"NO PUEDO SER UN TIBIO" OSCAR "NEGRO" GONZÁLEZ ORO

 

 
«No Puedo ser un Tibio»
Por Santiago Casanello y Gastón Parisier
Fotos: Jacinto Freixas
Introducir a Oscar “Negro” González Oro es casi redundante porque con mencionarlo – de tan conocido que es – las cosas se explican solas. Dos líneas entonces que tal vez no aporten nada, pero para los despistados: es uno de los 5 locutores de radio más populares e influyentes y su programa El Oro y el Moro en la media mañana de Radio 10 es, desde hace 12 años, un tanque imparable del rating. ¿Qué explica su éxito? Básicamente que genera con la audiencia una masiva – hablamos de cientos de miles o más de personas – empatía. Algunas características suyas deben, sin duda, estar detrás del fenómeno: simpatía, lenguaje llano pero culto y la franqueza, el ir al frente, decir lo que se le pasa por la cabeza sin filtros, lo cual le genera adeptos y detractores. Maleva tuvo una extensa y rica charla con él, una de estas sofocantes – 35 grados al aire libre – tardes de primavera veraniega y se abrió como pocas veces (no es muy fan de dar entrevistas). A saber.
Estamos en otoño de 1989 después de tu primera temporada (de toda su carrera) de radio en FM Playa Verde, de Pinamar y miramos a 2012, 24 años después ¿Qué opinás de lo que ves?
Aunque parezca mentira a mí no me soprendió lo que pasó. Yo creo que la gente no elige a la profesión sino que la profesión elige a la gente. Un tipo que me conocía que ni siquiera era un amigo me preguntó si quería hacer radio en Pinamar y le dije que no. Al otro día me lo encuentro en General Madariaga, me lo vuelve a ofrecer y me llevó a la radio, piso 22 del Edificio del Sol y me encantó. Y empecé esa misma noche y desde esa noche hasta hoy a la mañana, yo me imaginé toda mi carrera. Me vi ganando un Martín Fierro, me vi siendo número 1, no empecé como productor cortando cables, ni asistente ni nada. Yo empecé como conductor, desde el primer día hasta esta mañana. Fui productor pero siempre haciendo aire. Puse toda la libido en esto que es hacer radio. A veces me distraje e hice televisión. Pero por plata. El resto yo intuía que era mi lugar.
¿Y porqué lo intuías?
Porque en esa época mis grandes ídolos eran Fontana, Larrea, Antonio (Carrizo) y otros y los admiraba y los veía y escuchaba y yo me decía algún día voy a ser más grande que Cacho (Fontana) que Antonio, que Héctor y hoy no sé si soy más grande pero por lo menos soy par. Entonces me parece que me eligió la radio. Yo hice muchísimas cosas antes pero desde que me senté en Playa Verde no dejé de hacer radio. Insisto, algunas veces me distraje e hice tele, pero igual me divertía. Cuando volví de Pinamar y entré en AM del Plata decidí que desde entonces iba a hacer lo que me gustaba y dije muchos más NO que sí en la carrera y voy a seguir diciéndolos. Marcelo Tinelli me ofreció que hiciera lo que quisiera, de Susana Giménez fui el conductor del programa de Susana en un cierre de temporada.
¿Por qué es tan valioso decir no?
Porque uno sabe lo que hace bien y lo que hace mal. Yo soy bueno en radio, no sé si en televisión. Y tampoco me preocupa, sé que escribo bien y eso me gusta. Pero me han ofrecido hacer programas que yo sabía que iba a fracasar y fracasaron. Me ofrecieron hacer un programa por Latinoamérica y sabía que al cuarto viaje me iba a bajar del avión. Me gusta hacer lo que me gusta, me protejo, me cuido. Hace años le enseñé a mi hijo en una etapa en la que el hacia el amor todos los días con distintas mujeres que él no hacia el amor, que a él lo elegían las mujeres para volteárselo. Y le dije “empezá a elegir vos”. Decí no, alguna vez, probá. Esta noche salís y si una minita te quiere comer, decí no. Al no y al sí hay que decirlos convencido. Cuando me fui de Del Plata que era una radio con una jerarquía enorme y le dije que sí a Daniel Hadad para ir a una radio apagada, municipal, que era un quilombo, que había que encenderla, me fui convencido y a los 6 meses éramos primeros.
