HOTELES SECRETOS: CRÓNICA DE UNA ESTADÍA EN DELTA ECO HOTEL (O CÓMO DEJARSE MIMAR EN MEDIO DE LA VEGETACIÓN EXUBERANTE DEL DELTA) / POR MILAGROS MIGNAQUY

 
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Habitaciones sobre pilotes recontra equipadas y rodeadas de verde
 
HOTELES SECRETOS: CRÓNICA DE UNA ESTADÍA EN DELTA ECO HOTEL (O CÓMO DEJARSE MIMAR EN MEDIO DE LA VEGETACIÓN EXUBERANTE DEL DELTA) / POR MILAGROS MIGNAQUY.

Era viernes a la tarde y esperábamos con incertidumbre a que llegue la lancha colectiva. A las cinco el centro de Tigre enloquece. El punto de partida, la Estación Fluvial. El destino estaba a media hora de viaje por las aguas del río Luján y era un hotel-spa en una isla de 10 hectáreas sobre el Carapachay. Apenas amarramos en el muelle del hotel nos recibió Sofía, que nos guió entre las pasarelas de madera sólida y perfectamente iluminadas hasta la recepción. En el trayecto, pudimos ver que estos pasillos, a un par de metros del piso, conectaban todos los puntos del predio. Dicen que la primera impresión es lo que queda y el lobby de este hotel (y encima de noche) gana por knock-out: todo de madera, techos altos, luces dicroicas y dos amigas caminando en bata hacia el spa. Nos miramos y sonreímos, como insinuando “esto está muy bien”.  Las fotos de la web, Booking y demás portales de referencia, sinceramente, no reflejan la realidad. Marcelo Israel, Gerente General, nos contaría que este es, precisamente, el efecto que quieren causar en los huéspedes: que se sorprendan mucho y para bien. Esta sensación de sorpresa nos acompañó en varias oportunidades durante el fin de semana.
 

«Alejados del área principal, conocimos un cuarto enorme, con toques de deco rústica, perfectamente calefaccionado y equipado, con balcón a un canal privado y silencioso. Mis prejuicios isleños se eliminaron automáticamente: en el Delta hay lugares sin olor a humedad ni sensación de “venido a menos”. Me sentí afortunada de estar en uno. Todo lo que pasó después, fue mejor todavía.»

 

1) AMANECER CON EL RÍO A TUS PIES

Después del check-in nos llevaron a nuestra habitación, uno de los 19 bungalows disponibles (el hotel también cuenta con habitaciones standard y dobles). Para llegar, tuvimos que caminar otra vez entre las pasarelas de madera iluminadas contemplando un poco mejor el silencio de la noche, la pileta externa y los jardines del lugar. Alejados del área principal, conocimos un cuarto enorme, con toques de deco rústica, perfectamente calefaccionado y equipado, con balcón a un canal privado y silencioso. Mis prejuicios isleños se eliminaron automáticamente: en el Delta hay lugares sin olor a humedad ni sensación de “venido a menos”. Me sentí afortunada de estar en uno. Todo lo que pasó después, fue mejor todavía: a la mañana, por ejemplo, descubrimos que cada bungalow tenía su propio muelle al canal (es más, hay huéspedes que llegan en lancha propia, la amarran ahí y suben directamente a la habitación), contemplamos los arces coloridos a orillas del río y hasta nos tomamos una copa de vino en las reposeras del balcón, de vuelta, disfrutando de la paz y la quietud del paisaje. El clima por suerte acompañó.
 
2) RELAX SOFISTICADO: MASAJES CON VINO Y CHAMPAGNE

La visita al SPA no se hizo esperar. Los fanáticos de este plan saben que andar en bata y pantuflas por el hotel es un buen programa y nos divirtió naturalizar, como el resto de los huéspedes, esta situación. Había que aprovechar: pileta climatizada, jacuzzi con hidromasajes (donde nos pedimos unas cervezas heladas), sauna seco, sauna vapor, gym y un sector de relax, con mantas y reposeras indoor que miran a los jardines. Me llamó la atención la variedad y cantidad de tratamientos corporales que ofrecía el spa. Desde masajes clásicos con piedras calientes y drenajes, hasta vinoterapias y terapias con algas, chocolate o champagne. Había para elegir.
3) EL DESAYUNAZO (HUEVOS REVUELTOS, PANCETA, PAN CASERO RIQUÍSIMO, FRUTAS DE ESTACIÓN Y UN EXQUISITO ETCÉTERA)

Otra grata sorpresa fue el desayunazo que sirven de 8 a 10:30. Tiene absolutamente todo lo que esperarías de un hotel de mil diamantes. Desde el pan exquisito hecho en el hotel, mermeladas caseras, frutas de estación, panceta, huevos revueltos y todo tipo de semillas integrales hasta el resto de la historia conocida. La tarifa incluye también cena y almuerzo, así que hacia el medio día hicimos otro parate para disfrutar de la comida tipo buffet. Esta vez, afuera en un deck con vista al verde porque seguía haciendo calor. Presté atención a las palmeras y canteros, perfectamente cuidados, mientras comía una ensalada de verdes, nueces y queso azul de entrada.
 
4) MIL COSAS PARA HACER EN LA BELLA NATURALEZA DEL DELTA (Y TUS PIES EN UN RELAJANTE PIEDILUVIO

Nos dimos cuenta de que había mucho por hacer. Primero, salimos a explorar un poco el lugar con la resolana matutina. Había olor a río y a pasto cortado, mucha plantación autóctona y un camino de álamos increíble que bordea el canal. Pensé que cualquier estación del año debía ser linda para andarlo. Yamila, una de las encargadas, nos contó que siete años de funcionamiento más cinco de construcción son el secreto de este espacio natural tan bien cuidado. Anduvimos en kayak por el canal y por la laguna, una buena alternativa para contemplar la isla desde el agua. El pediluvio, un camino de pierdas al mejor estilo reflexiología natural, me llamó la atención así que me detuve un rato ahí para masajear mis pies. Paseamos también por las canchas de fútbol y volley y por el mini golf. Abajo del restaurante, hay un espacio de juegos con barra, bowling, pool y hasta Wii. Una apuesta muy fuerte del hotel son los eventos corporativos. Para eso, tienen diseñado un sector alejado con varios salones y deck al río, donde realizan todo tipo de eventos y de actividades, como kayak-polo por equipos en verano.
 
5) PLAN DETOX

En este mundo millenial y cambiante es importante acompañar las decisiones de la gente, cada vez más saludables. Por eso, el hotel también está pensado como un centro de detox. Además del menú regular, hay servicios de gastronomía especiales elaborados por nutricionistas, con mucha oferta de jugos naturales, espacios de relax, meditación y yoga. El 19 de agosto, de hecho, ofrecen un retiro (“Delta Detox”) de dos noches para fomentar prácticas saludables que incluyen un mix entre comidas veggie, yoga, caminatas conscientes, charlas y masajes en el agua. Ya amenazaba la última hora de luz que pintaba el Delta con unos tonos fucsias. Seguía haciendo calor y nosotros dábamos vueltas y tomábamos mate en uno de los muelles. No nos queríamos ir, pero la lancha (también incluida en la tarifa) salía a las 18:10. En el viaje de vuelta, me fui pensando en que la próxima vez tendría que volver en verano para contemplar el hotel en su máximo esplendor. Para aquel entonces, seguramente me vuelva a sorprender.

 

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