KARINA NORIEGA: LA ESCRITORA QUE SE ANIMÓ A DESENTRAÑAR EL ALMA DE PUNTA DEL ESTE / ENTREVISTA / POR ROMINA METTI

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Karina Noriega se atrevió a plasmar en una novela lo que vivió de primera mano cubriendo temporadas en Punta del Este

 

 
KARINA NORIEGA: LA ESCRITORA QUE SE ANIMÓ A DESENTRAÑAR EL ALMA DE PUNTA DEL ESTE. ENTREVISTA. POR ROMINA METTI. FOTOS: JUAN PABLO SOLER.

Oriunda del periodismo de rock (entrevistó a Patti Smith, Ozzy Osbourne y Gene Simmons, entre otros) y formada en la tradición cultural de la Generación X, Karina tiene una sensibilidad de otra época, pero escribe en esta: es editora de revista GENTE. Esa familiaridad con los flashes, los personajes excéntricos y la actualidad más demandante, le sirvió de materia prima para su flamante novela, “vehemente, escrita de madrugada, caótica y genuina”, anticipa.
Llega apenas unos minutos demorada, con la sonrisa enorme y unas gafas oscuras y redondas a lo Lennon. Elegante, femenina y carismática, posa para las fotos sin esfuerzo. En pocas horas estará a bordo de un avión con destino a Punta del Este, pero sabe que no va a ser un viaje como los anteriores: si hasta ahora había llegado a la costa esteña para narrar vidas ajenas, esta vez arribará como protagonista invitada. Es ella quien tiene algo (nada menos que 270 páginas) que decir y mostrar.
Mientras se prepara para la charla, saca sus básicos de la cartera: el celular con cubierta de Bob Esponja, sus libretitas Norte, unos mini Lindt (“De noche no podía escribir sin mis chocolates”), su cuaderno “Notas de Café” (regalo de su amigo Nico Artusi) y, por supuesto, su novela, la primera y esperada historia oculta detrás del verano de Punta del Este. Que busca despistar al lector con la protocolar leyenda “Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia”.
El verano que ilustra de Punta del Este no tiene año, podría ser cualquiera: los deseos y los excesos se repiten sin variación. Los RRPP, los periodistas, las celebrities, las modelos, los músicos, los amigos de amigos y los wannabes conviven en una historia tragicómica sin darse cuenta de que están siendo contados.
¿Cómo surgió la idea de escribir Punta del Este?
Cuando vi la temporada, me llamó la atención lo que estaba viviendo, las fiestas privadas a las que accedía, las ridiculeces que escuchaba, el patetismo del que era parte. Decía, “¿qué hago acá?”. Esa extrañeza, esa cosa foránea que vivía, la dejé ahí. Que conozcas el paño está bueno porque fluye más.  Y en cuanto empecé a escribir, no paré.

ana raquel hernandes
«En Punta del Este hay un show off tremendo, pero me gusta la ciudad»

«Muchos de los personajes en los que me inspiré eran así de borders y así es como se manejan en la vida, aunque esté oculto. En un punto hay algo de Robin Hood de decir: esto, lo que vos ves en los medios, en realidad no es así.»

 
¿En cuánto la terminaste?
El deadline era tremendo. La escribí súper rápido la novela: 9 meses, un poco menos.
¿Habías vacacionado en Punta del Este antes de llegar a GENTE?
No, la verdad que no. Yo venía de una familia muy trabajadora. Consumía Uruguay en las revistas, me divertían las situaciones que se veían pero siempre lo vinculaba con algo frívolo.
¿En qué año fue tu primera cobertura?
En 2010. Entré a la revista y me fui a Punta.
 

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Karina Noriega piensa que su novela tiene algo de Robin Hood: mostrar una Punta distinta a la que muestran los medios

«Si Punta del Este fuera música sonaría a Primal Scream, Morrisey, The Kinks y Belle & Sebastian, pero también a Jane Birkin y Serge Gainsbourg, a Todd Terje y Justus Köhncke.»