En la etapa pre-radio de tu vida hiciste varias cosas, estudiaste derecho, psicología, karate, actuación, dirección, etc ¿Hay algo de algo que hayas hecho en esa época que indirectamente te haya servido para después ser el locutor que sos hoy? Por ejemplo Steve Jobs dijo que lo que más le sirvió para Apple fue haber estudiado caligrafía en una época de crisis vocacional.
Todo sirve, pero algunas cosas más que otras. A mí me sirvió mucho psicología y mucho mucho teatro. Psicología para empezar a conocer mis limitaciones y empezar a conocer al otro. Yo soy bastante lacaniano y Lacan (Jacques) habla siempre del otro. Empecé a mirar al otro, y a través del otro me empecé a descubrir, y la actuación porque uno no siempre está con ánimo de salir al aire a las 9 de la mañana y apela al actor. Muchas veces sin que la gente se de cuenta, el que está detrás del micrófono es el actor y el negrito está cansado o deprimido, angustiado, o triste. Hace 24 años que hago una obra de teatro distinta todos los días. Es una especie de ceremonia, respiro hondo, cierro los ojos. Eso es muy británico. Los actores británicos un segundo antes de salir a escena se preguntan ellos a solas ¿Cómo estoy? ¿Cómo me siento? Eso me lo pregunto todas las mañanas. Si me contesto que estoy genial salgo al aire y sino también, pero ahí apelo inmediatamente al actor. Eso me sirvió mucho. Y también me sirve mucho ver a los demás. A mis colaboradores, a mi locutora, a Eduardo Feinmann, les pregunto cómo están. Tengo algo de director de orquesta fracasado. Eso es lo único que me hubiese gustado ser también.
Volviendo a Steve Jobs, en una parte de un discurso que él da en la universidad de Stanford, muy inspirador, dice que si se levanta a la mañana y mira al espejo y se pregunta si lo que va a hacer ese día es lo que realmente quiere hacer y la respuesta es no, durante varios días seguidos, significa que tiene que cambiar. ¿A vos te pasó de responderte no varias veces seguidas?
Sí, pero no con el trabajo. Más con las relaciones humanas. En la vida me he preguntado en algunas ocasiones por qué estaba en cierto lugar si no me gustaba. Pero hace años empecé a decidir que voy a estar en los lugares en los que quiero estar. Hay lugares a donde no quiero ir y decido quedarme en casa mirando una película.
Tiene cierta épica la responsabilidad de decidir porque implica hacerse cargo de las decisiones
Sí, claro. Porque te hacés responsable de vos mismo ciento por ciento. Me parece que es interesante conocerse bien, saber dónde están los límites, saber por qué a veces estás tan cansado cuando no hombreás bolsas, entonces lo que cansa es otra cosa. Tal vez la realidad, o que el otro que esté mal sea mi amigo.
¿Y te parece que los argentinos somos de responsabilizar al otro de las cosas?
Sí, claro. Hace poco le dije a Mauricio Macri “ustedes tienen una forma de gobernar que siempre es echarle la culpa a otro, no levanto la basura porque me hacen paro, no hago la autopista porque me pusieron un alambrado, un montón de “no” que están siempre están basados en el otro. Hacé las cosas de hecho y después vemos que pasó con la obra. En el arte no hay consenso, por ejemplo. Ni Leonardo (Da Vinci) ni Miguel Ángel pidieron consenso a ver que le parecía al pueblo lo que estaban pintando. Ellos pintaron un cuadro, se lo pusieron a la humanidad y si te gusta bien, y sino también. En la vida es igual, yo hago este cuadro, yo hago este programa.
