SINGAPUR: DESCUBRIENDO LA CIUDAD MÁS FUTURISTA DE ORIENTE (DESDE SUS INCREÍBLES TERRAZAS A SU BARRIO HIPSTER) / POR SOFÍA EDELSTEIN

 

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La espectacular pileta del hotel Marina Bay Sands, todo un símbolo de Singapur y una visita obligada para los turistas

 

SINGAPUR: DESCUBRIENDO LA CIUDAD MÁS FUTURISTA DE ORIENTE (DESDE SUS INCREÍBLES TERRAZAS A SU BARRIO HIPSTER) POR SOFÍA EDELSTEIN DESDE SINGAPUR. #SECCIÓNDEPARTURE #MALEVALINDAVIDA

Es exótica y moderna, recién nacida en un mundo de millones de años de edad.  En agosto cumplió medio siglo de historia, cincuenta años en los que vieron pasar a gobiernos británicos y malayos, hasta hartarse e independizarse para ser “Singapura”, la ciudad de los leones, según la lengua malaya.
En sus sorprendentes 701 km2 habitan chinos, malayos e indios. Y alrededor de un 42% de la población total son extranjeros, muchos instalados por razones laborales o porque buscan vivir la experiencia de la “burbuja occidental”: un país asiático a lo western.
De altísimos rascacielos, edificios híper modernos y arquitecturas de vanguardia, Singapur se consolidó como una ciudad futurista en constante innovación y como el tercer polo comercial del mundo.
Pero la primera impresión que tuve no fue así de ideal. La ciudad nos saludó afuera del aeropuerto con un abrazo cálido y sudoroso, bien tropical, bien ecuatoriano. La sensación térmica llegaba a los cuarenta grados y ni siquiera el rodete y el pasaje convertido en abanico podían aliviar el calor. Arriba del taxi nos bajó la temperatura y abrimos los ojos. Todo era flores y verde: a los lados de la autopista, en las palmeras, en los boulevares. Ya casi imaginaba los monos trepados en los árboles en medio de la urbanidad.
 

1) LA ALUCINANTE TERRAZA DEL MARINA BAY SANDS (CON SU PILETA COLGADA HACIA EL VACÍO)

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Esa tarde salimos a caminar con shorts yo, bermudas él, zapatillas ambos, y el asomo de un jet lag efecto de las treinta horas de viaje. Fuimos hacia la bahía de Marina, el punto más turístico y atractivo de la ciudad. Si bien el mar tenía ocupación completa de transatlánticos, la vista era alucinante. A lo lejos se veía la postal típica de Singapur: el Marina Bay Sands, un hotel de lujo compuesto por tres edificios de cincuenta y cinco pisos coronados con una terraza increíble en forma de barco. Días después subiríamos y tomaríamos unos tragos en el Sands SkyPark escuchando música electrónica, junto a la pileta “infinita” exclusiva para huéspedes y miraríamos la ciudad vibrante de abajo.
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Cerca de esa monumental obra arquitectónica había un anfiteatro abierto que esa noche era escenario de una banda de jazz. Había parejas, amigos y familias escuchando la música, y varios transeúntes curiosos paraban a mirar el espectáculo. Adelante nuestro se abría un patio con varios restós y bares muy cancheros y variados. Elegimos Mischief y su carta norteamericana llena de hamburguesas, hot dogs y frituras. (Sí, esa noche de recién llegados queríamos comer algo familiar). Con una cerveza Azahi en la mano y una cheeseburger en la otra brindamos por nosotros y la aventura asiática que recién empezaba.

«Días después subiríamos y tomaríamos unos tragos en el Sands SkyPark escuchando música electrónica, junto a la pileta “infinita” exclusiva para huéspedes y miraríamos la ciudad vibrante de abajo.»

 

2) EL CHINA TOWN Y EL IMPRESIONANTE THIAN HOCK TEMPLE

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Dos días después (el primero lo pasé en el hotel, obligada por el jet lag) salí de excursión con dos chicas que había contactado desde Buenos Aires. La primera parada fue China Town: casitas bajas de colores, pasarelas de comercios llenos de chucherías típicas chinas – valga la redundancia -, y templos budistas por doquier. Uno de los más impresionantes fue el Thian Hock Temple: rojo, dorado e imán inevitable para los ojos. Un gran plus es visitarlo a tiempo para ver las ceremonias.
 

«Pero el aplauso mayor se lo llevan los Supertrees, una suerte de árboles artificiales de hasta cincuenta metros de altura que de noche ofrecen un espectáculo increíble de luces y música. El árbol más alto tiene una excepcional terraza para tomar unos tragos y admirar la vista panorámica de Singapur.»

