"EL OJO DEL SIGLO": ASÍ ES LA MARAVILLOSA MUESTRA DEL FOTÓGRAFO HENRI CARTIER BRESSON EN LA USINA DEL ARTE / POR MELISA BORATYN

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133 obras se presentan en la muestra

 

«EL OJO DEL SIGLO»: ASÍ ES LA MARAVILLOSA MUESTRA DEL FOTÓGRAFO HENRI CARTIER BRESSON EN LA USINA DEL ARTE / POR MELISA BORATYN. FOTOS: LUZ SORIA. 

Hasta el 2 de abril, se presenta en la Usina del Arte y en el Museo del Cine “Henri Cartier-Bresson: Fotógrafo”, exposición que presenta 133 de las obras más emblemáticas del artista francés, bajo diversas temáticas como el paisaje, el foto-reportaje y el retrato, que se desprenden de su gran retrospectiva realizada en la Biblioteca Nacional de Francia en 2003 y que otorgan una mirada plural y emotiva de quien alguna vez fue considerado «el ojo del siglo».
Henri Cartier-Bresson se encontraba en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando entre la multitud agolpada fuera de un campo de concentración, una víctima del nazismo de pronto reconoció a una ex-informante de la Gestapo, antes de que la misma pudiera escabullirse entre la multitud. Bresson, quien también había sido tomado prisionero algunos años antes y había logrado escapar luego de tres intentos, estaba allí presente con su cámara y logró inmortalizar el final de uno de los episodios más terribles del siglo XX. Sin saberlo él también estaba haciendo historia, generando imágenes que quedarían impregnadas en el inconsciente colectivo occidental.

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Emmanuelle Hascoet, de la agencia Magnum es la curadora de la exposición

«¿Que distingue una fotografía documental de una obra de arte? Cuando de esta técnica se trata los límites son complejos de discernir, sin embargo hay algo en la mirada de ciertos fotógrafos, un factor mágico que los distingue. Son aquellos que ponen al mismo tiempo el ojo, la cabeza y el corazón.»

¿Que distingue una fotografía documental de una obra de arte? Cuando de esta técnica se trata los límites son complejos de discernir, sin embargo hay algo en la mirada de ciertos fotógrafos, un factor mágico que los distingue. Son aquellos que ponen al mismo tiempo el ojo, la cabeza y el corazón, como habría dicho alguna vez Cartier-Bresson, quien para muchos es uno de los grandes maestros de la fotografía moderna, alguien que durante décadas supo capturar momentos, lugares y personajes fundamentales y que tenía ese toque inigualable que le permitía crear imágenes únicas que hasta el día de hoy nos atrapan y emocionan.
Desde la Foundation Cartier-Bresson, que el propio artista gestó y fundó en 2003 con el objetivo de preservar, proteger y difundir su trabajo con responsabilidad, explican que esta exposición cumple con las minuciosas instrucciones que dejó en vida, en cuanto a selección, tamaños, ediciones y hasta los epígrafes que designan que información puede ser proporcionada al público. Cartier-Bresson supo comprender la relevancia de su obra y como debía ser presentada frente al mundo. Es así como hasta el día de hoy continúa siendo el gestor sus propias exposiciones. Emmanuelle Hascoet, de la agencia Magnum y curadora de la exposición y Audrey Leclerc, Secretaria General de la Foundation Cartier-Bresson, estuvieron presentes en la inauguración y explicaron estos detalles con entusiasmo, resaltando la responsabilidad que tienen ambas entidades, organizadoras de la muestra, frente a este legado y como desde la Usina se pudieron cumplir con todas las expectativas y normas, antes de recibir por primera vez al artista.

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Henri Cartier Bresson dejó expresas instrucciones de como debían presentarse sus fotos

«Tuvo la oportunidad de cubrir la Guerra Civil Española, el fallecimiento de Mahatma Gandhi y hasta se convirtió en el primer periodista occidental en visitar la Unión Soviética tras la muerte de Stalin. Realizó viajes por India, México, Japón, Egipto y Turquía, siendo corresponsal de la revista Paris Match entre las décadas del ’60 y vivió en Estados Unidos, Indonesia, China y Rusia…»

En cuanto a la selección, la misma transita varios períodos de su carrera, desde sus tempranas fotografías influenciadas por las primeras vanguardias, en especial el surrealismo (Cartier-Bresson era un enamorado de la pintura desde niño, se había formado en el taller de André Lhote y había mantenido relación con Man Ray y Marcel Duchamp durante su juventud). También se presentan escenas de los años de guerra y post-guerra en Europa, que a pesar de ser crudas, muchas están empapadas de sutileza y hasta cierto humor en algunos casos, lo que permite al espectador recorrerlas desde otro lugar. Desde 1943, una vez que logró escapar de las fuerzas alemanas, Cartier-Bresson tomó la decisión de contar lo que estaba sucediendo. Se unió a una organización para ayudar a prisioneros y fugitivos, en 1945 fotografió la liberación de París con un grupo de periodistas profesionales y filmó el documental El Regreso.
 

«El hombre que salta el charco en el momento preciso, el niño que mira a cámara aparentemente desentendido, el humo de cigarrillo que permanece perfectamente suspendido en el aire. Todos esos son instantes volátiles, que no durarán más de un segundo al menos que sean registrados. Por medio de estos detalles mínimos Cartier-Bresson logró encapsular al mundo entero.»

 
Su ojo entrenado en la pintura, que entendía de perspectiva, luz y sombra, la sutileza en los volúmenes y la presentación de las formas en el espacio, se cruzó con su lado de documentalista y testigo oculto. Es por eso que sus fotografías siempre tuvieron un sello único, porque entendía cómo aplicar aspectos ajenos a la tarea de registrar, dando como resultado composiciones que buscaban capturar la esencia de las personas, entendiendo como mirar más allá y buscando generar un clima único que lograra el tan valorado instante mágico. El hombre que salta el charco en el momento preciso, el niño que mira a cámara aparentemente desentendido, el humo de cigarrillo que permanece perfectamente suspendido en el aire. Todos esos son instantes volátiles, que no durarán más de un segundo al menos que sean registrados. Por medio de estos detalles mínimos Cartier-Bresson logró encapsular al mundo entero.
Durante los años ’70 el artista comenzó a alejarse de la fotografía para dedicarse al dibujo, sin embargo durante las cuatro décadas en las que se dedicó a esta técnica tuvo la oportunidad de cubrir la Guerra Civil Española, el fallecimiento de Mahatma Gandhi y hasta se convirtió en el primer periodista occidental en visitar la Unión Soviética tras la muerte de Stalin. Realizó viajes por India, México, Japón, Egipto y Turquía, siendo corresponsal de la revista Paris Match entre las décadas del 50´y 60´ y vivió en Estados Unidos, Indonesia, China y Rusia, donde también se interesó por fotografiar paisajes y situaciones de la vida cotidiana. Retrató a decenas de amigos y celebridades del mundo del arte, la literatura, la música y la política, desde Henri Matisse hasta un muy joven Truman Capote. Lo hizo todo, y por medio de su aguda mirada inmortalizó al siglo XX. Por eso en serio, esta muestra en Buenos Aires es imperdible. 

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