 
¿Ahí empezaron las notas en tu libretita Norte?
Exacto. Todos los apuntes que tomé después fueron germinando en mí con la idea de poder escribir el libro, pero yo no sabía qué iba a suceder, al contrario. Era un trabajo re duro, estar cubriendo 24/7, en especial para mí que venía de otro palo. Pero siempre me divirtieron los desafíos de hacer cosas muy diferentes.
Vos insistís con los atributos de lo sonoro, ¿no? Hablás del color y la textura de las voces de los personajes.
Sí, es tremendo. Tiene mucho que ver con hacer radio. Me fascina que los personajes sean bien 3D: que los puedas ver, que los puedas escuchar, que los puedas imaginar. Sobre todo verlos, que es lo que uno más hace cuando lee. En mi cabeza cuando escribo está muy patente eso.
¿Cuántas libretas te llevó armarlos? ¿ahí anotabas tu investigación paralela?
De estas son tres completas. En realidad las usaba para ambas cosas las libretas: escribía todo. Apuntes sobre personajes, notas que hacíamos con la revista (me encanta escribir mientras hago nota además de grabar). Con la novia de Charly (Mecha Iñigo), que es amiga, íbamos a Casa Suaya y nos quedábamos todo un día de pileta escribiendo y después cruzábamos al mar. Yo siempre siento que cuando escribo hay una cosa de road movie, que es como yo vivo casi todo: en imágenes. 

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Editada por Planeta, la primera novela de Karina Noriega viene recibiendo buenas críticas y comentarios

 

«Con la novia de Charly (Mecha Iñigo), que es amiga, íbamos a Casa Suaya y nos quedábamos todo un día de pileta escribiendo y después cruzábamos al mar. Yo siempre siento que cuando escribo hay una cosa de road movie, que es como yo vivo casi todo: en imágenes.»
 

Es sintomático de la novela que precisamente comience con un diálogo de WhatsApp.
Claro, es que así es como se comunica la gran mayoría estando allá. Nos pareció divertido, fue idea de mi editora poner los chats dentro de esa estructura. También era muy polémico, porque es mi primer libro y en la primera páginas encontrás un globo de chat.Es una novela re 2015, aunque obviamente se puede referir a cualquier otro verano. Tiene toda esa cosa efímera que yo quería construir.
Esa suerte de curaduría hiciste con los diálogos es lo que vuelve a la novela una pieza sin tiempo, que siempre va a estar vigente: Punta del Este (el destino) fue, es y será siempre así, como lo muestra Punta del Este (la novela).
Fue muy difícil armarlos. Yo como también había escrito guiones, tenía instalada la obsesión por la búsqueda de las palabras para cada personaje y el ritmo con el que habla. Me divierte que sea algo bien creíble, que lo puedas decir y que sean palabras que realmente existan en el vocabulario de esas personas, que no queden forzadas. No quería palabras fuera de registro, no quería que fuera pretencioso, no buscaba eso. Hay gente que tiene eso de “uh, la primera novela”, y el prejuicio. Me podés conocer a través de eso también y ver el humor con el que yo me acerco a esa realidad, que habla bastante de mi desprejuicio para mostrar un poco quién soy y también quién no soy.
¿Tuviste que justificarte ante los lectores o dentro de la revista? ¿alguien leyó traición en la novela, siendo que hay tanta exposición?
No…si bien puse en evidencia, siempre utilicé otros nombres. Los personajes con los que podía estar en problemas, decidí no ponerlos con sus nombres originales. Con respecto a los personajes, no hubo mal feedback: se divertían o querían saber si estaban en el libro. No lo esperaba la verdad, cada vez me sorprende más.
Hay un juego ahí: quién es quién en Punta del Este.
Cuando yo lo digo, parece algo de marketing, por eso no lo diría, ¡pero es tan real! Con respecto a los lectores, creo que la gran mayoría sabe por qué lado voy. 

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¿Quién es Punta del Este? La respuesta se busca a través de todo el libro

«Los personajes con los que podía estar en problemas, decidí no ponerlos con sus nombres originales. Con respecto a los personajes, no hubo mal feedback: se divertían o querían saber si estaban en el libro. No lo esperaba la verdad, cada vez me sorprende más.»

