GUSTAVO SAMUELIAN: UN ESPÍRITU LIBRE Y CREATIVO / ENTREVISTA / POR CANDELA INI

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Samuelian creó Bolivia en el año 2005

 

GUSTAVO SAMUELIAN: UN ESPÍRITU LIBRE Y CREATIVO. ENTREVISTA. POR CANDELA INI. FOTOS: LUZ SORIA. 

Gustavo Samuelian (47) camina por los pasillos de las oficinas de Bolivia (el nombre es por un viejo bar under y porque la abuela de sus hijos es de ese país) y se escucha cómo suenan sus pulseras y anillos. Usa una campera denim intervenida con parches, un chaleco con camisa de jean, las uñas pintadas de negro, un jogging gris tipo chupin y zapatillas con plataforma. Él supo conjugar sus distintos estilos muy naturalmente para crear uno sólo: el de Bolivia, donde conviven calaveras y detalles punk con elementos más yuppies, superhéroes, figuras del rock y personajes de películas. Mientras cuenta cómo diseña y trabaja para su marca a partir de las cosas que siente y que lo atraviesan, dibuja bocetos con su Lamy amarilla e ilustra ejemplos para explicar mejor. Tiene tres hijos, Sofía, Josefina y Toro, y está en pareja con su mujer, Ceci, hace cinco años. La marca, que produce un total de 150.000 prendas por temporada, ya cuenta con siete locales propios y cuatro franquicias. Además de Bolivia para hombres, se creó Divina Bolivia (para mujeres) y Bolivia para niños. Para él, el lujo se encuentra en poder atender a un cliente o tomarse un café en una esquina con sol.
¿Cuál fue tu primer contacto con la moda?
Desde muy chico. Mi vieja hacía ropa y trabajaba de eso hasta que conoció a mi viejo. Cuando él falleció, retomó y empezó a fabricar, y como trabajaba en casa para no dejarnos, había telas e hilos por todos lados. A veces nos probaba algunas cosas a nosotros, y ese fue mi primer contacto con la moda. Después, a los doce años, le empecé a sacar los jeans y los reformaba para usar yo, siempre me vestí raro. Y bueno, estudié tres meses en el Centro Argentino de Estudios de Moda pero no había carrera todavía. Y me acerqué más a este mundo cuando empecé a trabajar como vendedor en un local de ropa.

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Su primer contacto con la moda fue por su madre que hacía ropa

«Mi proceso creativo es completamente caprichoso. Si vos mirás las colecciones de hace diez años, siempre son las mismas películas, los mismos personajes. Las mismas canciones. Si sale una película nueva y me gustó y me atrapó, bueno, me inspiro en eso también. Pero no es que todo lo que es nuevo o es tendencia lo miro y lo incorporo. Nunca miré moda y no miro.»

