Para mí es muy fundamental el arte y yo a veces me siento como si fuera ese señor hace veinte mil años, que está expresando algo muy fundamental en esa cueva. Por eso considero que la pintura es un grito visceral y una expresión de cosas filosóficas, culturales y muchas cosas espirituales que pasan a través mío. Considero mi rol como artista como un embudo de muchas cosas que suceden. como un traductor de la energía.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Pongo diez bastidores, uno al lado del otro, y la música muy fuerte, por ejemplo, Bob Dylan. Después, con guantes en las manos, empiezo a usar las manos para esparcir la pintura por la tela. Y es una expresión corporal, como una descarga muy fuerte. La obra es como criar un hijo. No podés controlar lo que querés hacer desde un principio, termina siendo muy diferente.

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Mural en el edificio Icon Bay de Miami

«La pintura es un grito visceral y una expresión de cosas filosóficas, culturales y muchas cosas espirituales que pasan a través mío. Considero mi rol como artista como un embudo de muchas cosas que suceden. como un traductor de la energía.»
 

Tus obras tienen una paleta de colores vibrantes, saturada, ¿cómo surge esto?
Uso una paleta bastante saturada, con colores fuertes. Tengo un estilo bastante corporal y esos colores fuertes creo que representan eso, la fuerza y lo corporal. No pinto con pasteles porque, si bien me gustan obras así, no me siento así muy seguido, mi espíritu no refleja eso.
¿Qué sentís cuando pintás?
Cuando empiezo a pintar siento y me imagino lo que siente un boxeador al entrar al ring a pelear, una sensación simultánea, algo que no tenés que hacer pero que sabés que lo tenés que hacer y ni bien suenan la campanita te olvidás de todo, y así es como se siente un poco cuando empezás a pintar, te ocupa otro espíritu y tomás decisiones que no las pensás desde el lado consciente sino desde algo mas profundo, no tan intelectual, como visceral. Y es una visualización inmediata de tu estado espiritual, como que te desnudás inmediatamente y podés ganar o podés perder. A veces hago obras que no me gustan y puede llegar a ser muy doloroso, es como un fracaso. Pero como todos los boxeadores saben, es normal perder
¿Y qué pasa con esas obras que no te gustan?
A veces las reciclo, las guardo y las miro después de un buen tiempo. El tiempo es un buen colega de trabajo, porque uno se invierte emocionalmente, se engancha mucho y pierde por completo la objetividad de lo que está haciendo, entonces empezás a ver algo que no esta ahí. Siempre es bueno guardar la obra, empezar otra y verla un tiempo después, y muchas veces surge que obras que no te gustaban te terminan gustando, y esas malas pueden terminar siendo parte de otra etapa de vida. Para llegar a una obra buena a veces tengo que pasar por tres o cuatro obras malas. ¡Cuando alguien compra un cuadro mío es como que esta comprando cuatro obras! La historia del arte es bastante censurada, conocemos a los grandes artistas pero no conocemos sus “fracasos”, mirá, ¡Francis Bacon quemaba sus obras cuando no le gustaban!
Creciste en un hogar donde el contacto con el arte era algo natural, ¿cómo surgió que vos te acercaras?
Es interesante porque, en muchos casos, el arte es para muchos artistas un método de escape o rebelión en contra de una vida convencional o conservadora. En el caso mío, yo ya estaba en un estado artístico entonces para mí el arte no era una forma de rebelarme, ya era el estado natural en mi familia. Y siempre me atrajo, siempre levantaba el pincel y pintaba y hacía una obra y seguía con la próxima. 200 obras después, a los 16 lo decidí con seriedad y me puse como objetivo ser artista. En NYC es bastante comun que haya hijos de artistas. Fui a la escuela y a la universidad con muchos chicos así compartimos el tema de ser artistas de segunda generación.

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Golden Girl

«Buenos Aires es una ciudad muy complementaria a Nueva York, son como dos lados de la misma moneda; Nueva York es una ciudad con el foco en la carrera y el laburo y Buenos Aires el foco lo tiene en la familia y la vida social. Entonces a mí me gusta intercambiar, es tan lindo estar influenciado por las dos culturas al mismo tiempo.»

