SOFÍA Y PAULA REYNAL: LAS HERMANAS DETRÁS DE NANÁ

 

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Paula y Sofía Reynal, creadoras de NANÁ

 

Sofía y Paula Reynal: las hermanas detrás de NANÁ. Por Santiago Eneas Casanello. FOTOS: JACINTO FREIXAS.

 
En lo que las hermanas Sofía (28) y Paula (26) Reynal son un espejo una de la otra no es en un rasgo físico sino en una actitud: no paran de sonreír. A las creadoras de uno de los restaurantes más en boga y con más personalidad de Zona Norte, NANÁ (Hipolito Yrigoyen 499), les cuesta, de hecho, no esbozar una sonrisa (agradecido el fotógrafo de MALEVA que no tuvo que despertar con bromas a dos estatuas). ¿Habrá alguna relación entre ser emprendedoras tan jóvenes y no parar de sonreír? Sofía piensa que sí, que es probable, porque en definitiva para animarse a crear algo de cero, y más un negocio tan complejo, sacrificado y arriesgado como un restó, hay que ser optimistas.

«En lo que las hermanas Sofía (28) y Paula (26) Reynal son un espejo una de la otra no es en un rasgo físico sino en la actitud: no paran de sonreír. A Las creadoras de uno de los restaurantes más en boga y con más personalidad de zona norte, NANÁ, les cuesta, de hecho, no esbozar una sonrisa (agradecido el fotógrafo de MALEVA que no tuvo que despertar con bromas a dos estatuas). ¿Habrá alguna relación entre ser emprendedoras tan jóvenes y no parar de sonreír?»

Si son zonanortenses, hay grandes chances de que conozcan NANÁ, o al menos de que les suene. Porque se instaló con un boca a boca imparable. Y un boca a boca de esos en los que el que recomienda, el que cuenta la novedad, se siente canchero por recomendar algo, justamente, canchero como NANÁ (¿ubican esa secuencia?).
A Sofía y a Paula, NANÁ – que abrió sus puertas en 2012 y se llama así por la novela de Émile Zola – les viene resultando. Aunque ninguna salió del rubro gastronómico ni se formó en nada por el estilo. Sofía estudió cine y es artista (pinta arte abstracto y tiene su taller en Parque Saavedra); y Paula es economista. “¡Lo raro es que la que se encarga de los números es Sofi!”, se ríe Paula.

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Sofía Reynal está feliz porque NANÁ además le sirve para poder desarrollar en «paz financiera» su carrera artística

 

«Ninguna de las dos viene de la gastronomía, pero siempre tuvimos un impulso muy emprendedor. Fuimos criadas con esa cabeza de ser independientes y no trabajar en relación de dependencia. Una energía fuerte de pensar siempre en impulsar proyectos propios. Así es nuestro espíritu y de ese espíritu surgió NANÁ.»

 
NANÁ es un bistró que tiene varios aspectos o detalles originales. Para empezar, que fue el primero de los locales gastronómicos del boulevard Yrigoyen, dos cuadras que conectan Libertador con la cabecera norte de la costanera de Vicente López – ellas se criaron en San Isidro así que el mundo al norte de la General Paz es su hábitat natural –  y que se inauguró hace dos años y medio. NANÁ nació a la par que el boulevard y fue el que primero le puso fichas a este rincón en el límite con Olivos, que ahora se convirtió en un incipiente mini archipiélago foodie, con la apertura de otros restós y cafés (hasta el emblemático Crespín de Villa Crespo se instaló con su menú).
En NANÁ se animaron a las mesas compartidas– no todas son así –, largas, de madera, algo que ahora es tendencia (antes del desembarco a la Argentina de Le Pain Quotidien). La estética es muy cuidada  – columnas de hierro, un patio lindísimo onda vintage, sillas de diseño que parecen de clases de universidad, vinos dispuestos según los colores de las etiquetas – y es una cruza perfecta entre lo femenino y lo masculino, entre lo acogedor hogareño y lo cool industrial.
Los platos son una combinación también muy lograda entre lo simple y lo sofisticado. O mejor dicho, la ecuación suele ser: simple pero reversionado. Entonces, una hamburguesa – además de que es gruesa y casera – te viene con rúcula, tomates asados, panceta y en pan árabe. Algunos platos representativos de NANÁ son: los hongos salteados; la masa flat con champignones polpetta cremosa, huevos y tomates asados; el carpaccio; los gnocchis de ricota; la ternera braseada – un éxito a la noche – los boquerones marinados, el ceviche, las sopas y los omelettes (entre muchos otros). Al frente de la cocina está el chef Javier Hourquiebe (ex Sucre).
¿Sofi, Pau, ustedes intervienen también en la elección de los platos?
Sofía: Sí, claro, es un ida y vuelta entre el chef y nosotras, que tiramos muchas ideas. La cocina de NANÁ es medio ecléctica y estamos siempre en la búsqueda de nuevos platos. Es una cocina con técnica y nos gusta que las recetas tengan personalidad, no cosas súper sofisticadas pero tampoco comunes.

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Las Reynal también pensaron en la variable tragos y copas de vino para su restó

 

«Algunos platos representativos de NANÁ son: los hongos salteados; la masa flat con champignones polpetta cremosa, huevos y tomates asados; el carpaccio; los gnocchis de ricota; la ternera braseada – un éxito a la noche – los boquerones marinados, el ceviche, las sopas y los omelettes (entre muchos otros). Al frente de la cocina está el chef Javier Hourquiebe (ex Sucre).»