Que alguien se haya animado a contarlo.
Claro, que se haya animado. Eso le da un aire diferente. Que alguien haya querido hacer literatura con eso. Acá no está muy aceptado, hay mucho prejuicio. Yo, que estaba muy influida por Glamourama (novela de Bret Easton Ellis) y toda la Generación X, cuando vi de qué quería hablar dije “lo voy a formatear para ese lado”.
El lector que buscaba una novela para llevar a la playa, sin dudas se divirtió. Y para el otro, el más exigente, están esas huellas: Ellis, Thompson.
Me encanta lo que decís porque muchos a veces se quedan en la superficie del libro y tiene una llegada limitada. Uno no puede decir de sí mismo esas cosas: tenés que esperar a que el otro lo note. En la contratapa mi editora decidió poner algunas referencias y pensé que podía ser una limitación pero no fue así: muchos se dieron cuenta qué había atrás, qué me había llevado. Porque en definitiva uno escribe influido por todo lo que leyó.
Eso lo reponés en las citas: hablan celebrities, pero también primeras plumas, músicos, artistas. En la primera, la de Coco Chanel (“Las mejores cosas en la vida son gratis. Las que están en segundo lugar, son realmente caras”), hay una guía de lectura: la novela demuestra que todo es una transacción, un canje, un favor interesado. Drogas, fiestas, entradas a VIPs, fotos de tapa.
Todo es trade, transacción. No hay nada que esté dado. Yo siempre lo pensé de esa manera, que tenga esa doble lectura, pero obviamente que depende de la gente. Me pasa, muy increíblemente, que el feedback de gente que yo admiro, es genial. Dani Umpi está como enloquecido y me ha dicho: “Cómo puede ser que nadie haya retratado este mundo de esa manera”. Le hice llegar el libro a personas con las que yo siento afinidad: me interesaba que me leyeran.

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En plena entrevista con MALEVA

«Punta del Este me parece un show off tremendo, pero me gusta la ciudad. Ahora: si tengo que elegir playas, me imagino más el Mediterráneo, pero amo París. Mucha inspiración: abrir un ventanal y ver cómo te pega la luz, las macetitas en las ventanas.»

 
Como Charly García, que además en la novela está tratado con mucho cariño.
Claro: tenemos una relación que nos une, más que nada por su novia que es amiga, pero le he hecho muchas notas. Ellos estaban esperando el libro, ya sabían que aparecían. Hay un lugar cuidado, especial, incluso en las notas: de preservarlos y demás. Cuando pongo nombre reales, para mí es muy interesante mezclar cosas que viví en los backstages con Charly en Punta: cosas que dicen en esa primera comida son cosas reales que ha dicho en otro momento.
Hablando de lo real, narrás situaciones extremas que tienen que ver con el exceso, pero no es tanto la ostentación de lo que se tiene como la revelación de las miserias de los personajes.
Ese rechazo que sucede, como a veces cuando uno lee historias muy border y uno no entiende cómo el personaje esté dispuesto a tanto, yo quise llevarlo al límite. Muchos de los personajes en los que me inspiré eran así de borders y así es como se manejan en la vida, aunque esté oculto. En un punto hay algo de Robin Hood de decir: esto, lo que vos ves en los medios, en realidad no es así.
Justamente Javier (el RRPP protagonista) le dice a María que nunca son lo que muestran las revistas.
En todos los personajes hay un poco de eso, la misma catarsis que hago yo: ¿está bien el camino que hago? ¿esto es lo que quiero hacer? Hay una empatía personal con ciertos sufrimientos, hay mucha crítica y autocrítica hacia el trabajo. En el mundo del espectáculo hay mucha impunidad en el trato con los personajes, con cómo se construye la realidad: no les interesa, si tienen que construir cualquier cosa, lo hacen.
Esa reflexión sobre qué hace uno y cómo lo hace queda planteada al final del libro con la esperanza de empezar todo de nuevo.
Claro, es algo muy concreto: esto de que podés volver a empezar y reinventarte. Incluso como alguien como el protagonista que fue tan barranca abajo. Es importante saber bien de dónde viene uno. Yo no soy de las que piensan “Soy una chica de barrio”, pero sí estoy segura de qué circo no me corresponde. Después, en definitiva, porque el trabajo te lleva y por adaptarte artificialmente, terminás siendo parte de cosas que no elegirías pero que podés llevar al plano que te gusta.
Si no tuvieras que ir a trabajar, ¿elegirías Punta del Este?
No sé, me parece un show off tremendo, pero me gusta la ciudad. Si tengo que elegir playas, me imagino más el Mediterráneo, pero amo París. Mucha inspiración: abrir un ventanal y ver cómo te pega la luz, las macetitas en las ventanas.
 
Si Punta del Este fuera música, ¿a qué sonaría?
Escribí bastante con música y musicalicé el libro luego de escrito con una lista alegórica (http://bit.ly/1QdwJsu). Suena a Primal Scream, Morrisey, The Kinks y Belle & Sebastian, pero también a Jane Birkin y Serge Gainsbourg, a Todd Terje y Justus Köhncke.
 

