Las más que reveladoras reglas para salir de un laberinto (como el de Horta Guinardó)

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Estoy segura que todo en el laberinto de Horta Guinardó tiene un significado y que todo es un mensaje

Fui al jardín una vez más y pienso que estas construcciones tienen un significado, tienen una simbología, es un lenguaje que está allí para enseñarnos.  En siglos anteriores, esto era muy común, piensen sino en los jardines de Versalles y los laberintos en Inglaterra que esconden lecciones sobre la moral, la ética y la honestidad.  Según Michael Connan y su análisis del juego que se plantea dentro de los laberintos y en especial el de Le Notres es que para encontrar la salida uno puede analizar el laberinto adjudicándole una estructura axial.  No voy a entrar en muchos detalles sobre esto, pero me parece interesante compartir con ustedes lo que para él eran (¿son?) las reglas para encontrarle el sentido al laberinto (¿la vida?)

  1. Conoce tus propios defectos y no los muestres  (básicamente, todo lo contrario a estos movimientos super hippies y flow que existen ahora.)
  2. Ejercita el auto-control y no te creas todos los halagos (y tampoco hagas autobombo)
  3. No te irrites ante la mala educación ajena  (es inevitable)
  4. Buscar utilidad antes que superfluidad (ser práctico y ya, basta del Instagram constante)
  5. Deja que el sentido común te guie a la prudencia (no te mandes “porque pintó”)
  6. Deja que la cautela te evite pretender un mayor estatus (en otras palabras, bajate de la palmera)
  7. Deja que la modestia te mantenga sin pretensiones (y “bancate” las pretensiones ajenas)
  8. Añora el libre albedrío que te permitirá elegir entre el Bien y el Mal, y recuerda que deberías estar dipuesto a ayudar a los menos afortunados (Biblia 1-0-1)
  9. Continúa buscando tu conciencia para aprender sobre tus defectos y protegerte (leve alusión a “Los 4 acuerdos toltecas” de Miguel Ruiz)
  10. Mejora tu conocimiento a través de los argumentos (total y absolutamente vital)
  11. Entrena tu buen juicio para evitar que te escatimen (léase, no seas un boludo)
  12. Evita entrar en la banalidad para un mejor estatus (no sos Andy Warhol)

 

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Foto: Valentina Vacó González

Medité sobre estas reglas muchas veces y creo que son reglas que muchos hemos olvidado, quizás porque poco a poco también nos olvidamos de caminar, y no me refiero de caminar en la cinta del gimnasio o juntarse con el club de corredores y dar la vuelta al Hipódromo, sino caminar de verdad, caminar conscientes de nuestros pasos; caminar, hoy, es subversivo.  Y por esto es que me fascina el mundo del arte, porque veo estas reglas en el día a día en el camino (caminamos porque no hay plata para un auto) y me resulta asombroso como Connan describe a los laberintos como la creación (el producto) de un grupo social (burgués) en el cual los artistas se relacionan con su audiencia; compartiendo una cultura sofisticada y sus habilidades técnicas que, a su vez, proporcionan la oportunidad para reflexionar sobre nuestra disposición mental es decir, nuestro consciente colectivo acerca del mundo.
Y pienso entonces: “Ostia, puta: ¡Es exactamente lo que estoy haciendo yo!” Yo estoy reflexionando acerca de la vida, yo me estoy martirizando la cabeza con los qué hubiera pasado si, yo me estoy comiendo las uñas y pensando a quién le hago caso, si a Cupido (el corazón) o a Aesop (la razón), yo estoy replanteándome las reglas de juego, yo estoy cuestionándome quien quiero ser y quién estoy siendo.
Pero no solo pienso en mí, porque el concepto del laberinto no es una cuestión individual, sino que, como ya vimos, pertenece a una semiótica colectiva, entonces pienso en el laberinto de Horta-Guinardó tan olvidado, tan alejado de lo que es la Barcelona que todos conocemos y no puedo evitar pensar de que aquí hay algo extraño, de que existe una cultura que desconozco, que está sumamente alejada de la Barcelona turística, una Barcelona catalana y catalana hasta la médula, una Barcelona que prepara una calçotada un domingo al mediodía.

«Pienso en el laberinto de Horta-Guinardó tan olvidado, tan alejado de lo que es la Barcelona que todos conocemos y no puedo evitar pensar de que aquí hay algo extraño, de que existe una cultura que desconozco, que está sumamente alejada de la Barcelona turística, una Barcelona catalana y catalana hasta la médula…»

Llevo sólo cuatro meses en esta ciudad y hay días en que siento que entiendo perfectamente a qué va la cosa, y otros un idioma incomprensible, hermético.  Sigo caminando por el laberinto y me cuestiono cual sería la mejor forma de entender a esta Catalunya retraída y tímida, pero más que nada yo creo que es una Catalunya latente, que corre suave como el río que enmarca el jardín, que está así un tanto quieta como el agua en los estanques; cerrada como el casco histórico del parque de Horta-Guinardó.
Michael Connan dice: “Understanding another culture is obviously an unending task; thus, one must put some limit to investigations.  How do you make sure you have reached satisfactory understanding of another culture? How do you generalize your knowledge?[1]
La verdad es que todavía no puedo responder a estas preguntas, sólo sé que en cuanto hay peces en el cielo, ya nada de lo que dije tiene sentido.
Todo es un cuento.



[1] Traducción: “Entender otra cultura es obviamente, una tarea sinfín; por lo que uno debería poner ciertas limitaciones a las investigaciones. ¿Cómo te aseguras de que has conseguido un entendimiento satisfactorio de otra cultura? ¿Cómo generalizas tu conocimiento?”

 
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