El cristo de Borja es un engendro chic

  
Por Andrés Kilstein
El Cristo de Borja, restaurado por la octogenaria Cecilia Giménez es una abominación encantadora, un engendro chic. Ese Cristo desfigurado, regordete, ese mitad de camino entre un Botero y el Gordo Porcel demuestra que las cosas alcanzan su verdadera esencia en su repetición. El intento de Elías García Martinez, el autor de la obra original era un Cristo entre otros, que pasaba desapercibido, privado de todo roce con lo sublime. En pocas palabras, ese primer intento fue fallido. Pero presagiaba el verdadero y azaroso encuentro con el arte en su sentido más perturbador.
Hoy me enteré que hay largas colas durante horas para ingresar al santuario de Nuestra Señora de la Misericordia de Borja para ver el cuadro expuesto. Muchos se sentirán frustrados también de comprobar que en el sitio no hay una tienda de regalos donde comprar gomas de borrar, prendedores o imanes para la heladera con la imagen del Cristo.
Cecilia se encuentra conmovida por todo el jaleo que se armó y está sufriendo un cuadro (¿?¡!) de ansiedad. La defensa de la anciana es tan brillante como su obra: “No me dejaron terminarla”. Pobre, la trataron como una loca; seguramente le dijeron: “Noooo, no sigas. Si está hermosa, está divina. Ni una pincelada más, dejala así que está bárbara”. El alegato de Cecilia se pone más jugoso sobre el final: “Hice lo que pude… y utilicé los mejores óleos”. Como si el niño que es reprendido por su madre por haber dibujado las paredes del living adujese haber usado Faber Castell.
El fenómeno se veía venir: existe un Club de Fans de Cecilia Giménez, con 76 mil seguidores en Facebook. Están juntando firmas para peticionar ante el Ayuntamiento de Borja que el cuadro se exhiba tal como quedó. Hasta el momento van por las 19 mil.
La restauradora se había defendido con un “no me lo dejaron terminar, hice lo que pude”. Pero sus fanáticos la silencian, entendiendo que no es una buena abogada de sí misma, y proponen lo siguiente: “el cuadro es (…) un inteligente reflejo de la situación política y social de nuestro tiempo. En el cual se pone de manifiesto una sutil crítica a las teorías creacionistas de la Iglesia, a la vez que cuestiona el surgimiento de nuevos ídolos”. Siempre es mejor dejar hablar a los fanáticos.