QUEBEC: UNA MUY PODEROSA RAZÓN PARA VIAJAR A CANADÁ / ¿QUÉ HACER Y QUÉ CONOCER? / POR FLOR NIJENSOHN (DESDE CANADÁ)

BENSON QUA

El parlamento de Québec: uno de los palacios más lindos de la ciudad de Québec

“¿Por qué Canadá?” fue la pregunta que más escuché durante mi último viaje, e incluso antes de emprenderlo. ¿Por qué Canadá? Por su mezcla de culturas, porque todo funciona bien, porque, aún cuando las posibilidades de explorarlo son infinitas -es el segundo país más grande del mundo- diez días alcanzan para enamorarse de sus paisajes, sus ciudades, su personalidad y, sobre todo, su gente. ¿Por qué Canadá? Entre otras cosas, por la región de Québec.


1) EL REINO DEL MAPLE SYRUP (O MÁS BIEN DICHO SIROP D´ÉRABLE) Y LOS BOSQUES DULCES

TireDÉrable

La provincia de Québec huele a dulce, especialmente en primavera. Cuando la nieve empieza a derretirse, arranca la temporada de producción de maple syrup o sirop d’érable (sí, en francés, porque es el idioma oficial de la región). Las cabanes à sucre, espacios en medio del bosque en los que se instalan dispositivos en los árboles de arce para recoger su savia, se llenan de locales y turistas que van a endulzar las últimas heladas del año con este sabor característico de la zona. El proceso es totalmente natural: el líquido recolectado del interior de los troncos se hierve sin ningún aditivo, y esa reducción se termina transformando en el riquísimo syrup. Las adaptaciones son muchas, y los productores artesanales venden el érable en distintas variantes además del jarabe, como por ejemplo la pâte à tartiner, el azúcar y hasta el maple taffy, una suerte de chupetín que se obtiene esparciendo sobre la nieve fría una tira de caramelo de arce bien caliente que, al solidificarse instantáneamente, se enrolla con un palito de helado.

 

 2) VIEUX QUÉBEC: ¿QUIEREN ENTRAR EN UN CUENTO?

TONY WEBSTER

Visitar la ciudad de Québec, capital de la provincia que lleva el mismo nombre, es adentrarse en un cuento por un ratito. Es poner en pausa el ritmo frenético del turista para vivir dos días (tiempo que recomendamos pasar ahí) en silencio y tranquilidad. La magia empieza desde el momento en que pisás la ciudad vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. El plan ideal es perderse caminando por las callecitas del Petit Champlain, subir las escaleras hacia la ciudad amurallada, pasear por las Plaines d’Abraham y cruzar el río Saint-Laurent hacia el pueblo vecino de Lévis para encontrar la mejor vista de Québec.

A las cinco de la tarde, la ciudad empieza a apagarse -todo cierra a esa hora salvo los restaurantes- y es el momento perfecto para aprovechar un rato de descanso. Old Québec está lleno de alojamientos boutique pensados para optimizar y disfrutar esos momentos de ocio, y la Auberge Saint-Antoine en particular cumple con el objetivo de ser ese refugio al que cualquier turista quiere llegar después de varias horas de paseo: cálido (con hogar incluido en el lobby para reponerse de las bajas temperaturas que reinan la mayor parte del año) y con un servicio de primer nivel, este hotel miembro de la cadena Relais & Châteaux es un lujo de precios accesibles, con habitaciones desde 160 usd por noche.

Otra forma recomendable de vivir la linda vida en Québec es con una cena gourmet en el Château Frontenac, imponente hotel histórico que se alza a lo alto de la ciudad fortificada. Su restaurant Le Champlain ofrece la Expérience Modat (por su chef, Stéphane Modat), un sofisticado menú de cinco pasos con platos que cambian todas las semanas según los productos de estación.

 

 3) MONTREAL: HUB CULTURAL (POR ALGO AQUÍ NACIÓ EL CIRQUE DU SOLEIL)

jason thibault

Llegamos a la ciudad más cosmopolita de la provincia de Québec. Si algo caracteriza a Montréal, además del melting pot de culturas fruto de su herencia francesa e inglesa y de la inmigración más reciente, es el lugar preponderante que ocupa el arte. No sólo es sede de varios festivales que se realizan durante el verano y convocan a miles de personas – el de jazz y el de comedia son los más importantes del mundo en sus respectivos rubros-, también es la cuna de la tradición circense de alto vuelo artístico encabezada por el Cirque du Soleil. Además, tiene varios espacios neurálgicos de la ciudad dedicados a diversas expresiones artísticas. Es el caso de la Place des Arts, que reúne museos, salas de conciertos, ópera y ballet. Al caminar los barrios de Montréal, por ejemplo por la Promenade Fleuve-Montagne (un recorrido peatonal de casi 4km que une el puerto del Vieux-Montréal y el Mont-Royal, con una vista imponente en altura), enormes murales pintados por distintos artistas construyen a cada paso con colores vibrantes la personalidad de este hub cultural de Canadá.

4) ALGUNOS TIPS MALEVENSES PARA SACARLE TODO EL JUGO A MONTRÉAL

OliveEtGourmando
Para arrancar: los locales no empiezan el día sin un buen desayuno o brunch. En el Viejo Montréal, decenas de personas se apiñan en Olive + Gourmando, el café hipster del momento. Otro must para locales y turistas es el bagel al estilo montréalais (que difiere del neoyorquino básicamente por su cocción en un horno de leña), con Fairmount y St.Viateur como spots favoritos para conseguirlo y comerlo calentito en el momento.

Para cenar: Muchos de los mejores restaurantes de la ciudad ofrecen menús de late dining por un muy buen precio. En un país en el que se suele cenar a las seis de la tarde, esta opción, que arranca a las 21.30, parece hecha a la medida del turista argentino. Para una opción más al paso y de comida típica de la zona, el plato por excelencia es la poutine, una demoledora delicia de papas fritas, queso en grano y salsa tipo gravy. ¿Dónde probarla? ¡La Banquise o Frite Alors!.

Para dormir: Le Mount Stephen, ubicado en pleno Golden Square Mile, cerca de todo y con un concepto que mezcla actualidad y legado cultural al integrar un moderno diseño de habitaciones con la antigua casa de un Lord inglés construida en el Siglo XIX.

Fotos: gentileza Jason Thibault, Tony Webster, LYLYYYB, Benson Qua (Creative Commons de Flickr) y gentileza Olive + Gourmando.