El bucólico parque entre sierras de la hostería La Cascada
A 351 km de Buenos Aires, Tandil, pronto será sede de un futurista edificio inteligente de la mano de Globant (el unicornio tecnológico argentino que cotiza en Wall Street), pero aún conserva mucho de la entrañable tranquilidad de pueblo, sobre todo viniendo de una gran ciudad. ¿Un dato curioso? Ninguna de las franquicias tan amadas por los porteños funcionó allí. Lo mejor es siempre local, ¿no? Anfitriones tanto para los vecinos como para los turistas, si hay algo que los tandileses no son es egoístas: picadas gloriosas e interminables charlas no escasean. Pero una escapada a las sierras ya no solo implica unos cuantos kilos más en la temeraria balanza, su nueva y extensa agenda de actividades es hoy una tentación para aquellos que disfrutan de viajes renovadores, a pocas horas de casa.
Época de Quesos: un local que es uno de los templo de delicias tandileras
Originalmente basado en las actividades relacionadas a la religión, hoy su turismo es casi tan diverso como el de Buenos Aires. Festivales de cine y teatro, bares con shows de tango y de jazz e incluso la tan popular Oktober Fest (sí, también se festeja ahí!) son solo algunas de las tantas excusas para visitarla. “La idea es cambiar por qué la gente viene a Tandil, que ya no sea una parada o un viaje por Semana Santa. Que vengan por las carreras, los eventos y los deportes” , le explica a MALEVA el Director de Turismo del Municipio de Tandil, Alejandro Bonadeo.
Su arma más poderosa es el turismo aventura: rappel, mountain bike, trecking, cabalgatas, carreras y circuitos en motos por las sierras ya convocan deportistas de todo el país, y no solo Juan Martín del Potro. Una cita anual para todos ellos es el Cruce Osde Tandilia, una increíble competencia de obstáculos que este año tendrá lugar el 6 y 7 de enero. Ahora en Tandil se proponen otro objetivo: romper el récord del salame más grande del mundo.
Aclaremos algo, para cumplir este objetivo se deben producir por lo menos cinco metros por año. Se podría decir que se trata de la capital argentina del salame. Pero no por estas nuevas propuestas debemos olvidar las clásicas visitas tandileras. Por algo lo clásico no pasa de moda. Visitar el Monte Calvario, disfrutar de exquisitos platos en la cabaña del cerro Centinela (¡no se pierdan su pastel de cordero con azúcar negra!), o una interesante visita guiada por el Palacio Municipal nunca están de más. Y claro, la infaltable parada en el almacén tradicional Época de Quesos (en 14 de Julio 604, su nombre lo dice todo) es obligatoria. La tentación es imposible de evitar: estés cuidando el bolsillo o no, unos cuantos billetes simplemente desaparecerán. Porque el mejor souvenir de Tandil es siempre un buen queso, salame o jamón de esta casa de fiambres, emplazada en una construcción que data de 1860. El local de Syquet, en una esquina del centro (Mitre 599), también es imponente (sobre todo su cámara de jamones estacionados en las paredes). En cuanto a la escena foodie, uno de los restaurantes más aclamado es Tierra de Azafranes (San Martín 1002), con un patiecito genial, y una carta con una clara impronta de mar, con paellas, risottos y pescados en un lugar privilegiado. Aunque también tienen platos más clásicos como muy ricas pastas y carnes (el pollo con crema de hongos está super bien). Lo que no todos saben es que Tandil es una pujante representante del boom de las cervezas artesanales (y donde hay cervezas artesanales también hay divertidas cervecerías). Harriz (Maipú 501; muchas noches con música en vivo); y las más trendies Piaf (Pinto 496), y Ogham (oriunda de Mar del Plata, en calle Pinto 636), son buenos lugares para brindar con una pinta. También hay un Antares (Av España 737). Dato: prueben lo que hace la microcervecería Tandilia (Belgrano 1358), que este año llegó a competir en un certamen regional en la que buscó el galardón de mejor cerveza de América Latina. Asimismo, vale la pena una visita a la pionera de las cervecerías artesanales Quarryman (San Gabriel 360).
El bar y cervecería Piaf, a pleno
Seamos honestos, ninguna escapada está completa sin una habitación que lo tenga todo. Ya no buscamos solo una cama donde dormir tras recorrer cada rincón de la ciudad, el hotel es también una experiencia. Un bungalow al pie de las sierras con un imponente ventanal para despertarse inundado de verde es una escena que, aunque inusual, es posible de protagonizar a solo 375 km de la jungla de concreto porteña. Por esto, nuestra elegida es la Hostería de la Cascada (Av. De Mayo 700) Con más de veinte hectáreas, sobre sus tierras desemboca la única cascada natural de Tandil. Para los intrépidos, basta con salir de su encantador bungalow y caminar, adentrándose en las sierras en un paseo propio de cuentos. Para aquellos que no confían en su sentido de orientación o simplemente buscan relajarse, las actividades ofrecidas incluyen paseos en caballo, caminatas, tirolesa, catas en una exclusiva cava e incluso un increíble masaje.
La hostería es una casona de estilo colonial con un estilo rústico-campestre (pero muy elegante a la vez). La propuesta consiste en pintorescos bungalows (con capacidad para 2-5 personas). Esta casona colonial ofrece servicios de todo tipo entre los que se destaca fuerte su piscina cubierta climatizada con una vista serrana sublime. A su vez, la faceta culinaria no está descuidada en lo más mínimo: su restaurante explora la cocina rural argentina pero desde un abordaje gourmet, en su cava tienen desde vinos de Tandil hasta las mejores etiquetas argentinas y además organizan parrilladas con cortes de muy buena calidad.
¿Ya pensando en irse? Ya se imaginaron las sierras, las picadas infinitas, las cervezas artesanales, el hospedaje a lo grande, y no pueden esperar. Por eso, antes de su próximo viaje aquí unos últimos consejos malevenses a tener en cuenta: disfrutar de una parrillada con cerveza tirada en el concurrido bar Chacabuco (sí, su slogan es Parrilla y Cervecería, sólo imaginen); comprar la popular mermelada “Los dulces de Titi”; disfrutar del segundo Food Truck Festival del 7 al 10 de diciembre.
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Fotos: gentileza municipio de Tandil y Hostería de la Cascada