NANÁ es un restaurante que consiguió que funcione algo difícil – y que seguro explica en parte que le esté yendo tan bien – : tener conceptos y propuestas distintas dependiendo de la hora. No es lo mismo el NANÁ del mediodía – con platos rápidos ideales para el break (en la zona hay muchos edificios de oficinas nuevos) y hasta una mesa autoservice de ensaladas, tortillas y otras opciones livianas – , al de la tarde con variantes dulces (muy promocionada la chocotorta) para el té; al de la tarde/noche, que es el NANÁ de las copas de vino a lo europeo y los tragos (los spritz aperol y los cocktails con Sake son las estrellas de la casa); al NANÁ de la cena, el más gourmet. Por otra parte, otro de los encantos del lugar es que al estar a cien metros del río, se respira una atmósfera vacacional, tanto que los meses más fuertes son enero y febrero (que en general son los de menor movimiento en los restós).
¿Si tuvieran que explicar el concepto de NANÁ, qué dirían?
Paula: Nació como una cosa y a lo largo del tiempo fue encontrando y construyendo su identidad. Sacamos ideas de todos lados y en un principio miramos mucho Londres. Cuando creamos NANÁ, yo justo venía de un viaje por Europa y preste mucha atención, saqué muchas referencias.
Sofía: NANÁ yo diría que es el equilibrio entre lo simple y lo distinto.
¿Y qué tiene NANÁ de cada una de ustedes?
Sofía: ¡Todo! Yo me veo en cada detalle, desde las bombitas de luz hasta los platos de madera, tiene una cosa entre muy masculina y muy femenina, una onda romántica pero cortada por algo más neto y más sobrio.
¿Cómo se les ocurrió abrir un restaurante?
Sofía: Ninguna de las dos viene de la gastronomía, pero siempre tuvimos un impulso muy emprendedor. Fuimos criadas con esa cabeza de ser independientes y no trabajar en relación de dependencia. Una energía fuerte de pensar siempre en impulsar proyectos propios. Así es nuestro espíritu y de ese espíritu surgió NANÁ. Algo íbamos a crear, si no hubiera sido un restaurante hubiera sido una galería de arte u otra cosa, pero algo propio íbamos a terminar haciendo.
Paula: Acá hubo algo de casualidad, pero también en perspectiva pienso que haber puesto un restaurante tiene que ver con nuestra historia. En la familia siempre disfrutamos mucho de salir a comer, buscar lugares, buscar la novedad.  ¡Somos una familia grande y la mesa siempre fue nuestro lugar de encuentro! ¡Además de que somos muy hedonistas!

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Todavía están lejos de cumplir 30 años y ya están pensando en la posibilidad de abrir un segundo NANÁ

 

«Los cocineros nos dieron los mejores consejos porque entienden las necesidades del lugar y entienden a los clientes. También nos dio muy buenos consejos Fernando Trocca que es cliente nuestro. Nos dijo cosas muy útiles para encauzar todo. No es que fue una asistencia diaria pero en algunas charlas nos bajó ideas y observaciones que nos ayudaron mucho. Lo mismo con Hugo Macchia (chef de Sucre).»

Sabían que querían ser emprendedoras…¿Pero como es encarar un proyecto así entre hermanas? ¿Pros y contras?
Sofía: Lo bueno es que uno tiene confianza ciega en el otro y también nos conocemos mucho ¡Aunque eso a veces no está tan bueno (risas)!  La confianza es el punto de partida y contamos con un un vínculo inquebrantable, un día te podés matar pero al día siguiente está todo bien. No hay esos pequeños rencores que se van generando entre socios que no son familia.
¿Y cómo se vive ser emprendedoras siendo tan jóvenes? Cuando empezaron vos Paula tenías 24 años y Sofía 26…
Sofía: ¡Nos metimos en el emprendimiento más difícil de todos! Tener un restaurante es muy exigente y complicado. Antes de abrir contratamos a un asesor gastronómico que nos repetía siempre “chicas ¿están seguras de que justo un restaurante quieren poner? ¡Y el primer mes no paraba de pensar que como no le hice caso (risas)! No teníamos idea de nada pero el que emprende siempre es medio inconsciente y después la fuerza aparece. El crecimiento fue enorme y es algo muy satisfactorio la verdad.
¿Cómo viven que la marca NANÁ se esté instalando en la cabeza de la gente? ¿Proyectos a futuro?
Sofía: Nosotros abrimos un martes y los dos primeros días fueron tranquilos, al tercer día, el jueves, se llenó, explotó, obviamente fue un desastre, una catástrofe, salió todo mal, porque la máquina se puso en funcionamiento y a las 72hs no estaba bien aceitada. Cuestión que los primeros seis meses fueron atajar penales, fuimos aprendiendo con el lugar ya funcionando. Ahora que el proyecto marche es muy satisfactorio.  Queremos que esto siga creciendo y las dos somos muy ansiosas. En noviembre empezamos a hacer catering. ¡Y el desafío es que la marca se pueda replicar así que probablemente en algún momento abramos otro NANÁ!

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En el patio de NANÁ

 

 «Acá hubo algo de casualidad, pero también en perspectiva pienso que haber puesto un restaurante tiene que ver con nuestra historia. En la familia siempre disfrutamos mucho de salir a comer, buscar lugares, buscar la novedad.  ¡Somos una familia grande y la mesa siempre fue nuestro lugar de encuentro! ¡Además de que somos muy hedonistas!»

 
 
 
¿De quiénes son los consejos más interesantes que reciben?
Sofía: ¡De los cocineros!  Porque entienden las necesidades del lugar y entienden a los clientes. También nos dio muy buenos consejos Fernando Trocca que es cliente nuestro. Nos dijo cosas muy útiles para encauzar todo. No es que fue una asistencia diaria pero en algunas charlas nos bajó ideas y observaciones que nos ayudaron mucho. Lo mismo con Hugo Macchia (chef de Sucre).
 

 
 

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