PAULA SELBY AVELLANEDA: LA DISEÑADORA QUE LA ESTÁ ROMPIENDO EN ARGENTINA Y EL MUNDO / ENTREVISTA / POR PABLO WERNER

Graduada de la Academia de Artes de Amberes, Bélgica, Paula Selby Avellaneda se formó y vivió en las ciudades más importantes de Europa, pero decidió confiar en Argentina para instalar su marca, House of Matching Colours, que abrió local en Palermo en el 2016 y que no deja de moverse –con gran fluidez– en el ámbito nacional e internacional.
Brasilera, pero argentina de corazón, Paula es una mujer que mantiene los pies sobre la tierra. En una amena charla con MALEVA en su local-taller, que destaca en la zona de Palermo Botánico por sus radiantes vidrieras llenas de color y texturas, nos cuenta de su formación, las enseñanzas que ha recogido a lo largo del tiempo y cómo está viviendo su momento en Argentina.
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¿Cómo fue tu formación académica y personal que te llevó a ser la diseñadora que sos hoy en día?
Estudié en varios lugares desde que me recibí del colegio. Después de estar dos años en Milán, me mudé a Bélgica donde siento que empezó mi formación real. Estuve cuatro años en la Academia de Artes de Amberes estudiando moda y por último estudié management de lujo en París. Elegí management porque siempre me interesó cómo se arma un proyecto o estructura de trabajo, como un desfile o una muestra. Pero la verdad que fue complicado volver a la mentalidad creativa una vez terminada la etapa administrativa Una de las cosas más importantes que me dejó la Universidad fue sentir que nada es imposible de realizar. Al principio, cuando veía el trabajo de los estudiantes de segundo, tercer y cuarto año sentía que era algo imposible, y en un punto, el mensaje que nos quedó a los estudiantes de Amberes fue sentir que no hay nada imposible, que todo se puede hacer.
Tuviste la oportunidad de vestir a músicos como Beyoncé, The National o Kimbra. ¿Cómo lo lograste y cuál es tu relación como diseñadora con la música?
Cuando arranqué la marca en realidad era un proyecto en el que sólo quería vestir músicos. Salí de la Universidad de Amberes con pocas ganas de trabajar en moda, y como lo que más me gustaba era la música, me mudé a Londres y armé un pequeño atelier donde empecé a vestir músicos. Me interesaba hacer piezas únicas más que una producción en serie, porque quería trabajar a medida. Me gustaba la idea de trabajar en un proyecto puntual, como en un video, donde necesitas evocar cierta sensación y así poder trabajar más sobre una prenda.
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¿Por qué decidiste volver a Argentina y cómo te está yendo ahora?
Me pasó que empecé a vender en la Semana de la Moda en París, donde presentaba colecciones dos veces por año. Después de hacerlo por tres o cuatro temporadas, me sentía muy gitana, mudándome de casa, de Londres a París. Entonces sentía que no tenía un lugar donde trabajar y decía que era poco sostenible un proyecto si no tenía un buen espacio donde instalarme y quedarme. Pero siempre quise volver. Ahora siento que no me puedo quejar. Siento que cada vez nos conoce más gente, que les gusta lo que hacemos. Tenemos un retorno alegre y lindo de parte de las clientas y logramos buenos vínculos.
¿Cómo se sostiene una marca que es activa tanto en el ámbito nacional como internacional?
La mantenemos afuera porque viajamos, tenemos clientes y les presentamos las colecciones de acá. Pero desde que abrimos el local es cada vez más difícil porque las temporadas están invertidas. Esto es complicado especialmente con social media, porque comunicás en Buenos Aires todo lo que está a la venta pero estamos una temporada antes que lo que se vende en Europa, que recién sale a la venta seis meses después. Con respecto a vender afuera, a no ser que tengas un local propio o un espacio en una tienda departamental, la identidad de la marca está filtrada por la identidad del que te compra. Es decir, tu colección está curada para el cliente de esa multimarca. Así que de repente vas a Tel Aviv y sólo encontrás nuestras camperas de cuero con tachas; vas a Tokio y encontrás camperas con flecos de colores; o en Los Ángeles sólo vendemos ropa y no camperas.
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¿Cuáles son los elementos y/o ideas que te inspiran para lograr una colección?
Cambia un montón todo el tiempo, ya que cada colección la encaramos de manera distinta. La nueva colección la dibujé estando de viaje y lejos del taller. En cambio, en la Universidad teníamos un año entero para desarrollar un concepto, su investigación, bajarlo a palabras, tela, dibujo y la verdad que eso no es muy posible hoy en día. Los tiempos son más rápidos, las decisiones no tienen que ver sólo con transmitir una idea, sino que hay un montón de otros factores. Me parece un desafío, el de poder hacer algo que me guste dentro de esa urgencia. En cuanto a la inspiración a mi me gusta arrancar más con las telas y ver lo que ellas me dicen, después la música y entrar como en una historia, tal vez. Nosotros trabajamos con cuentos imaginarios de mujeres que están haciendo tal o cual cosa, por ejemplo.
Por otro lado, te dedicas a los vestidos de novia. ¿Cómo es ese proceso?
Es como trabajar con un músico, porque el momento de estar en el escenario es parecido al día en el que te casás, donde está todo el mundo mirándote y técnicamente el vestido tiene que ser cómodo y práctico, para que puedas moverte libremente, sentirte vos y que te represente. Eso es clave para mi. Por eso hacemos un vestido por persona e intentamos que sea el vestido para esa persona. Además de hablar con la novia para saber quién es y qué quiere para su casamiento, nuestro proceso es menos tradicional: tenemos una técnica que desarrollamos acá donde hacemos todo al cuerpo y priorizamos que el calce sea como un guante. Para mi, cada cuerpo tiene el vestido que le va a quedar mejor, entonces se trata de encontrar esa proporción. Eso es lo más importante, porque el calce es lo primero que se ve.
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Como emprendedora de tu propio proyecto, qué aprendiste hasta ahora y cómo lo ves en un futuro cercano.
Estoy aprendiendo todo el tiempo. Últimamente estoy aprendiendo a simplificar los procesos y a trabajar en equipo de una manera más ordenada, porque el equipo es todo. Sin su apoyo y entendimiento sería complicadísimo. También estoy aprendiendo a reacomodarme, porque a veces venimos muy embalados con un objetivo, como el Bafweek o la presentación en el Festival de Hyères, o mismo lanzar la colección en el local y a veces suceden cosas que te desestabilizan y antes esos momentos me mataban. Ahora, con el tiempo, aprendí a tomar los contratiempos como oportunidades para rearmarse. En cuanto al futuro, tenemos un montón de proyectos copados. Ahora estamos lanzando el e-commerce y me parece interesante ver cómo funciona esa dinámica para ver si podemos producir de una manera distinta, porque hacemos cantidades pequeñas de cada prenda. Mientras que podamos subsistir a corto plazo, eso ya me parece un montón.
Fotos: gentileza Paula Selby Avellaneda