Negro ¿Qué mañas de locutor, de hombre de radio tenés cuando estás fuera del aire, en la vida extra-radio?
Me cuido mucho la garganta, odio el aire acondicionado, aunque lo tengo que usar en el auto y en mi casa. Soy un maniático de tener la música que quiero tener y tenerla en el momento exacto. Odio buscar un cd o dvd y no encontrarlo. Odio que me toquen mis cosas que tienen que ver con la profesión.
¿Y te pasa en una charla de decir “uh, levanté la voz” como locutor?
Sí, mucho. Porque además soy vehemente. Si te digo “te quiero” es vehementemente, si te puteo también. No tengo términos medios ni muchos grises. Soy buena gente, buen amigo, mis amigos me adoran. Pero también he descubierto que esto de cumplir años tiene sus ventajas. Yo puteaba. Pero como decían los griegos sobre el consejo de los sabios, yo tengo gente joven que me adora. Ayer fui al Teatro Colón a un concierto de Isaac Bergman organizado por la colectividad judía y un pendejo de 25 años me dijo que me escuchaba. Eso me fascina, llegar a los jóvenes y a señoras de ochenta y pico. En mi edificio tengo un amigo de 23 años, de 28. Que me tocan el timbre y vienen a conversar conmigo porque les gusta y a veces los puteo, a veces les digo está bien. Creo que yo me intereso en serio de la gente. Interés viene de inter-ese, que significa ser-entre. Eso es ser entre el otro y volver al otro. Si me intereso en serio es que me meto adentro de alguien y ver que hay. Esto lo aprendí en karate.
¿Cómo fue lo del karate?
Lo hice en serio, no en joda. Nada de lo que hice lo hice en joda. Cuando fui funcionario municipal era un muy buen funcionario, cuando era karateca era bueno. Era muy loco, muy vehemente, era muy difícil parar al negro avanzando.
¿Eras de defenderte o atacar?
De atacar, avanzar.
¿Dónde te gustaba golpear?
Normalmente en el pecho. Un profesor nos enseñó que había que mirarse en el espejo. Como la pelea de 2 gatos. El gato ataca cuando el otro pestañea. Y entre dos tipos con los ojos muy abiertos, hay que golpear cuando pestañea. Había que mirarse en el espejo hasta descubrir la mugre que uno tiene adentro y sacársela. Se te irritaban los ojos, el lagrimal se ponía mal. Y seguías sin pestañear, mirándote al espejo, durante 20 minutos. Y descubrías las cosas abyectas que tenías adentro y cosas divinas.
 

 
¿Qué ecuación interna hacés para decidir ser polemista y ser franco, decir lo que pensás, cuando sabés que eso va a provocar que a algunos te amen y otros te odien?
Me gusta jugarme, no puedo ser un tibio. Alguien que siempre tiene que quedar bien políticamente no me interesa. Atahualpa Yupanqui decía “no soy moneda de oro para gustarle a todo el mundo”. Yo digo lo que siento. Cuando hablo en nombre de la gente que peor la está pasando hoy en la Villa 31 con este calor, y peligro de enfermedades, lo digo de corazón. Yo he llorado al aire por la desnutrición de un chiquito. Y si digo eso, también puedo decir que hay algo que está bien. No quiero quedar bien con el sistema, porque el sistema no me eligió, me eligió la gente.
¿Siempre fuiste así?
