Erradicar los pretextos: una batalla que hay que decidirse a dar

 

maleva nat
Una voluntad libre es una voluntad que se deshizo de los pretextos

 
Alguien decía que si querés ver algo hecho, se lo tenés que pedir a la persona más ocupada. No consigo dilucidar si el autor de esta perlita fue alguien en particular o la propia sabiduría popular (convengamos en que internet no es un buen aliado a la hora de descubrir los autores de algunas citas). Así, infiero que el que escribió esto tenía la mesa llena de trabajo y no paraba de llegarle en cantidad.
En el libro que estoy leyendo (El crimen del padre Amaro, del portugués Eça de Queirós) encontré un párrafo esclarecedor: Y esta existencia vacía le había relajado tan sutilmente los mecanismos de la voluntad y de la acción que cualquier trabajo que pudiese llenar el fastidioso hueco de las horas inacabables le resultaba odioso como el peso de un fardo desproporcionado. Prefería los tedios de la ociosidad a los tedios de la ocupación. Es fácil percibir que el mundo está polarizado entre los que siempre tienen infinidad de cosas a resolver (y cada vez reciben más tareas) y aquellos que hacen de la indolencia una misión en sí misma.

 
«En el libro que estoy leyendo (El crimen del padre Amaro, del portugués Eça de Queirós) encontré un párrafo esclarecedor: Y esta existencia vacía le había relajado tan sutilmente los mecanismos de la voluntad y de la acción que cualquier trabajo que pudiese llenar el fastidioso hueco de las horas inacabables le resultaba odioso como el peso de un fardo desproporcionado. Prefería los tedios de la ociosidad a los tedios de la ocupación.»

Hace un tiempo, estas palabras hubieran sido una especie de elogio a la ocupación, pero hoy prefiero otro punto de vista. Hay todo tipo de personas en el mundo, con todo tipo de inclinaciones. Las hay más activas, las hay más perezosas. Más operativas, facilitadoras. Y también más distraídas, más creativas. Ninguna de estas cualidades tiene por qué eclipsar a las otras. Elijo pensarnos como combinaciones, como recetas que, con ingredientes similares en cantidades diferentes, resultan en platos distintos y deliciosos.
El hacer es necesario, placentero; sentirse útil, indispensable. Construir un legado que perdure es un lujo que cualquiera con constancia y entusiasmo puede darse. Crecer a través de las realizaciones es el atajo que yo encontré para ser feliz. Y sin embargo, de vez en cuando me cruzo con barreras de excusas, de la cuales no tengo tiempo me resulta la menos creíble. Tiempo tenemos todos: las mismas 24 horas cada día. Cómo lo ocupamos, las prioridades que ponemos… esto ya es otra historia. Hace ya algunos meses que estoy en mi propia batalla para erradicar los pretextos. Para mí, nada mejor que una tarea realizada sin demoras, que una entrega en el tiempo pactado, que la alegría de mantener la palabra dada y el plazo acordado.
Así que esta es mi propuesta de hoy, una más de las mil y una que comparto con ustedes: ¿vamos a disminuir las excusas, a realizar más y a apostar a la tarea concretada? Podemos empezar con un desafío breve. Digamos, tres días sin no tengo tiempo o después lo hago. Si durante este período fue fácil, sumamos unos días más. Y, de a una elección por vez, estaremos construyendo el saludable hábito de no procrastinar.
foto: cc-William Israel