A TRAVÉS DE LA MIRADA DE ROGELIO POLESELLO EN EL MALBA: ASÍ ES LA MUESTRA DE LA QUE TODOS HABLAN / POR GONZALO SÁNCHEZ SEGOVIA

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El ingreso a la muestra, en el piso superior del Malba

 

A través de la mirada de Rogelio Poleselo en el MALBA: así es la muestra de la que todos hablan. por gonzalo sánchez segovia. fotos: madeleine pacheco.

El año es 1961. Rogelio Polesello tiene veintidós y presenta una muestra individual en la Galería Lirolay. En el texto que acompaña la exhibición, Luis Felipe Noé escribe: “Ser pintor significa elegir una aventura, un riesgo. Y Polesello está en aventura; una aventura totalmente ajena a la mía. Mayor aventura para mí como espectador. Me exige salvar el lugar común, porque, precisamente, Polesello no cae en el lugar común”.
En ese texto (que se tituló Polesello encuentra a Polesello), Noé llamó al pintor “niño prodigio”. Cuando se graduó de la Escuela de Artes Visuales Prilidiano Pueyrredón en 1958, Polesello tenía diecinueve años, pero ya a los quince había empezado a trabajar en una agencia de publicidad, donde se acercó al diseño gráfico. En 1961, además de la muestra en la Galería Lirolay, también realizó su primera exposición individual fuera del país, en la Unión Panamericana, en Washington.
El jueves 25 de junio se inauguró en el Malba la muestra Polesello Joven (hasta el 12 de octubre), un viaje a esos primeros años de producción del artista, entre 1958 y 1974. Se trata de una exposición antológica que recorre ese período con 120 piezas pertenecientes a colecciones públicas y privadas del país y del exterior. Al mismo tiempo que se armaba la muestra, un equipo inició el trabajo de investigación del archivo Polesello, que contiene un registro exhaustivo de fotos, manuscritos, artículos periodísticos, folletos, libros y correspondencia, entre otros materiales, y que serán editados en un catálogo de cuatrocientas páginas. Una selección de esos documentos puede verse en diferentes vitrinas a lo largo de la muestra.

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Los acrílicos son los hits de la muestra por la distorsión en la imagen de los visitantes

 

«Entrevisté a Rogelio Polesello para MALEVA en septiembre de 2013 (él murió en julio de 2014). Me recibió en su casona/estudio de Belgrano. Venía de una operación grave que lo había alejado de su rutina de trabajo, pero para ese momento ya había superado la etapa de reposo y se mostraba activo. “Soy un torbellino”, me dijo. Esa tarde hablamos de la muestra del Malba: «tengo un montón de ideas, a veces no duermo pensando en como va a a ser». «

Entrevisté a Rogelio Polesello para MALEVA en septiembre de 2013 (él murió en julio de 2014). Me recibió en su casona/estudio de Belgrano. Venía de una operación grave que lo había alejado de su rutina de trabajo diario poco más de un mes, pero para ese momento ya había superado la etapa de reposo y se mostraba activo. “Soy un torbellino”, me dijo. Esa tarde hablamos de la muestra del Malba: “En principio iba a ser una retrospectiva. Tengo ganas de abrir la pared del pasillo y que la muestra pueda verse a través de mis obras de acrílico. Todavía no elegí al curador. Hay que hacer el catálogo, elegir las fotos, tengo montones de cosas que se publicaron; y eso es un laburo tremendo, pero estoy con muchas ganas de hacerlo. Tengo un montón de ideas. A veces no duermo pensando en cómo va a ser”, dijo.

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Los primeros cuadros de Polesello ya demostraban una gran madurez y un talento excepcional que llamaba la atención

«Después de tanto tiempo, mi expectativa era grande. Y valió la pena esperar. La muestra está dividida en cinco núcleos expositivos, cinco salas ordenadas cronológicamente que arrancan con su obra temprana dentro de la abstracción geométrica, de 1958 y 1959. Polesello tenía veinte años y en sus primeros cuadros ya demostraba una gran madurez.»

Después de tanto tiempo, mi expectativa era grande. Y valió la pena esperar. La muestra está dividida en cinco núcleos expositivos, cinco salas ordenadas cronológicamente que arrancan con su obra temprana dentro de la abstracción geométrica, de 1958 y 1959. Polesello tenía veinte años y en sus primeros cuadros ya demostraba una gran madurez. El recorrido continúa con obras de la década de 1960, en formatos grandes sobre placas metálicas que fueron pintadas con pintura a soplete, como el mural Signos de arena. La tercera sala va de 1964 a 1966, cuando Polesello empezó a ser premiado en el exterior por su trabajo, que ya no sólo incluía pinturas, sino también tapices y objetos.
 

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Mercedes Casanegro, curadora de la muestra

«Las obras de Polesello son atemporales, no envejecen. El artista tenía una mirada, y pareciera que su intención era que, al menos a través de sus obras, todos pudiéramos mirar como él.»

Polesello tenía un talento indiscutido, la potencia de su imagen es difícil de encontrar en otros artistas de tendencias parecidas. Por eso muchos críticos y autoridades de la época lo señalaron”, dijo Mercedes Casanegro, curadora de la muestra, durante la presentación para la prensa. Las otras dos salas exploran la etapa de los acrílicos, con objetos, lupas colgantes y placas. “Será uno de los hits de la muestra. Los visitantes se podrán tomar fotografías a través de las planchas. Llaman a la interacción”, dijo Casanegra.

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Los acrílicos llaman a la interacción, algo que Polesello tenía muy claro

 “Las salas con los acrílicos será uno de los hits de la muestra. Los visitantes se podrán tomar fotografías a través de las planchas. Llaman a la interacción”, nos comentó Mercedes Casanegra, curadora de la muestra.»

Las obras de Polesello son atemporales, no envejecen. El artista tenía una mirada, y pareciera que su intención era que, al menos a través de sus obras, todos pudiéramos mirar como él. En un texto que prologó la edición completa de los cuentos de Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa escribió: “En el mundo de Cortázar el juego recobra esa virtualidad perdida, de actividad seria y de adultos, que se valen de ella para escapar a la inseguridad, a su pánico ante un mundo incomprensible, absurdo y lleno de peligros (…) En los libros de Cortázar juega el autor, juega el narrador, juegan los personajes y juega el lector, obligado a ello por las endiabladas trampas que lo acechan a la vuelta de la página menos pensada”.

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Objetos, lucas colgantes y placas

 «Sus obras hipnotizan e invitan a ser contempladas, pero no con la solemnidad que suele envolver a la apreciación artística. Siempre se puede descubrir algo nuevo, un color, un efecto, una forma.»

En el mundo de Polesello pasa algo similar. Sus obras hipnotizan e invitan a ser contempladas, pero no con la solemnidad que suele envolver a la apreciación artística. Siempre se puede descubrir algo nuevo, un color, un efecto, una forma. Lo mejor llega con las esculturas de acrílico, que distorsionan y multiplican lo que pasa a través de ellas. Es un juego, un divertimento. La muestra del Malba necesita de los visitantes para completarse porque invita a la participación. Esa debe ser la aventura de la que hablaba Noé hace ya más de cincuenta años.
 
 
 

 
 
 
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