Siempre. A mí papá le decía las forrerías más grandes del mundo en la cara. Y a veces le caían mal y a veces me lo agradecía. Una vez le dije “papá, vos sos alcohólico” y era alcohólico y siendo el menor de los hermanos lo tuve que internar yo y me hice cargo del viejo y el viejo murió agradeciéndome que lo haya curado. Me recontraputeaban pero eso yo lo tenía que hacer. Para el resto de mi familia papá no era alcohólico, era divertido, era un genio. Y era un borracho, a las seis de la tarde ya estaba en pedo. Como fui inteligente y siempre lo amé le dije papá sos alcohólico y te voy a internar. Le di una pastilla que me dio el psiquiatra, lo dormí como un caballo, y lo interné. Lloré una semana, pero lo curé. Y murió sano. Si le dije la verdad a mi papá por qué no se la voy a decir a Cristina Kirchner.
Pareciera que en vos la gente busca esa autenticidad
Sí, yo también siento cierta admiración además por cierta juventud que no es drogona, que está buscando proyectos, que labura, que tiene oficinas. Yo puedo admirar a chicos de veintipico. A mí me parece una estupidez y me hace mucho daño la generalización esa de que toda la juventud está hecha mierda, yo conozco miles de pendejos que la están peleando, que laburan, que estudian, que tienen buenas ideas, que crecen, que tienen empresas.
¿Y a los jóvenes decepcionados, los que por ejemplo están disconformes con lo que pasa a su alrededor, se irían del país, qué les dirías?
La sociedad no es suicida ni los países se suicidan, por lo tanto, creo que siempre hay emergentes de una sociedad en decadencia y hay una juventud que es emergente de una sociedad en decadencia y van a ser los líderes en años. Hablé con el chico que la presidente basureó en Harvard y el tipo tenía un proyecto que era lograr la beca y le pregunté si iba a volver y me dijo que sí, al pueblo, a su provincia, a trabajar. Todos los que pudieran deberían viajar e ir al mundo. La otra vez estaba en París y pasé por la Sorbona y te impresiona, esa sede de la cultura. Debería ser obligatorio que al recibirse un chico salga a viajar, a ver el mundo y como se estudia en otras partes. Y los planes de estudio. Pero no recomiendo que se vayan. Conozco muchos que se fueron, que les fue bien, que son millonarios y por las noches lloran porque extrañan la Argentina o a sus familias. No la están pasando bien, siempre el destierro fue un castigo, no un beneficio. Cuando en Inglaterra el rey te mandaba al destierro era un castigo. No fue bueno para mí que me sacaron de Mendoza, me sacaron las raíces y me trajeron acá de chiquito. Yo extrañaba a mi abuela, a mis primos, la vereda, mi bicicleta. Estuve un año enojado con mi papá hasta que me di cuenta que acá también podía estar bien.
 

 
¿Cómo manejás el tema de ser consciente que hablás y llegás a cientos de miles y hasta millones de personas?
Sentís que tenés poder pero la gloria en este mundo siempre es transitoria. También tengo que prepararme para el momento que no le hable a nadie o que nadie me quiera escuchar.
¿Qué te parece una pérdida de tiempo?
Nada, hay una diferencia sustancial entre el ocio y el tedio. El ocio siempre es creativo. El tedio es lo terrible, cuando no sabés que hacer de tu vida. Yo no sé lo que es perdida de tiempo. Si puedo veo dos películas por día y no perdí el tiempo. La otra vez vi una de la ocupación nazi en Holanda y me sirvió. Todo me nutre.
¿Cuánto tenés de hedonista?
Mucho, uso todos los sentidos que puedo. El tacto, el olfato, la vista.
¿Hay algo que te de vergüenza que te guste?
(Risas) ¡No, si me gusta no me avergüenza!
¿Qué lugar fuera de Buenos Aires te gusta mucho?
Amo Uruguay, la gente me trata bien, me cuida. El uruguayo es un ser maravilloso, con tiempos distintos, con una onda distinta. Me gusta Carmelo. Pero mucho el campo uruguayo. Conozco más Uruguay que muchos uruguayos, pero porque lo recorro, en moto, en auto, me encanta. Me gusta el campo y estar solo. La soledad para mí no es un castigo, me gusta estar solo.