Uno de los destacados es Woskoboinik, un rincón lleno de brillos y espejos que, sin duda, es el favorito de Instagram
La séptima edición de Buenos Aires Directo de Artista ya está entre nosotros. Nada menos que la feria de arte contemporáneo de venta “directo de artista” más grande del mundo que logra acortar la brecha entre los artistas y el público general como nunca antes. Del 12 al 15 de octubre, de 14:00 a 21:00h en el Pabellón Verde de La Rural (Av. Sarmiento 2704 – C.A.B.A.), esta vidriera de alta exposición para artistas locales e internacionales, emergentes y establecidos abrirá sus puertas, especialmente, para quien quiere comprar arte, pero no siempre puede. Este año, cada artista debió presentar por lo menos diez obras con un precio máximo de hasta $3500 y la compra de cualquier pieza puede ser efectuada en 18 cuotas sin interés con Mastercard, algo sin precedentes en la escena del arte local. Pero entre 250 artistas, es fácil perderse cuáles son las joyitas de la feria. Por eso, desde Maleva seleccionamos los 10 artistas que tenés que visitar, sí o sí:
En esta edición de BADA, las mujeres fueron las protagonistas, sin duda alguna. Y entre ellas, la joven Mauge Saenz Asprea y sus coloridos cuadros son casi lo primero que vemos al ingresar al predio. Con técnica mixta – en la que combina papeles pre pintados adheridos al lienzo con acrílico y pintura – Mauge describe su arte, abstracto y femenino, como “liviano y sútil, con una frescura”. Y es esa frescura, que nos da un respiro entre el boom del arte tipográfico y el canon de lo figurativo, lo que más necesitamos en estos tiempos. En la pared izquierda de su stand, más de 20 cuadritos cuelgan en armonía perfecta, a tan solo $1550 cada uno.
Uno de los stands más grandes de la feria y uno de los artistas con más trayectoria. Sentado junto a su esposa, Marco Otero es un hombre mayor, de anteojos, ojos claros y una nube blanca que cubre su cabeza. Este mismo arquitecto, pintor, escultor, escenógrafo y docente; dijo alguna vez, cuando explicitaba los que para el eran los mandamientos del artista: “Pintarás todo y todos los días, para mantenerte vivo, la inspiración te tiene que encontrar trabajando”. Y es así como este artista, cuyo nombre aparece escrito a mano en cada una de las paredes que delimitan su espacio en BADA, compuso sus numerosas series Memorias, Opus y DNA. Pintura abstracta, dípticos acrílicos sobre tela, formas geométricas y pinceladas estridentes que parecen insinuar vibras futuristas capturan el ojo y hacen temblar la billetera porque, ¿quién no querría un cuadro de un artista que expuso en bienales, ArteBA y hasta el palacio Duahau?
En el stand 122, los cuadros de Mónica Guilmard se distinguen a la distancia: un estridente naranja parece pedir a los gritos que los visiten. “A mi de chica no me gustaba el naranja, me acuerdo que mi abuelo me había regalado una pollera naranja y la odiaba”, ríe la artista, “pero en las obras me encanta el contraste que tiene con el negro”. En ellas, utiliza tinta china, acrílico, pastel e incluso acuarelas, para insinuar horizontes, sugerir montañas y susurrar tímidos árboles. Con obras de hace ya dos años y piezas nuevas creadas especialmente para BADA, sus paisajes difusos y cielos tormentosos son unos de los hallazgos de esta edición.
El proyecto de dos fotógrafas experimentadas y diseñadoras gráficas –Mónica Vila y María Graziani- que tras años de trabajar con expositores e impresiones Fine Art Print, decidieron que querían llegar a más gente. “Existe un público de entre 30 y 45 años que quiere comprar arte y no tiene los recursos, por lo que quisimos idear un formato para bajar los costos y acortar esa brecha”, admiten. Increíbles fotografías que quizás se podrían relacionar más a lo decorativo, pero que no por eso pierden simbolismo, en medidas estándar y marcos predeterminados. Tras sus numerosos viajes, ambas artistas han recolectado un arsenal de imágenes, desde palmeras, selvas, autos cubanos hasta taxis neoyorquinos, listas para imprimir y colgar en cualquier espacio. Pero en esta incursión al mundo masivo, siempre está el miedo de caer en lo comercial: “está muy de moda bajar imágenes de Pinterest, imprimirlas y colgarlas. Nosotras nos diferenciamos porque nuestras fotografías tienen una historia y un significado detrás”.