 
¿Cómo es tu proceso creativo?
Completamente caprichoso. Si vos mirás las colecciones de hace diez años, siempre son las mismas películas, los mismos personajes. Las mismas canciones. Si sale una película nueva y me gustó y me atrapó, bueno, me inspiro en eso también. Pero no es que todo lo que es nuevo o es tendencia lo miro y lo incorporo. Nunca miré moda y no miro. Vas a ver que todos los años hay algo con elementos de La naranja mecánica, o con Ringo, o con Bruce Lee. Mas o menos siempre son los mismos personajes. Uso muchas cosas de mi infancia también, dibujitos animados, cosas de la tele de cuando era chico. Joe 90, Capitán Escarlata, Mazinger, series con marionetas.
¿Cómo definís el estilo de Bolivia?
Hay mucha mezcla, la marca tiene muchos estilos porque yo me visto de formas completamente diferentes. De golpe un día me vestí de traje y me puse todo el mes traje, y otro día un pantalón viejo que encontré en el placard y lo corté y le puse algo, y de golpe flasheo y un mes me rompo toda la ropa. Hay como cinco Gustavos en Bolivia. Y en general yo no uso lo que hago ahora. En general lo que hice ahora es algo que yo usaba hace dos años. De golpe veo algo que me gusta y lo agarro. Hace dos años estaba en casa y mi mujer estaba sacando jeans del placard y tenía un oxford de Jazmín Chebar, clarito, con una tela agregada, que era como los oxford que nos hacíamos de chicos que nos abríamos los pantalones y les poníamos flores, en la galería Churba. Y le saqué el pantalón, me lo puse, me vine a trabajar con el pantalón de ella, y dos o tres días que usé ese pantalón okey vamos, lo hacemos, y sacamos una línea de pantalones anchos para hombres. También saqué camisas de lycra del año 70 y las reinventé. Tal vez los cuellos o las camisas que hago no son moda, y sí, me ven y me dicen eso que hacés no es moda. Algunos lo entienden y se lo ponen y a otros les parece rarísimo. Compro ropa, voy mucho a los kilo shops en los viajes, un montón. Compro ropa vieja, vintage. No es que después tengo presente se hizo tal cosa, se hizo tal otra. No tengo muy claro el tema de qué color sí o qué color no. Pero bueno. Yo primero experimento conmigo, le pongo parches a mis cosas, o plataformas, después lo incorporo en las colecciones.

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Su cuaderno y sus bocetos

«La primera vez que usamos un modelo fue la campaña fue ahora, que trabajamos con Pelito (Galvez). Fue el modelo más conocido de argentina en la década del 80 y para mí Pelito es lo máximo. Lo busqué, lo rastreé, vive en Córdoba y da clases de yoga. Él me dijo yo, ya no laburo de esto. Y a mí me copaba trabajar con él, ya tiene 65 años.»

 
¿Cómo elegís a los personajes que representan a la marca en las campañas de fotos?
Lo que pasa es que yo no conozco a nadie, no sé quiénes son los modelos del momento, no sé nada. Desde que empezamos, la primera vez que usamos un modelo fue la campaña fue ahora, que trabajamos con Pelito (Galvez). Fue el modelo más conocido de argentina en la década del 80 y para mí Pelito es lo máximo. Lo busqué, lo rastreé, vive en Córdoba y da clases de yoga. Él me dijo yo: «ya no laburo de esto». Y a mí me copaba trabajar con él, ya tiene 65 años. Vino, se re copó y estuvo buenísimo. Pero es cierto, no trabajamos con modelos, sino con otras figuras. Como con Pachi Tamer, con Juan (Minujín), que hicimos campañas y no porque eran mainstream, de hecho Juan en ese momento era muy del under. Y todas las fotos de la campaña de invierno con él eran en musculosa. Y ese es un poco el espíritu de Bolivia, no ir en contra de la corriente, pero hacer la de uno.
Usás mucho las redes sociales, ¿para vos tus redes son una ventana al mundo de Bolivia o no pensás en eso?
Si me leés o me ves en las redes, las cosas que pongo hay cosas que no son políticamente correctas. Mis pares a veces me dicen, ¿quién sos? Pero yo soy así, es lo que pienso, es lo que me pasa. Y no me considero políticamente correcto, tampoco. La marca como empresa tiene una forma de contar las cosas, yo tengo otra forma de contar las cosas, claro, más coloquial. Que es mi manera, a veces se tocan, a veces no. Yo soy el lado más crudo de Bolivia y las redes de la empresa son el lado más polite.

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En plena entrevista con MALEVA

«Hace unos días uno de mis hijos me contó que un compañerito le dijo que yo era gay porque me pinto las uñas. Toro tiene siete. Yo le dije, «¿pero por qué te pusiste mal? No te dijo que papá era ladrón, te dijo que yo era gay. Y no es así, pero supongamos que así fuera, ¿cuál sería el problema, hijo? Y ahí se quedó pensando.»

