GUARDIANES DEL ROLLO






Guardianes del rollo
Por Andrés Enriquez Dibós (texto y fotos)
Fotos Antique Cameras: gentileza Antique Cameras.
En tiempos en los que Facebook se ha convertido en la plataforma líder en almacenar miles de millones de fotografías, hablar de revelar un rollo de 36 fotos para luego disfrutarlo en familia resulta, por lo menos, raro. Más aún si el que oye esto es un chico de entre 6 y 12 años, perteneciente a la denominada Generación Z, la primera absolutamente digital. El Museo Fotográfico Simik y Antique Cameras tienen la misión de mantener a flote y retransmitir la rica historia de la fotografía analógica. Nacido como bar en Chacarita, y luego convertido en bar temático, en el Museo Fotográfico Simik se puede tomar una cerveza helada arriba de una mesa con cámaras Leicas. En Antique Cámaras, en el barrio de San Telmo, comprar o vender una cámara antigua significa empaparse de historias o curiosidades que los hermanos Romero tienen para contar de cada dispositivo.
Alejandro Simik: de apagar incendios a abrir un museo
La ligazón de Alejandro Simik y la fotografía comienza probablemente en el lugar menos pensado. Siendo bombero de joven y luego especialista en pericias de incendio, le llamó la atención la labor de los avezados fotógrafos que tomaban imágenes para la investigación de las igniciones. “Ahí fui aprendiendo rudimentariamente un poco cómo se manejaba la cámara, el flash, cómo se revelaba en laboratorios y demás. Después hice algunos cursos, leía y me fui perfeccionando con el tiempo” le cuenta a Maleva Alejandro, quién luego dejó de ser bombero para dedicarse a la gastronomía.
Sin embargo, la historia del museo comienza recién a tejerse a partir de 2001, cuando Argentina atravesaba una profunda crisis económica, política y social. No hubo ni plan ni diseño según asevera Alejandro, sino que las cosas se fueron dando solas para que su bar terminara convirtiéndose en un bar-museo, declarado en 2005 de interés cultural por la Legislatura porteña. “Fue una casualidad. En el 2001 había muy poco trabajo tanto de fotógrafo como de actividad gastronómica en el bar, así que para distraerme un poco y evadirme de todos los problemas sociales que habían, iba al Mercado de las Pulgas a pasear y a mirar cámaras antiguas.” Y así fue como compró una cámara en Panfot, otra la recibió de un tío y el resto las fue adquiriendo en cantidades en el interior y en el mismo Mercado de las Pulgas.
Hoy caminar por el bar es atravesar la historia de la fotografía. Hay vitrinas con daguerrotipos en excelente estado, cámaras de madera de distintos tamaños, estereoscópicas con imágenes en 3D, entre muchas otras curiosidades. Y lo más llamativo es que todas funcionan y se practica con ellas en los cursos que ofrece el museo. En fin, todas viven (o sobreviven) a pesar de que el avance de la fotografía digital se empecine en enterrar a las cámaras analógicas.
Quienes aún disfrutan de estas reliquias, encuentran el placer en otras cosas. A diferencia de hoy, se prioriza la práctica o el proceso de la sesión de fotos antes que el resultado. Alejandro le explica a Maleva que “en la fotografía analógica se trata del disfrute de cada toma en una cámara antigua, de disfrutar el tiempo en que vos estás pensando en cómo hacer la toma o que estás diagramando en cómo vas a fotografiar a una persona. No se trata de hacer 200 fotografías de la persona, sino de hacer dos o tres tomas y después revelarlas una por una y llevarte la sorpresa de saber cómo salió, si el revelado estuvo bien, si la cantidad de luz fue la necesaria, si el encuadre no se me modificó. Es una cosa más elaborada.”
¿Polémica entre la cámara analógica y la digital?La polémica de cámara analógica versus digital no es tal para el dueño del museo. Si bien disfruta de sus joyas antiguas, según él, hay que aprovechar la rapidez y las posibilidades que ofrece la nueva tecnología. En sus cursos gratuitos de fotografía dictados en el mismo museo, inculca a sus alumnos que el proceso de la fotografía es básicamente el mismo si se hace con una lata (sí, una lata) hasta con una cámara réflex digital. El secreto principal reside en la iluminación, porque a pesar de los años y los nuevos dispositivos que surgen, como dice Alejandro, “la fotografía sigue siendo la misma”.
Antique Cameras (entre camaras de la Guerra Fría y de las Spice Girls)
Cámaras espías encendedor utilizadas en la Guerra Fría, cámaras de mujer en un estuche metálico que incluye un set de maquillaje; cámaras tropicales para tomar instantáneas en países de altas temperaturas y mucha humedad; Polaroids de las Spice Girls, cámaras de fuelle y la curiosa lista continúa. Antique Cameras cuenta hoy con una holgada colección de dispositivos analógicos inimaginables, repertorio que abarca más de un siglo, desde 1850 hasta 1990 aproximadamente.
Tres generaciones de enamorados de la fotografía
Alejandro y Gustavo Romero son dos jóvenes hermanos que atienden en el local; compran, venden, asesoran sin compromiso acerca de lo que más saben (y mucho): cámaras antiguas y su rica historia. Ellos representan la tercera generación de la familia Romero que se dedica a la compra-venta de dispositivos analógicos. La historia en sí comienza con su abuelo José Romero Gómez, español inmigrante, quien llegó a América en la segunda década del siglo veinte y dedicó toda su vida a la fotografía. Su hijo, José Félix Romero Espósito, continuó con la compra-venta en Uruguay, Suiza y España, hasta que se instaló definitivamente en Buenos Aires. Luego de exponer en las ferias de San Telmo y tener un local en una galería, en 1989 nace Antique Cameras, ubicado sobre la avenida Independencia.
Según los hermanos, el plus de Antique Cameras es que su objetivo no sólo se focaliza en la compra-venta, sino también en la circulación de este tipo de tecnología y el asesoramiento al cliente. “A veces hay personas de 90 años que siguen trabajando con esto, haciendo fotos, tienen su cuarto oscuro, vienen y te compran algo como un filtro. También vienen chicos que no terminaron el secundario y nunca vieron lo que es un rollo y preguntan dónde se ve la foto porque atrás no hay nada más que un visor pequeño” cuenta Alejandro a Maleva.
En el siglo XIX, Charles Baudelaire veía a la fotografía como una “invención debida a la mediocridad de los artistas modernos y el refugio de todos los pintores fracasados”. El nacimiento de la fotografía y la consecuente disminución de trabajo de los retratistas pintores, trajo a la par la polémica de considerar o no a la fotografía como arte. Gustavo Romero explica que eso “pasó siempre con todo formato nuevo que entró al mercado y que al principio hizo mucho ruido. Por ejemplo hoy hay exposiciones fotográficas que ya están denominadas como arte por más que sea digital o analógico y ves fotos que capaz no dicen nada. Quizás esa misma foto que hace treinta años era media rara y estaba mal, hoy sí se la ve como arte. Pasaba lo mismo entre el retratista que criticaba al daguerrotipo porque era lo nuevo.”
Hoy, consumado el pasaje tecnológico de lo analógico a lo digital, la rivalidad no se da entre retratistas y fotógrafos, sino que para algunos se da dentro de la misma fotografía. “Hay personas que hablan pestes de lo digital, no entienden cómo alguien usa Photoshop y saca mil fotos. A mí me parece que está bien, es una herramienta” reflexiona Gustavo, quien reconoce que si bien ellos utilizan más las cámaras analógicas por cuestiones de negocio y placer, entienden que ambas tecnologías pueden convivir tranquilamente.