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Desde muy chica que para Karina Noriega la escritura es algo innato a ella

«A mí siempre la palabra escrita me une a la gente: marca un poco mis relaciones. Las grandes relaciones que tengo surgieron a través de la escritura o la pasión por la lectura y el arte en general. Eso me acompañó desde muy chica.»
 

DE LA CURIOSIDAD Y EL IMPULSO DE ESCRIBIR DESDE MUY CHICA 
Me gustaría dar una vuelta por tu pasado en Adrogué, en donde creciste. ¿Cómo era la Karina de aquellos años?
¡Me encanta ir ahí! La Karina de esos años estaba siempre con amigas: tomábamos mate todas las tardes. Con mi mejor amiga (hacíamos todo juntas) teníamos una cuestión epistolar muy fuerte, además de regalarnos flores cada vez que nos veíamos. Nos escribíamos cartas de ficción sobre diferentes temas, como por ejemplo: cómo sería vivir en el futuro, en un mundo paralelo. Las tengo todas guardadas.
La escritura llegó temprano a tu vida…
Totalmente. A mí siempre la palabra escrita me une a la gente: marca un poco mis relaciones. Las grandes relaciones que tengo surgieron a través de la escritura o la pasión por la lectura y el arte en general. Eso me acompañó desde muy chica.
¿Y qué decías que querías ser cuando fueras grande? ¿la escritura ya era un deseo?
Me acuerdo que uno de los primeros libros que leí -además de los de la colección Robin Hood o Mujercitas, que amo- fue Los viajes de Marco Polo. Con el tiempo pensé: “Qué loco…justo me interesé por algo que tenía que ver con la crónica y el periodismo”. Y con los viajes. No es que viajé tanto pero me fascina esa idea: la de conocer otros lugares y vincularlos a la escritura.
Los libros tienen algo de la promesa del viaje, ¿no?
¡Si! Yo devoraba libros de chiquita, muchos históricos. Me acuerdo que en tercer grado leí la biografía de San Martín y la maestra me ponía de ejemplo. Les sacaba los libros a mis tíos y me encantaba buscar en las bibliotecas de mi familia. Amaba ir a la casa de mi tía en Avellaneda: era una casona de techos altos y arcones viejos. Buscaba libros, me probaba ropa: todo lo que fuera ‘antique’ me fascinaba. También recuerdo de esperar los fascículos que llegaban con el diario o los de la Biblia para chicos.
Eras muy curiosa. ¡Una potencial periodista!
Me encantaba jugar al programa de radio y montar una situación. Me grababa con la casetera, armaba el show y lo musicalizaba. Con mis amigas también lo usaba. Por ejemplo, en el cumpleaños de mi mejor amiga, en lugar de darle un regalo le grababa un programa que guionaba con situaciones.

FRAGMENTO DE LA NOVELA:

«Gorlero, la Miami de Punta del Este, era un desierto. Con triste palmeras de un lado y otro de la calle, el centro comercial ofrecía descuentos que nadie iba a buscar, y ponía en vidriera ítems que solo podría comprar gente que apenas si se podía levantar de la cama. Las tiendas de ropa y accesorios intentaban seducir a las turistas con promociones dos por uno, mientras las inmobiliarias estaban vacías y con las puertas bien cerradas para que no se escapara una gota de aire acondicionado. Las galerías con mayor cantidad de locales, con ofertas de tapados vintage y cuadros en acrílico, parecían el escenario de un spaghetti western. ¿Lo escuchan? Un silencio de siestas de gerontes con algún que otro ronquido como banda de sonido permanente. Las farmacias antiguas, los kioscos ínfimos con dos ventanas y las heladerías familiares, eran la antesala de una miniciudad que parecía jugar al bingo puertas adentro. En el bar principal, el más antiguo, los veteranos pedían lágrimas y vigilantes de desayuno, diario de por medio.
Pierre Casiraghi compartía una clase de surf con amigos y su hermano postizo, Ernesto de Hannover. Apenas podía barrenar las olas con su tabla Billabong. Claro que a pesar de ello, todos lo alentaban. Desde la playa, la condesa Beatrice lo observaba con su traje de baño amarillo a lunares, dorándose al sol. Muy cerca de la aristócrata, Martín, el esbelto relacionista de la competencia, una suerte de Ken de Megatlón que cubría su torso con una toalla extra large con la bandera norteamericana, reía a carcajadas con Concepción…»
 
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