 

3) LITTLE INDIA, SUS POLLOS PICANTES Y SUS TEMPLOS A LOS QUE TENÉS QUE ENTRAR DISFRAZADA

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Escala de aire acondicionado y Coca Cola helada de por medio, seguimos caminando hacia Little India, el barrio indio reconocido por sus flores, sus olores, su arquitectura de arco iris y templos hindúes, como el Sri Mariamman, construido en 1827 y el más antiguo de la ciudad. La entrada al templo es una torre altísima decorada con esculturas de deidades de mil colores. Para ingresar tuvimos que dejar los zapatos en la vereda (sí, en la vereda) y taparnos las piernas con polleras largas que un viejito en la puerta nos entregó. Así, disfrazadas y descalzas, recorrimos los distintos altares y el patio interno del templo.
 
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Una vez afuera buscamos dónde comer. Atención foodies valientes: la experiencia de la cocina india y su famosa “picardía” se traduce en “Dragon chicken” o pollo con arroz, un plato típico picante y lleno de especias, que se sirve sobre una hoja de banana y se come con la mano (opcional).
 

«Atención foodies valientes: la experiencia de la cocina india y su famosa “picardía” se traduce en “Dragon chicken” o pollo con arroz, un plato típico picante y lleno de especias, que se sirve sobre una hoja de banana y se come con la mano.»

 

4) ARAB STREET: LA MECA DE LOS AMANTES DEL DISEÑO Y DEL SHOPPING

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Cerca de Little India y a distancia caminable está Arab Street, la arteria del barrio árabe y meca de las sedas y géneros: un verdadero oasis para los amantes del diseño y del shopping. La joya principal es, sin embargo, la Mezquita del Sultán, una imponente obra arquitectónica de principios del siglo XX y monumento nacional desde 1975. La cúpula dorada es su mayor atractivo y se puede ver desde lejos, como una corona real en el centro del barrio. Si bien solo los musulmanes tienen permiso para entrar, vale la pena verla desde afuera, con sus palmeras y paredes altísimas. Es un buen punto de partida para recorrer la calle y chusmear los souvenires y objetos de diseño que llenan las dos veredas.

6) DUXTON HILL: ¡EL SINGAPUR HIPSTER!

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El descanso culinario lo tuve en Duxton Hill, un barrio súper pintoresco de casonas coloniales restauradas y que ahora funcionan como bares, restaurantes y cafés de moda. Hay de todo y para todos los gustos: restós de cocina italiana, bares rusos, tapas españolas, pattiserie francesa y más. La zona es el spot preferido de hipsters y expatriados, y muchos de ellos estaban, esa noche, en el bar garden de “Lucha Loco”, una taquería de cocina mexicana y barra de los mejores tequilas. Y es cierto: probé ceviche de mango, distintas variedades de quesadillas y burritos; todo exquisito. Hay que ir temprano porque se llena, y estar atentos a divisar gente disfrazada con máscaras y trajes de lucha libre paseando entre las mesas.
 

«El descanso culinario lo tuve en Duxton Hill, un barrio súper pintoresco de casonas coloniales restauradas y que ahora funcionan como bares, restaurantes y cafés de moda. Hay de todo y para todos los gustos: restós de cocina italiana, bares rusos, tapas españolas, pattiserie francesa y más. La zona es el spot preferido de hipsters y expatriados.»

 
 

7) GARDENS BY THE BAY Y SUS MEGA ÁRBOLES ARTIFICIALES

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La última noche fue especial. Por recomendaciones de amigos expats fuimos a Gardens by the Bay, un impresionante parque de 101 hectáreas de flora y fauna proveniente de todo el mundo. La idea de este paraíso terrenal surgió en el gobierno para transformar Singapur en “una ciudad adentro de un jardín”.  Fiel al plan, el parque está compuesto por diferentes jardines, lagos, pasarelas en el aire y caminos de pasto que recorren la infinita naturaleza puesta por el hombre a orillas de la bahía. Cada espacio, cada rincón es una experiencia de otro mundo. Pero el aplauso mayor se lo llevan los Supertrees, una suerte de árboles artificiales de hasta cincuenta metros de altura que de noche ofrecen un espectáculo increíble de luces y música. El árbol más alto tiene una excepcional terraza para tomar unos tragos y admirar la vista panorámica de Singapur, la ciudad de luces, rascacielos y verde.
BONUS TRACK:
sépanlo malevenses, a pesar de ser pequeña, Singapur ofrece mucho. Un día extra puede incluir caminar por Clarke Quay, un muelle de antiguos depósitos devenidos en restaurantes y boliches, y desde donde parten barcos taxi y embarcaciones de paseo; almorzar un plato local en alguno de los mercados abiertos, como el Lau Pa Sat; hacer shopping en el boulevard de Orchard Road con sus veintidós centros comerciales de hasta siete pisos; descansar en el Jardín Botánico de más de 150 años; y terminar tomando unos tragos en un bar canchero de Circular Road.
FOTOS: Sofía Edelstein y CC Allie Caufield, Juan Campderros, tobias sleben (foto destacada) y gentileza Marina Bay Sands