El Colectivo de artistas FEBOASOMA se caracteriza por demostrar la importancia del arte textil con increíbles bordados dentro del circuito del arte. Para BADA, su propuesta es simple y poderosa: presentaron las últimas creaciones en formato gigante. Flores enormes, bordados únicos, pájaros imponentes y detalles casi imperceptibles en telares que cuelgan desde el techo y contra las ventanas del predio. Imposible pasarlas de largo e imposible no quedarse admirándolas.
Cuando Lucas tenía solo 9 años, Belén Peltzer le puso una cámara en la mano y el resto fue historia. Hoy, aquel niño se convirtió en artista y fotoperiodista, a punto de participar del reconocido BIENALSUR y con proyectos que pocos pueden contar en su currículum. En BADA cuelgan las fotos de su última travesía por Europa, una caminata desde Berlín hasta Turquía siguiendo los pasos de los refugiados y sus restos. Aunque, una curiosidad, en un primer momento su destino fue Siria, pero el presidente turco no permitió continuar su travesía sin flamear una bandera en su nombre.
Junto a estas, cuelgan las fotografías de Belén, su madre, desde pequeños cuadros tomados con Iphone y una hilera de instantáneas, hasta gigantografías de un oasis único en Lençóis Maranhenses –que debo admitir, pensé había sido tomada con drone –. A la hora de sacar fotografías, no juzga la técnica, tan solo sigue su necesidad de capturar el momento. “Cuando tenés ganas de sacar fotos, le sacás a todo”, confiesa. A su lado, cálidas de Mar de Ajo, un gran contraste, close ups de agua (mis favoritas), trapos, pedazos de carnes y más curiosos objetos que pierden su definición cuanto más cerca se les aprecie. Y bajo la mesa, cientos de fotografías pequeñas, listas para ser enmarcadas. “Ni te imaginas la cantidad que tengo en la nube”, ríe. Un imperdible un poco desapercibido pero con una gran historia detrás.
La joven artista Sara Stewart Brown siempre fue defensora del “arte original a precios accesibles”. En su serie “Papelitos de Colores”, cientos de cuadrados se incrustan en un lienzo blanco, para conformar un cuadro fresco y divertido. Esta artista, que hace pocos meses cerró el capítulo que dio vida a su galería de arte en Recoleta –Punto Kiwi-, se define en sus redes como una “pop artista wannabe” (pero creemos que ya lo logró). “La serie de Papelitos (técnica mixta en papel) surge de una inquietud estética por plasmar, en la obra, un estado de “exaltación y felicidad”, explica. Y es eso mismo lo que trasmite cada una de sus piezas.
Sus pinturas parecen fotografías. Leones de dos metros y cebras con ojos que penetran intimidan desde uno de los primeros stands del predio. Si no nos dijeran que eran pinturas, no lo creíamos. En lo que él llama “proceso HD”, logra dar vida a estos animales mediante la pintura realista y así logra también, consagrarse como uno de los descubrimientos de BADA 2018.
El favorito de Instagram – con el spot para la foto perfecta delineado en el piso y un hashtag para seguir las fotos #amartesarte. Amarte es la obra de arte es la exposición de Paula Woscoboinik, joven directora de fotografía y fotógrafa, e Ivana Woscoboinik, que consiste de, como era de suponerse, espejos. Apliques brillantes, marcos enceguecedores, y cuadros con piedras, juguetes, llaveros, perlas, brillantina y todo objeto que brille prometen cientos de likes en las redes. Al costado, un espejo revela un pasaje de Jorge Luis Borges: “El arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara”. Nunca mejor dicho.
Claramente, no es su primer BADA. Sus obras en 3D, mezcla entre obra pictórica y escultura, combinan mil y una técnicas. Desde piedras y saquitos de té sumergidos en resina para siempre, cuadros con legos –creados y pintados por ella- hasta moldes, lo hay de todo (incluso collares a $100). Además, sus obras “Sushi” apilan cientos de rollitos de papel teñidos individualmente y organizados en degradé. En su trabajo, logró conjugar materiales clásicos con objetos de la vida cotidiana para utilizar las propiedades simbólicas de cada uno y la relación que ellos mantienen con la obra.