RECORRIDA POR EL ESPLÉNDIDO GUGGENHEIM DE VENECIA

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El hall de entrada del museo y de lo que era la casa veneciana de Peggy Guggenheim, ni más ni menos.

 

Recorrida por el espléndido Guggenheim de Venecia. Por Santiago Eneas Casanello (texto y fotos, desde Italia).

Al nombre Guggenheim se lo suele identificar más con Nueva York o Bilbao, pero el Guggengheim de Venecia es clave en el universo particular de arte contemporáneo que inventó Peggy Guggenheim, acaso la mecenas y coleccionista más influyente del siglo XX. Con obras de Pollock, Picasso, Braque, Magritte, Dalí, Kandinski, etc (están representados el cubismo, el futurismo, la pintura metafísica, la abstracción, el surrealismo y el expresionismo abstracto), es además uno de los museos más visitados de Italia (385.000 visitas el año pasado). Y también es el Guggenheim más cercano a la vida de Peggy porque está ubicado en lo que era su casa veneciana: el Palazzo Venier de Leoni, sobre el Gran Canal y con una vista increíble. Maleva lo visitó. 
 

«Este es el museo Guggenheim más cercano a la vida de Peggy Guggenheim porque está ubicado en lo que era su casa veneciana: el Palazzo Venier de Leoni, sobre el Gran Canal y con una vista increíble. Peggy fue una vecina de Venecia durante treinta años. Desde el año 48 hasta que fallece en el 79. Hoy sus cenizas están en el jardín, al costado de donde solía enterrar a sus queridos perros»

Peggy fue una vecina de Venecia durante treinta años. Desde el año 48 hasta que fallece en el 79. La ciudad de la Bienal, el Puente de los Suspiros, y una atmósfera mágica inaudita, significó para quien fuera la esposa del pintor Max Ernst y sobrina de Salomón Guggenheim (el creador de la fundación) su retorno a Europa después de haberse tenido que escapar de París semanas antes de la ocupación nazi (se escapó pero sin apuro, porque seguía comprando obras con la Wehrmacht respirándole en la nuca). La primera exposición en su casa veneciana fue de esculturas, en el jardín, en el año 49. Las cenizas de Peggy están hoy en ese jardín, al costado de donde solía enterrar a sus queridos perros.

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Peggy cuando vivía en el Palazzo, algunos de los cuadros siguen colgados en los mismos lugares

 

«Lo genial de este museo es que se sigue notando que estás en una casa, que los salas de exposición eran livings o habitaciones. Es un lugar relajado, no tiene la parafernalia ni la monumentalidad de otros museos de arte contemporáneo. Algunos cuadros (por ejemplo los de Pollock) siguen colgados en las mismos lugares de los que colgaban cuando Peggy vivía ahí.»

Lo genial de este museo es que se sigue notando que estás en una casa, que los salas de exposición eran livings o habitaciones. Es un lugar relajado, no tiene la parafernalia ni la monumentalidad de otros museos de arte contemporáneo. Algunos cuadros (por ejemplo los de Pollock) siguen colgados en las mismos lugares de los que colgaban cuando Peggy vivía ahí. El personal tampoco es solemne. No tenés un tipo haciendo guardia en un rincón con cara de nada sino chicas – todas con una onda muy cool – que te invitan a charlas sobre cuadros que dan ellas mismas a cada rato.

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El fantástico El Imperio de la Luz, de René Magritte, según le contaron a Maleva es la obra que más le gusta a los visitantes del Guggenheim Venezia

 
“¿Y cuál fue su cuadro favorito?” pregunta una de las curadoras a Maleva. “El Imperio de la Luz”, de René Magritte, respondemos. “Es interesante porque es el cuadro que elige la mayoría de la gente, es fascinante, enigmático y contradictorio”. A priori, es una escena simple, un farol prendido en el crepúsculo de una tranquila calle de un pueblo del interior francés. Pero el manejo de la luz en el cuadro está logradísima: el farol parece prendido de verdad. “Una imposible juxtaposición de dos cosas opuestas: el día y la noche”.

“¿Y cuál fue su cuadro favorito?” pregunta una de las curadoras a Maleva. “El Imperio de la Luz”, de René Magritte, respondemos. “Es interesante porque es el cuadro que elige la mayoría de la gente, es fascinante, enigmático y contradictorio”

También nos asombró el magnetismo de Maiastra, una escultura dorada, hecha en bronce pulido, de Constantin Brancusi. La Maiastra es un pájaro místico del folclore rumano. “Brancusi demuestra su extraordinaria capacidad de simplificar formas e imágenes complejas”, nos explican.

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La vista sobre el Gran Canal

 
Otra obra que impacta es El Nacimiento de los Deseos Líquidos de Dalí (todo lo que hace Dalí suele movilizar). Lo alucinado, lo obsesivo, lo repulsivo, y a la vez la seducción y la bella ejecución de la estrella del surrealismo están presentes.
Una sala (o habitación, en verdad) en la que también te dan ganas de quedarte media hora sentado contemplando todo, es la de Jackson Pollock, a quien Peggy dio el espaldarazo fundamental para que sea reconocido como el pionero del expresionismo abstracto. Samuel Beckett le decía siempre a Peggy: “dedícate al arte vivo, al contemporáneo”. Y Pollock fue uno de sus grandes aciertos. En la colección hay once obras suyas. Pollock consideraba que la pintura tenía que ser una una expresión directa del subconsciente. La “pincelada violenta y enérgica” del newyorkino están en el Guggenheim de Venecia.
 

«Una sala (o habitación, en verdad) en la que también te dan ganas de quedarte media hora sentado contemplando todo, es la de Jackson Pollock, a quien Peggy dio el espaldarazo fundamental para que sea reconocido como el pionero del expresionismo abstracto. Samuel Beckett le decía siempre a Peggy: “dedícate al arte vivo, al contemporáneo”. Y Pollock fue uno de sus grandes aciertos.»

Y uno podría seguir enumerando artistas de este lugar y la nota sería un scroll interminable. El Poeta de Pablo Picasso, el Clarinete de Braque, la lluvia de Marc Chagall, lo mejor de Giorgio de Chirico, obras de Joan Miró de su estadía holandesa, el arte de Paul Klee (“quiero ser un primitivo”, decía) y la fase musical del ruso Vasili Kandinski.
Nos emocionaron – no podemos dejar de mencionarlos – los trazos de colores que rebalsan el marco y lo pintan, del neo impresionista Gino Severini en su Mar=Bailarina. “El cuadro se llama así porque Severini pensaba que el mar y las chicas con vestidos de colores tenían el mismo movimiento, y pintó el marco porque decía que al mar no se lo puede encuadrar ni ponerle límites”. Y ahora, a las imágenes.

 

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Arte en los muros del jardín

 
 
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«Ningún marco puede contener al mar» decía Severini, y por eso su pintura lo excede, como en este cuadro Mar=Bailarina

 
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Una obra encima del hogar: otro indicio de que esto era una casa

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Maiastra, el pájaro místico rumano, por Constantin Brancusi

 
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El nacimiento de los Deseos Líquidos, de Salvador Dalí

 
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La firma entre las firmas

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La pincelada violenta de Pollock

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La curiosa escultura El Ángel de la Ciudad de Marino Marini, espíritu y éxtasis, con influencia etrusca