«La nueva democracia del whisky (o cómo las mujeres pasamos del respeto al deseo)»

En su primera columna sobre el mundo de la coctelería para MALEVA de la serie «A fondo Blanco», la periodista Natalia Torres pone foco en la «deconstrucción» del whisky, una bebida tradicionalmente masculina que ahora deja de tener una barrera de género para ser parte también del deseo femenino

«Qué el respeto se transforme en deseo», es el camino que propone respecto al whisky la barmaid Vir Calderón

«La nueva democracia del whisky(o cómo las mujeres pasamos del respeto al deseo) «. Por Natalia Torres.

Días atrás, en una cata de whisky para celebrar el International Scotch Day, escuché a Martín Mondragón, bartender y brand ambassador de Diageo, marcando que usualmente en ese tipo de eventos las mujeres suelen ser mucho más curiosas y atentas a la escucha que los varones.

En la cancha del conocimiento también se disputan juegos de poder. Y en ese marco, hacer preguntas o demostrar interés es – en el esquema de construcción de la masculinidad estándar- desnudar un bache de ignorancia que equivale a debilidad.

En este punto, las mujeres avanzamos con la ventaja de dos saberes: que las preguntas abren puertas, y que siempre se puede empujar cuando la cerradura de los espacios falazmente acaparados por hombres están demasiado firmes.

«Del respeto al deseo. Como en tantos otros temas relacionados con cuestiones de género, las jóvenes generaciones ven con lentes de absurdo lo que para otros fue un orden inamovible. “Es una bebida, no hay ley impuesta en ningún lado de quién está capacitado para tomarla”, señala la barmaid Vir Calderón con la sonrisa del que decreta lo obvio…»

Borrachas e impuras. Incluso dentro del mundo masculino el whisky ya venía transformándose. Martín recordaba también un antiguo anuncio protagonizado por un hombre impecablemente trajeado acompañado por la leyenda “Algún día vos también vas a llegar”. Ese camino le pareció un esfuerzo innecesario que bien valía la pena cuestionarse.

“Imaginémonos a nosotras en aquella época replicando la misma foto. Borrachas e impuras. ¿no?”, se pregunta Euge Harttig, comunicadora social y fundadora de la comunidad Minas Whisky, que fomenta el aprendizaje y la diversidad de voces en el mundo del whisky. “El animarse a probar o a revelar el gusto que una tiene por una bebida masculinizada viene de un trabajo colectivo en el cambio de la psicología social”, advierte.

Las antenas empresariales ya captaron estos movimientos sísmicos y apuntan a quitar al whisky del corset que lo limitaba a un consumo rígido y ritualizado. Highballs en el que se une con jugos y soda, y guiños a la vilipendiada mixtura con gaseosas ya son instrucciones no sólo aceptadas sino impulsadas por las grandes destilerías. “En Minas Whisky tenemos el apoyo de grandes marcas y eso es un gran plus. Comunicar la importancia de pensarnos desde la igualdad también lo es”, explica Euge.

El eterno interrogante de si nace de la convicción o del marketing quedará abierto a consideración de las y los consumidores. A mi, por lo pronto, se me viene a la mente el primer profesor de boxeo con el que tomé clases, años atrás, que tenía como mantra el precepto reikista “lo que no se aprende por comprensión se aprende por dolor”.

Del respeto al deseo. Como en tantos otros temas relacionados con cuestiones de género, las jóvenes generaciones ven con lentes de absurdo lo que para otros fue un orden inamovible. “Es una bebida, no hay ley impuesta en ningún lado de quién está capacitado para tomarla”, señala la barmaid Vir Calderón con la sonrisa del que decreta lo obvio.

«El eterno interrogante de si nace de la convicción o del marketing quedará abierto a consideración de las y los consumidores. A mi, por lo pronto, se me viene a la mente el primer profesor de boxeo con el que tomé clases, años atrás, que tenía como mantra el precepto reikista “lo que no se aprende por comprensión se aprende por dolor…»

En Sede Whisky, el bar donde la pueden encontrar detrás de la barra, el whisky se encara sin preconceptos ni divisiones. Esa vocación delimita la importancia de que el consumo de espirituosas ofrezca espacios seguros en el sentido feminista del término: lugares donde mujeres y disidencias no deban enfrentarse y puedan vivir un aprendizaje relajado.

“A las que están acostumbradas a beber cócteles pero al whisky le tienen cierto respeto, se las puede ir guiando de acuerdo a perfiles de sabores, ayudando a introducirlas a ese mundo de una manera amable”, explica Vir. “Así, ese respeto se transmuta a deseo”.

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Foto: gentileza Unsplash / Bas Osterwaald