 
¿Qué influencias hay en tu obra? ¿Porqué aparecen las mujeres y la arquitectura?
En mi obra se nota mucho la influencia de nueva york, vivo acá desde 1996. La arquitectura está ahí porque, además de que estudié arquitectura, para mí entre la arquitectura y el arte hay un vínculo importante. Y vengo dibujando mujeres hace tiempo, creo que forman parte de la tradición del arte y que es una figura que va a inspirar siempre. Y aparecen en la tela. Me gusta el contraste entre la vida real y las imágenes que encuentro en libros o en internet.
¿Cómo se llevan Buenos Aires y Nueva York en tu vida?
Buenos Aires es una ciudad muy complementaria a Nueva York, son como dos lados de la misma moneda; Nueva York es una ciudad con el foco en la carrera y el laburo y Buenos Aires el foco lo tiene en la familia y la vida social. Entonces a mí me gusta intercambiar, es tan lindo estar influenciado por las dos culturas al mismo tiempo. Tengo muchos amigos en Buenos Aires. En cambio, Nueva York tiene un ritmo muy acelerado, todo sucede muy rápido, es otra velocidad. Acá me siento en un nivel competitivo internacional, están los mejores de todas las carreras posibles, y bueno, te impulsa a ser mejor.
 
Llamaste a tu última muestra “There’s a blue bird in my heart”, como el poema de Charles Bukowski, ¿porqué lo elegiste?
Lo elegí porque es como que ser artista es un poco así, tenés algo adentro delicado que escondés y protegés, y lo protegés del caos y el quilombo de la vida moderna que desprecia lo delicado, vivimos en una sociedad muy competitiva. uno se expone mucho y te hace muy vulnerable ser sensible, en el caso de bukowski, él escondía q era poeta para sobrevivir cada tanto lo sacas para afuera sin que nadie mire.

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Colores vibrantes: una de las características de su obra

«Con guantes en las manos, empiezo a usar las manos para esparcir la pintura por la tela. Y es una expresión corporal, como una descarga muy fuerte. La obra es como criar un hijo. No podés controlar lo que querés hacer desde un principio, termina siendo muy diferente.»

 
¿Cómo es tu vida en Nueva York?
Yo vivo y trabajo en mi estudio, entonces trato de salir del estudio lo máximo posible, paso muchas horas solo y si no salgo me empiezo a volver loco, como Tom Hanks en Náufrago. Así que tengo que hacer un laburo para salir. Ayer agarré la moto, me fui al Metropolitan y después a la Neue Gallery. Pero a veces hago stand up en un bar, estoy empezando. Es muy catártico, se siente parecido al momento en el que pinto, estás ahí parado, muy vulnerable, y tenés que presentarte, y bueno, a mí me hace bien. Se parece a la anticipación de un boxeador a punto de salir a un ring también. De vez en cuando logro que alguien se ría, empecé hace muy poco, pero me gusta ir a hacerlo. Es como que me hace humilde, es una liberación del ego. Te subís al escenario y te das cuenta de que sos un personaje de tu vida.
¿Dónde están expuestas tus obras hoy?
Acá en New York hay en Praxis, en Buenos aires en Enso, y ahora mi obra está en consideración para ser agregada a la colección del Perez Art Museum. Jorge Pérez me compró varias obras.
¿Qué sentís cuando se vende una obra tuya?
Mucha felicidad. Mas allá de lo económico, es muy inspirador, te da mucha energía para seguir levantando el pincel. Mis coleccionistas y mis galeristas se quejan de que yo no firmo mis obras y tengo que ir a sus casas a firmarlas, me olvido porque en mi mente tengo muy presente que este es Lautaro y estas son sus obras, mi rol físico en la obra es tal, que termino un cuadro y me olvido de firmarlo.
Fotos: gentileza Lautaro Keudell Cuttica