 
¿Y cómo surge la idea de vestir a periodistas o a personajes?
Cuando hicimos lo de Lanata, él me preguntó: «y a vos loco, ¿por qué se te dio por vestirme?». Y yo le dije, por que si hubiese tenido un restaurante te invitaba a comer. Porque me gusta lo que hacés y es mi manera de hacértelo saber. Y tiene que ver con eso, más que con una cosa de marketing. Nosotros le empezamos a hacer ropa y no estaba tan mainstream, no estaba en ningún canal de aire. Estaba en el cable y era solamente por hacerle ropa a él. Después sí pudo laburar en aire. Nunca usamos personajes que estuviesen así en la picota, a veces sí porque da la casualidad, con Nico Riera, por ejemplo. Él es amigo de la marca hace años, entonces hacemos algo con él porque nos cae bien. O Daniel Malnatti, que no es un pibe que sale en todos lados. Hace lo mismo en el noticiero hace diez años. Y todos los años viene y se lleva algo , y ¿por qué lo vestimos? Porque siempre me gustó lo que hizo, y es por eso. No nos fijamos en como nos retribuye. Es muy genuino. O con Tato Giovannoni, o con Mona Gallosi, o con Fernando Ruiz Diaz de Catupecu. Trato de ser fiel a hacer las cosas porque me gustan. Después si hay un rédito económico, bueno. Mi trabajo es un poco volar y después nos sentamos y hacemos números y bueno. Tampoco soy un mono con navaja, hay todo un directorio y todo es consensuado. Acá en la empresa somos una familia que se elige todos los días.
 
¿Cómo te gustaría que siga creciendo la marca?
Me gustaría que a la marca la compre más gente. Vendemos en un montón de barrios y en el interior. Lo que tiene Bolivia es que hay ropa cara con telas italianas, por ejemplo, y ropa de precio mediano y ropa más barata. La idea es que sea para todos.
¿Cómo es la relación entre Bolivia y sus clientes?
El cliente se identifica con la marca si la marca tiene algo para darle. Yo me retroalimento de los clientes todo el tiempo; cuando le customizo una campera al cliente como quiere, o cuando el cliente me sugiere cosas para hacer. La relación entre Bolivia y sus clientes es recíproca. Lo que importa es el afecto. Lo que el pibe que te viene a comprar te dice vos lo tenés que escuchar. Yo a veces voy a atender al local, soy muy vendedor. Y me encanta atender. Tal vez es un lujo para el pibe que lo atienda el diseñador , pero para mí es un lujo total atenderlo. Si pudiera, iría todos los días un rato.
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«Me encanta atender en mis locales. Tal vez es un lujo para un pibe que lo atienda el diseñador , pero para mí es un lujo total atenderlo. Si pudiera, iría todos los días un rato.»

