SANTA SEMANA SANTA



 
Santa Semana Santa
Por Santiago Casanello
Ad portas de que empiece y encima que viene potenciada con 6 días (del jueves al miércoles para la mayoría) Maleva hizo un decálogo de razones – subjetivas, claro, pero con las que en una de esas se identifiquen – por las cuales la Semana Santa cae tan bien.
1 – Es una suave pista de aterrizaje del verano: el fin de las vacaciones, del calorcito, del espíritu estival, termina en marzo como una caída libre, cero sutil, como un airbag que funciona a medias. Paf, cachetada de rutina, de obligaciones acumuladas, de horarios tempraneros, de sensaciones térmicas de 10 grados, de embotellamientos afuera de los colegios, de reuniones todo el día. Por suerte aparece la Semana Santa para dar un respiro, para acomodar la cabeza, para bajar el estrés. “Es ideal para descansar y renovarse, antes de recomenzar a full con todo, además combate el stress por el hecho de que permite cambiar de actividades y hacer actividades ociosas” considera la psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica, Laura Orsi.
2 – Permite mini escapadas: las de 1 día, de la mañana a la noche, o como mucho, de 2 días. Las del Delta otoñal, San Antonio de Areco, Colonia del Sacramento, Punta Indio, algún Spa en las afueras de Buenos Aires. O, muy distinto, pero válido como escapada, panzada en algún restó rural de Tomás Jofré.
3 – Permite escapadas «casi vacaciones»: más en esta ocasión que son 6 días. Ideales: Montevideo, conocer los viñedos de la zona de Carmelo, José Ignacio, Tandil, Mendoza, Mar del Plata (si no son fóbicos a las multitudes), el siempre bello norte argentino. O hasta cruzar la cordillera y conocer Santiago y la poética Valparaíso. Y tantas más.
4 – Está permitido hacer “rien de rien”: eso, nada de nada, son los días ideales para dedicarse a la contemplación. Leer un librito, siestas eternas, olvidarse del despertador, una peli tras otra. Sobre todo para los que – como suele suceder – tuvieron vacaciones movidas, viajes de aquí para allá, de esas que requerirían de unas “vacaciones de las vacaciones”.
5 – Por la ciudad vacía: sí, vuelve a darse en gran parte el milagro de enero, de que las avenidas de Buenos Aires tienen pocos autos, de que en los restós no hay colas tan largas, de que se pueden aprovechar los parques, de que es más fácil estacionar y todas las otras virtudes innatas de una ciudad con una cantidad más humana de gente.
6 – Se puede aprovechar la agenda cultural: el vértigo de la semana laborable muchas veces desmotiva o directamente deja sin tiempo para ir al cine, al teatro, a un recital, a una muestra, a conocer una galería nueva, etc. Semana Santa – más con 6 días – es muy tentadora para ponerse al día con la oferta cultural y saciar la sed de arte.
7 – Reencuentra con la familia: para muchos, el domingo de Pascuas es uno de los días del año en que más se disfruta de la familia, de los padres, hermanos, tíos, primos. Huevos de pascua – y rosca – incluidos. 
8 – Tiene una dimensión espiritual: obviamente – para los creyentes – Semana Santa tiene una trascendencia religiosa como pocas etapas del año. Permite una reflexión interna muy linda y valiosa.
9 – Habilita la comida de mar: salmón a la parrilla o las típicas empanadas gallegas. O Lenguado (con espinaca al curry). O un buen besugo (sólo con aceite de oliva). Un basta por ahora muy interesante del obsesivo menú carnívoro argentino.
10 – Porque sirve – al menos para los workaholics – para pensar y analizar en detenimiento y con más calma los proyectos que se quieren encarar en el año.
 

 
Retoques y diseño: Lucas Lombard