 
¿Creés que el hombre argentino cambió su manera de vestirse y es más audaz, o sigue limitado por las barreras de género?
Mirá. Hace unos días estaba con mis hijos que los fui a buscar al colegio, y me enteré que a Toro un compañerito le dijo que yo era gay porque me pinto las uñas. Toro tiene siete. Yo le dije, «¿pero por qué te pusiste mal? No te dijo que papá era ladrón, te dijo que yo era gay. Y no es así, pero supongamos que así fuera, ¿cuál sería el problema, hijo?». Y ahí se quedó pensando. «No te dijo una cosa ofensiva, tal vez ese nene en su casa lo viven como algo ofensivo, será su problema. Pero para mí es como si te hubieran dicho tu papá es rubio.» Bueno. Pensá que aunque uno tenga la cabeza abierta, todavía hay gente que tiene esta costumbre de encasillar, de ponerle nombre a todas las cosas. Pero el mundo está cambiando, en un tiempo los encasillamientos no van a ser necesarios. La gente se va a relacionar más por el afecto que por otra cosa, y va a ser más natural salir con un hombre siendo hombre y después volver a salir con una mujer. Y, volviendo a tu pregunta, yo creo que el tipo argentino cambió completamente. Es un fenómeno social bastante complejo y hay como varias cosas. En todos los rubros hay hombres gay que se destacan y a quienes todos miran. Pensá en un Homero Simpson típico que antes lo miraba y lo denigraba y hoy ve que el gay se le levanta a la mujer. El heterosexual ve que el gay se cuida, usa color, se arregla más, y eso lo anima más en su forma de vestirse.
¿Te sentís conectado con el origen armenio? ¿Hay influencia armenia en la marca?
No la hay en nada concreto, porque no es que le pongo algo armenio a la colección, pero es una cosa muy fuerte. Mis viejos son argentinos pero mis abuelos paternos son armenios. Por parte de mi mamá mi abuela es de las Islas Canarias y mi abuelo catalán, pero a mí toda la vida desde chiquito me preguntaban si me sentía armenio. No es que decía mitad español mitad armenio. No, armenio. Mi apellido, sacá que igual es armenio, es muy fuerte. No sé si específicamente está en las colecciones, pero está en mí todo el tiempo. En la comida, por ejemplo. El armenio tiene mucho la cosa de la comida, que en un momento le faltó. Mi abuela hacía comida para quince personas y éramos tres nenes. Y no te exagero, la mesa era una mesa larga llena de comida. Y no había freezer no es que lo freezaba. Hacía una olla de pilav enorme, porque tenía hambre, porque tuvo hambre. Y es muy armenio también esto de agasajar con la comida.

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Para Samuelian el lujo es poder tomarse un café en una mesa en la vereda un día de sol

«Me gusta mucho ir a lugares que de golpe voy y conozco a la gente, y me hago amigo, y se genera algo. Como en Florería Atlántico, que me hacen tragos sin alcohol, porque no tomo. Me gusta también ir a comer a Cucina Paradiso y a veces voy a M a comer sushi.»


¿Y por qué tu apodo es Turco?

La persona que me lo empezó a decir no tenía idea de que era armenio, así como al japonés le dicen chino. Me decían y todo mundo me llamaba turco y quedó. Y no voy a renegar ahora del turco. El afecto es todo y es como la persona te lo dice. Te pueden decir querida y que no tenga nada que ver con el cariño.
¿Qué te gusta hacer en Buenos Aires? ¿Salís?
Lo de adentro sin lo de afuera no existe. Las dos cosas existen juntas. No es que una cosa es más importante que la otra, no existe el contenido sin una superficie. No salgo mucho la verdad, porque me gusta estar en mi casa.
Voy al cine de vez en cuando. Me gusta mucho ir a lugares que de golpe voy y conozco a la gente, y me hago amigo, y se genera algo. Como en Florería Atlántico, que me hacen tragos sin alcohol, porque no tomo. Me gusta también ir a comer a Cucina Paradiso y a veces voy a M a comer sushi. Una vez, ahí en M, me senté en la barra y me quedé con ellos charlando, y ahora cuando voy me gusta sentarme en la barra. Pero no tengo muchas cosas glamorosas. Para mí el lujo es otra cosa.

¿Qué es lujo para vos?
El lujo es el tiempo. Encontrar un lugar chiquitito donde te puedan cocinar como te cocinaba tu mamá en tu casa, no algo fancy. Poder decir, en vez de querer cinco Rolex me compro otro reloj y viajo con mis hijos o mis amigos. Sentarme a tomar un café a la mañana muy temprano en un barcito, si hay sol mejor. Tomar mate en la terraza, estar con mis hijos, aunque no estén conmigo, que estén ahí, haciendo otra cosa. Sofi me pregunta cosas todo el tiempo, y el otro día cuando me dijo que alguien tenía un iPhone, le explicaba que el verbo tener es una fantasía. No existe tener, poseer. A las personas no se las posee ni se las tiene, a las parejas no se las posee. Hay que cuidarlas mucho, pero no está en tu posesión. No existe tener, entonces. En casa está prohibido el verbo tener. Le dije a mi hija, no quiero que me digas ni que alguien tiene o que deja de tener.